Final

86 9 2
                                    



"Si hubiera sabido todo lo que pasaría aquel día nunca me hubiera subido a ese crucero. No habría bailado para Ezio y por supuesto que jamás, jamás, jamás habría involucrado a Cindy en todo lo que pasó"

Mis ojos se abren poco a poco. Lucho por acelerar el proceso pero todo es más lento de lo que me gustaría.
No siento los brazos y pronto me doy cuenta de que estoy atada de pies a manos a una silla de madera.

Miro a mi alrededor, según se me van adaptando los iris y encuentro todavía más tenebroso lo que veo. Mi amor, mi amiga y algunas otras personas que no conozco están en la misma circunstancia que yo.
Ellos incluso están desmayados. Asumo que yo también lo estuve pero...

—Hasta que por fin —una voz que odio profundamente me saluda cínica —. Creí que tendría que llevarte al altar inconsciente.

—¡Suéltalos! —exijo con mi voz ronca y dormida.

—No seas así, amor —se mofa y me besa la sien, me retiro asqueada —...son los invitados de honor de nuestra boda.

—Ya me tienes a mí, déjalos que se vayan —repito intentando un trueque pero en realidad no tengo opción...él ya lo tiene todo.

—Me temo que no puedo complacerte —lame mi boca tirando de mi pelo llevando mi cabeza hacia atrás —. Voy a follarte delante de él y me dirás "sí, quiero" fuerte y claro para que tu amiguita lo oiga y se lo piense mejor la próxima vez que te quiera esconder de mi.

Sé cuan cruel puede llegar a ser Capolli pero no puedo dejar que sienta el miedo que le tengo porque entonces será peor...y yo necesito al menos, salvar a los míos.

—Haz lo que quieras pero no le hables que tu voz me da náuseas y no queremos que el vestido vaya decorado con bilis.

—Te casarás desnuda —decreta mordiendo con fuerza mis labios —. Todos podrán ver el coño de puta que tienes —me abre las piernas y golpea mi centro haciéndome gritar y despertando a los otos dos —. Cuando firmes, te pondré sobre la mesa para que todos te follen como la zorra que eres y luego llena de sangre te lanzaré al mar para que te coman los tiburones por ingrata. Para entonces ya tendré acceso a la fortuna que quiero.

—¡¿Fortuna...?!

No tengo dinero y él lo sabe. No entiendo lo que dice pero está claro que ha perdido la razón. Se ha vuelto loco, o sádico sin remedio y pasa de ser enfermo sexual a psicópata torturador.

—Me gustaba follar contigo, sí. Tienes un coño muy estrecho —mete los dedos dentro de mi para que Ezio lo vea. El pobre no puede hacer más que retorcerse, está amarrado y amordazado —; pero para meterte la polla no necesitaba ser tu marido. Para eso solo tenía que abrirte las piernas como ahora —me duele lo que me hace pero no le doy gusto de quejarme, aguanto callada —. Eres la única heredera del Imperio Vasco, líderes de la mafia rusa en Italia. Quiero el poder de ser tu marido y lo tendré al firmar ese papel en el que estamparas el traspaso si quieres que tu amorcito baje de este barco con vida. Y la zorrita también.

Él no se da cuenta de que al decir eso me da todos los elementos para crear una treta.

—Para eso no necesita casarte. Busca los papeles y te lo doy todo —le digo y ni me molesto en averiguar cómo es eso posible —. Suelta a ambos y te firmo lo que quieras. No me interesa la maldita mafia.

Nunca pensé que soltar aquellas palabras me terminarían salvando la vida. O que después de eso las cosas se pondrian de una forma tan extraña en que todo se iría al demonio pero así fue.

Esas fueron las últimas palabras que recuerdo haberle dicho a Capolli. Luego, un disparo siguió a otro y le vi morir y caer en mis pies con el cerebro reventado en mis tobillos y la sangre salpicando mis piernas.

—Vamos, señora...

Un desconocido que antes había estado a los lados de Capolli me levanta, me envuelve en una manta y empieza a echar gasolina por todos lados.

—¿Quién eres?¿Qué haces, mis amigos están ahí?

—No podemos dejar testigos. Usted es la Matriarca Vasca, su vida es lo principal y si me demoro, moriremos.

Me di cuenta en esas palabras que lo que mi ex había dicho era verdad. Que estábamos solos en el sótano o una bodega no se de aquel yate y que alguien ya sabia de mi existencia y había mandado a por mi.

Había pasado de víctima a jefa de una mafia.

—Si ellos no salen de aquí no me voy.

Logré soltarme de él y corrí hasta el hombre que amaba y mi única amiga para liberarlos.
No dijimos nada en ese momento, no teníamos tiempo y Dios sabe cuánto me arrepentiría después.

El hombre a mi lado abrió una escotilla y los lanzó al mar y pude ver como caían en una balsa de motor hinchable. Nosotros nos estábamos preparando para irnos cuando vino la primera explosión. Luego la segunda y todo acabó... las cosas no salieron como se planearon pero al menos les había salvado a ellos. Al menos las únicas dos personas de mi vida, estaban bien y mi señor griego podría enamorarse de nuevo y olvidar la rápida historia de amor que tuvo con aquella chica de la mafia que acabó por hundirse en su propio mundo. Ese, del que tanto escapó.


               Fin

Señor Griego Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon