Solamente juntos

73 8 1
                                    



—Buenos días —me saluda su boca en la mía.

Estiro mis brazos bajo su cuerpo y sonríe en mi cuello. Está pegado a mi piel como otra parte de ella, ambos desnudos deseando sentirnos sin que todo lo otro exista.

—Mmm, me encanta despertar así. ¿Vamos a regresar al crucero?

Me quedaría toda la vida aquí, toda la vida, saboreando estar a solas, creyendo que lo demás no sucede pero hay una realidad que afrontar y no podemos evadirla para siempre.

—Siento que así sea —confirma resbalando por mi cuerpo, besando desde mi garganta hasta mis pechos, el ombligo y las ingles. Me retuerzo y sonriendo sube a mi boca —. Vístete o te comeré entera y están esperando por mi para zarpar.

Asiento y me levanto para volver al crucero. Aseo mi cuerpo y él se une a mi lado. No deja de besarme incluso si me lavo los dientes. Adoro la forma en que su boca hace estragos en mi piel y disfruto de la repuesta de mi cuerpo al suyo. Es casi eléctrico, un desayuno de endorfinas. Me encanta este hombre. No me lo puedo negar.

Media hora después estamos subiendo al barco por la misma escalerilla por la que bajamos y dejando atrás toda la conversación de anoche. Sus manos son posesivas en mi cuerpo y la mirada de varios incomoda sobre los dos. Cuando trato de soltarme no me deja.

—No te alejes. No hace falta —expone su intención y me perturba un poco.

—La gente nos mira, Ezio —murmuro y veo como mi amiga me guiña un ojo en la distancia.

—Eso es porque hacemos linda pareja —bromea y me besa la sien.

—Por favor no hagas esto. No bromees y sabes que tengo que conservar mi trabajo.

—Eso no va a pasar, Mell. Ya lo sabes, te quiero a mi lado y quien tenga algo que decir que espere a qué le pregunte su opinión —es tajante y crudo, me toma de una muñeca —...y no pienso hacerlo. No te equivoques al pensar que soy un hombre que hace concesiones.

Estamos teniendo una discusión en cubierta y más de uno nos observa inquisidor. Sus amigos vienen a su encuentro y aprovecho para escabullirme cuando me suelta la muñeca para saludarlos a ellos.

—¡Ven aquí! —recupera mi brazo y me pone otra vez a su lado haciendo que retroceda en mis pasos —Ellos son Tullio y Greco —señala a sus amigos que contienen una risita pícara —. Esta belleza que me tiene loco y lejos de ustedes es, Mell.

Nos saludamos y me lleva con ellos hasta unas butacas al final del pasillo. Me sienta a su lado y compruebo que es muy dominante. En ningún momento me deja salir del grillete de sus manos, no para de besarme cuando quiere y aunque no entiendo lo que hablan, en la mayoría de las veces, me quedo sentada esperando estar a solas para debatir esta nueva situación.

—No pienso ser tu dama de compañía, Ezio —tiro mis sandalias en la alfombra de su camarote.

—No nos faltes el respeto de esa manera —exige y pongo los brazos en jarra —. Quiero que estés conmigo y que no sientas que es solo en mi cama donde espero tenerte pero parece que todo lo que hago está mal. Trato...—sigue de carretilla, está enfadado —,de evitar el tema del que hablamos anoche y a su vez intento retrasar el otro tema en el que hablamos de lo que sucederá cuando este barco atraque en Grecia y bajemos de el pero no puedo luchar contra ti si quieres irte de mi lado.

—No seas ventajista que has luchado muy bien. No me dejas ni moverme sin tí.

Da unas vueltas en círculos, se ve un poco desesperado y de repente me mira, yo hago otro tanto y cuando me quiero dar cuenta estamos pegados contra una escotilla y sus manos apresan las mías en alto a los lados de mi rostro y contra la pared...

—Voy a dejarte la dirección de una empresa para que trabajes cuando llegues a Grecia. Estarás en la sucursal italiana mientras te adaptas al idioma, te daré mi teléfono, seguiremos en contacto porque quiero saber que hay detrás de lo que siento cuando te tengo en mis brazos pero por el amor de Dios no te resistas más. No te alejes ahora que puedo tenerte cerca...a tiempo completo.

Pasa su nariz por encima de la mía y nos sostenemos la mirada. Le deseo, quiero estar con él pero no sé como haré para dejarle cuando esto acabe.

—No me siento de forma distinta contigo, Ezio...te lo aseguro pero es que, no tolero ser centro de atención y todos pueden pensar que soy una trepa que se ha acostado contigo para salvarse de trabajar...quedaría como una especie de prostituta.

Contiene la rabia...puedo verlo en sus ojos y la forma en que aprieta la mandíbula pero detrás de todo eso suelta una verdad que me desarma.

—¿Por qué tiene que pesar más lo que piensen los demás que lo que sentimos tú y yo? —no digo nada, tampoco él hasta que cuestiona —. ¿Acaso los conoces a todos, son amigos tuyos, te ayudan cuando algo malo te ocurre? —niego nadando en sus ojos —.¿Qué te importa lo que piensen si estás conmigo que es con quien quieres estar?...¿ O me equivoco?

Es tan directo que hiere. Tan duro que asusta y tan guapo que enamora. Y esto último es justamente lo que hace que me piense todo un poco más. Me da pavor pensar que algo como estas mariposas en mi estomago pueden hacerse mayores y acabar conmigo pero cómo lo evito si me encanta.

—De acuerdo, tú ganas.

Sé que al aceptar esto mucha gente mirará mal lo que hago pero para una vez en mi vida que puedo simplemente ser feliz una semana que es lo que falta ya para bajar de aquí, no debo renunciar a eso. Debo ser fiel a mi misma y regalarme algo de felicidad..

No soy idiota y puedo ver que un hombre así no debe estar suelto a menos que sea un mujeriego o algo más...pero incluso así voy a arriesgarme a estar juntos. A vivir este momento y después que sea lo que tenga que ser.

—¿Te gustaría estar juntos, solo juntos esos días que quedan?

Asiento y baja sus labios a los míos, las manos a mis nalgas y me monta sobre sus caderas para caminar con mi peso encima hasta la cama, tendernos uno sobre el otro y en ella y cerrar el tema diciendo...

—Solamente juntos, nosotros y nadie más. Yo voy a renunciar a todo por tenerte para mi...haz tú lo mismo.

-—Ya he dicho que sí... tomaré ese riesgo y ya luego veremos.

Entonces me besa. Dejando que parezca que el tiempo planea detenerse mientras nos entregamos al otro asumiendo en ese acto las consecuencias del futuro.


Señor Griego Where stories live. Discover now