No soy tu enemigo

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Capítulo 35. 


—Según recuerdo me debes algo —su tono era engañosamente suave.

—No te debo nada —tenía una buena idea de hacia dónde iba con esto y no se lo pondría fácil.

—Lo malo de hacer tratos con el Diablo, es que suelo acordarme de todo.

Lo ignore moviéndome hasta el lavabo.

—No entiendo como estas libre si esta es la manera en la que te escondes.

Dio un par de pasos y estuvo a mi espalda. Vernos frente al espejo me hizo tragar, apenas le llegaba al hombro y su presencia llenaba el lugar. Aunque intente apartar la mirada no podía ignorarlo. La camisa oscura resaltaba tanto como su cabello bajo las luces violetas del baño.

El noto mi estremecimiento y la ya conocida sonrisa estaba ahí. No me moví esperando controlar algo de la situación. Claro que no sirvió y el tomo el control. Sus manos se pusieron al lado de la mías encerrándome contra el lavabo. Sus ojos brillaban reflejándose en el espejo, inspeccionando cada parte de mí.

—¿Qué te pasa Campanita?

—No me digas así —no deje de mirarlo, él sabía que no le tenía miedo y eso lo empujaba a molestarme más.

—¿Se enojará tu novio? —el sarcasmo se arrastró en cada palabra, pero la sonrisa falsa que ya conocía no estaba ahí.

—Para ser lo que eres parece que tienes mucho tiempo libre —no dijo nada, solo se acercó más a mi espalda, debía seguir hablando porque el silencio con él era peligroso—. Alguien me siguió la última vez que nos vimos en mi casa. Creí que dijiste que me dejarías en paz.

El diablo siquiera se inmuto, levanto una ceja y respondió con toda la calma.

—No es por romper tus ilusiones, pero yo no lo hice... mande a Harrison.

Conté hasta mil apretando los dientes. Estaba a un paso de empujarlo, pero no quería rozar ni por error su cuerpo.

—¿Y hay alguna diferencia entre tu payaso o tú?

—Si. Yo te pongo caliento y él no —apenas contenía la sonrisa el muy idiota. Era una bendición para el que no tuviera un arma—. También necesitaba asegurarme de que cumplías tu palabra, no podía arriesgarme a encontrarme con el FBI. Y sé que la cumpliste, lo llevaste hasta su cama.

Estaba harta de que me sacara de mis casillas así que se merecía un poco de lo mismo, aunque no sabía si esto funcionaria.

—No es por romper tus ilusiones, pero me gustan más los hombres que no son buscados en todo el país.

—¿Enserio? —su cabeza se inclinó y sus labios rozaron mi cuello al hablar—. ¿Y por eso sigues aquí? —soltó el lavabo y tenía la oportunidad de moverme. Espero y cuando no me moví su brazo rodeo mi cintura atrayéndome.

No podía culpar a nadie más que a mí, quería estar aquí con él.

—No te engañes... te aburren tanto tus hombres rubios en armadura.

Aunque esto era una clara burla, siquiera eso me saco de mi ensimismamiento. Y mi mano tomo la suya, recordando que ya habíamos estado así.

—Y no me quejo Aisling.

Su olor me envolvía y me permití cerrar los ojos antes de conectar mis neuronas y responder.

—No me gusta que me sigan así que deja de hacerlo ¿Cómo supiste donde estaría hoy?

La Amante Del DiabloWhere stories live. Discover now