Cuando la agente del FBI Aisling Forster se encuentra con uno de los narcotraficantes más buscados del país ¿Su primer instinto? Correr. No por miedo, sino para huir de la dura atracción. Pero ambos sucumben a la tentación. Ella tiene que luchar por...
Se cerró la puerta dejándola a ella y su mirada furiosa fuera de mi vista, apenas y contuve las ganas de abrir la puerta y exasperarla más. En su lugar me centre en Harrison y Nathan, que se quedaron en el pasillo estáticos mirándome. Cualquier rastro de humor se fue. Esto se suponía iba a ser fácil, la información que me habían dado de ella me llevaba a creer que no sería buena en su trabajo. Ahora me lo debía replantear todo. Tome una respiración profunda antes de hablar con una calma que no sentía.
—¿Le dejaron el jodido espejo adentro?
—No creí que hiciera nada —Nathan fue el que hablo y espere por Harrison.
El hecho su mano atrás y un segundo después tenía un cigarro en los labios mientras decía entre dientes.
—Se que está loca, pero no creí que fuera inteligente.
Mis manos se apretaron sobre el arma que le arrebaté y apenas me contuve de rechinar los dientes.
—Te dejo la mitad de la cara hinchada —tuvo la decencia de parecer apenado y fui por Nathan—. Tienes mordidas por todo el brazo, y el idiota de abajo aún no se puede sentar después de la patada en lo huevos.
Se quedaron callados los dos y en el silencio que se formó también me reprendía a mí. La menosprecie, no al grado que ellos lo hicieron, pero no estaba libre de culpa. Empecé a moverme, necesitaba alejarme de ellos y de ella sobre todo, no me gustaba nada el camino que tomo el primer encuentro.
—Vayan por sus armas y entren a revisar que no tenga nada con que sorprendernos —me pare al borde de las escaleras y di la vuelta para enfrentarlos. Eran mis amigos, los más cercanos y por eso no podíamos permitirnos estos errores. Tenía que investigarla mejor antes de volver a verla—. Espero que no los desarme a los dos.
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Aisling (POV)
Ellos entraron un poco después. Harrison no dejo de apuntarme mientras Nathan se encargaba de revisar todo el lugar. se llevaron los otros pedazos de vidrio y cuando creí que se irían Harrison se dejó caer y tomo las sogas bajo la cama.
—Jodida loca —apenas y lo susurro, pero estaba lo suficiente cerca para escucharlo y a pesar de quedar desarmada por completo una sonrisa tiro de mis labios.
—¿Acaso el Diablo se asustó?
No me respondió, eso no me quito el gusto de ver sus puños apretarse antes de que los dos salieran dejándome sola nuevamente.
***
No tenía idea de cuánto tiempo paso, cuantos días pasaron. Me sorprendió que no volviera en seguida para continuar el interrogatorio. Sentía el sueño llenarme a pesar de que mojaba mi cara buscando estar lo suficientemente alerta, en el fondo sabía que tendría que rendirme pronto al sueño.
