La solución

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Hace dos días no nos hablamos. Seguimos enfadados y enfadados hasta donde no hay idea. Ni nos miramos, él no va por el club y anoche le pillé coqueteando con una chica en el bar.

Tengo la sensación de que lo hizo para darme celos pero tampoco quiero ir demasiado sobrada. Si no busca es que no quiere ni verme.

Total, que fui a hasta ellos en plan patético y pedí una cerveza, cuando me vio tomarla a su lado intentó tomarme de una mano para hablar y le dejé con las intenciones en marcha porque me fui y desde entonces estamos ignorandonos. Me alegro que nuevamente no me toque atender su zona del restaurante.

—Anoche me dijo Tullio que está insoportable y te extraña —me cuenta Cindy al oído y sé refiere a Ezio.

—Pues estaba de bares con una rubia exuberante —tomo la bandeja de las bebidas y salgo al salón a repartir mis mesas.

Me quedo nerviosa y desconcertada cuando veo un inesperado personaje delante de mí, todavía no me ha visto pero me falta el aire solo de saber que está a bordo del crucero. Que por otro lado estamos en medio del mar, no sé cómo habrá llegado hasta aquí. Porque está claro que antes no estaba a bordo. Pienso.

¡Nubia!
Maldita sea si ella está aquí no dudo que Mauro también lo esté.
Joder...me han encontrado.

–¿Qué pasa? —me aborda Cindy al verme detenida en medio de la salida al salón.

—Está aquí... si Nubia está aquí él también —me entran temblores y ella le entrega mi bandeja al jefe de piso.

Nos vamos al camarote con un permiso que pide por alegar que tengo náuseas y resulta que me da una solución paliativa un tanto miserable.

—Tienes que hacer las pases con Ezio y encerrarte en su camarote. Si el jefe te mantiene cautiva en su cama no podrás encontrarte con ellos hasta ver que pasa.

—Pero, ¿Cómo voy a hacer eso? —protesto dando vueltas por el sitio desesperada —. Sería usarlo miserablemente.

—Ay, Mell por favor —se mofa —. Le va a encantar salirse con la suya de someterte y te follará hasta dejarte inconsciente y luego estarás a salvo. Es ventajoso para los dos. No seas infantil.

Me encantaría ser un infante y no tener tantos problemas.

—Se tragará mi orgullo —matizo.

—Mientras salgas a flote el orgullo te lo tragas tú. Vamos...yo intentaré ver que averiguo.

Me cambio de ropa y suspiro porque seque tiene razón y el pánico no me deja demorarme al ir a buscarle.

Me muevo casi corriendo por los corredores mirando hacia atrás asustada todo el tiempo hasta que subo a su camarote y toco, pero no ha repuesta.

No está.
Si encima regresa y viene con una tía ya no me recupero de esta humillación.
Me quedo esperando, no tengo opción y al menos aquí está solo su camarote y los de algunos clientes especiales...es la zona más exclusiva del bote.

Una hora después...

—¿Qué haces aquí? —me sorprende su voz neutra.

—Cederte el control —sonríe sin disimulo.

—¿Por cuánto tiempo? —ya estamos.

Abre la puerta y me permite pasar delante, enseguida me tiene contra la pared y respirando el mismo aire que él.

—Tengo que trabajar, Ezio —me sube el vestido y sé que llegaremos a un acuerdo. Ardo por él solo de tocarme el vientre.

—Yo pago tu salario. Puedo contratarte para que me des servicios privados cada noche y es perfectamente legal. El restaurante puede hacerlo pero no quiero que te devore nadie con sus malditos ojos. Tú eres para mí.

Me rompe la tela del sostén y me levanta una pierna para enrrollarla en su cadera, mete los dedos por el lado de mis bragas y se mete dentro de mi sexo resbalando sin esfuerzo.

—Te me mojas enseguida, sabes que lo estás deseando. Déjame tenerte...

Me besa mientras me masturba y me tiembla la otra pierna. Quiero decirle que tome lo que quiera, que soy suya y no pienso ser de nadie más pero eso no pondría limite de tiempo y este hombre sabe lo que hace.

—Puedes tomar mi cuerpo —farfullo dejando que me bese toda la garganta —; pero hay cosas de mi que no puedo entregarte. Vamos paso a paso.¿ Quién era la chica de anoche? —se ríe contra mi piel.

Me levanta por completo del suelo, camina conmigo encima de sus caderas hasta la enorme cama y se ubica entre mis piernas para jugar con mis pechos entre sus manos y lengua.

—Una cliente habitual, Mell —menciona como si tal cosa —. Nos conocemos hace tiempo pero poco más. Yo también he estado pensando en tí.

—En ningún momento te he dicho que haya pensando en ti —bufa estirando mi labio inferior entre sus dientes —; pero ahora sí te lo digo: he estado pensando en tí.

—Me encantaría decir lo mismo pero... —mueve su cadera contra mis piernas abiertas y no podemos evitar el gemido que se nos escapa. ¿Será capullo? —... en mi caso he soñado incluso contigo. No puedo pensar, ni trabajar, ni masturbarme sin que aparezcas por mi mente. Dí que podré tenerte estas dos semanas que quedan. Luego veremos, por favor.

En este momento no hay nada que desee más que eso. No tengo escapatoria de lo que me hace sentir ni de ka protección que podría encontrar en sus brazos ahora mismo.
Así que simplemente me limito a tomar su cuello y encontrar su boca con la mía para jurar en ese beso que me siento igual que él y que sí, definitivamente estaremos juntos estos días.

(...)

Miro mi reflejo desnudo en el espejo. Parezco la venus de milo. Solo llevo puesto en el cuerpo el olor del suyo, mis pies juegan entre ellos mientras estoy boca acabo con las rodillas encajadas en el colchón y las piernas  flexionadas sobre su cama, jugando a verme sonreír en su espejo.

—¿Sabes lo hermosa que te ves ahora mismo? 

Sus palabras me cierran los ojos. Es tan varonil y seductor a la vez que me siento temblar cuando me sorprende con su voz.

—Me siento muy bien hoy, Ezio —balbuceo dándome la vuelta para quedar expuesta a él —. ¿ Te vas? —está completamente vestido. Asiente.

—Y tú vendrás conmigo.

—¡¿Ah si?! —me siento de repente.

—Tengo un almuerzo de negocios y quiero que me acompañes. Iremos en una lancha, será una reunión en medio del mar. Los dos necesitamos que sea así. El empresario no puede esperar a que acabe la travesía del crucero y yo tengo que garantizar este negocio.

Cindy ha tenido la mejor idea al enviarme con Ezio. He subido a otro nivel del placer y voy a salir del bote hasta que ella me diga que ha averiguado, mientras...estoy a salvo del brazo del señor posesivo, arrogante y mandón. Mi señor...




Señor Griego Where stories live. Discover now