Al menos lo intento.

1K 40 0
                                    

Capítulo 4.

Después de despedirme de Max, pedirle que se hiciera cargo del vestido y tomar prestada la nueva información del diablo con el permiso de Jay. Los tres nos fuimos de ahí. El camino a mi casa fue en silencio y lo agradecí, apoyé mi cabeza en el hombro de Phoebe y Jay manejo, con la música de fondo llenando mi mente y logrando que el viaje no se hiciera tan largo.

Al llegar Phoebe por fin hablo.

—¿Estarás bien?

—¿Por qué no iba a estarlo? —me dejé caer en el sofá y recibí lo más feliz que pude el silencio de mi casa.

Harriet no estaba. Le había dado un descanso, porque se suponía que a esta hora debía estar celebrando.

—Theo es...

—No quiero hablar de él —la interrumpí—. Estoy bien Phoebe, al final esa mujer me salvo de estar con él.

Jay se mantuvo alejado, pero por sus leves gestos supe que estaba atento a lo que decía. Phoebe asintió, aunque la duda era clara en su mirada.

—Sabes que al final si quieres hablar algo puedes llamarme.

Asentí y tomé su mano para darle un apretón.

—¿Quieres que me quede esta noche contigo? —lo medite un segundo y al final negué.

—Creo que me pondré a trabajar. La verdad es que necesito un tiempo a solas.

Phoebe compartió una mirada con Jay. Él a diferencia de Phoebe parecía decidido a hablar, conocía de primera mano lo testarudo que podía ser. Así que, si empezaba pronto con su sermón, podría tener un tiempo a solas antes de ir a intentar dormir.

Phoebe noto todo y se movió nerviosa antes de decidir subir a mi cuarto. Sabía porque subía tenía cosas, recuerdos que no quería ver y le agradecía que aparte de darnos espacio me ayudara con eso.

Regrese mi atención a Jay... no tenía ganas de hablar con nadie, especialmente con él, porque me conocía muy bien. Y mientras con Max me enfrentaba con Jay mis ganas de enfrentamiento corrían como si aun fuera una niña. Aun así decidí tomar las riendas de la conversación.

—¿De qué quieres hablar?

—¿Estas bien? —su voz fue más agradable de lo normal y sentí como me tesaba, él también lo noto y se sentó a mi lado en el sofá.

—Si —dije a la defensiva, aunque traté de frenarme y no ser tan obvia—. Ya se los dije... estoy muy cansada, lo suficiente como para siquiera intentar meditar algo de lo que paso —en parte era verdad.

—No tenías que salir así de la iglesia ¿sabes que cuentas conmigo?

—Lo sé —él intento encontrar mi mirada, pero yo hui de su obvio confrontamiento, uní mis manos en mi regazo y mantuve los ojos fijos ahí—. Yo quería escapar. Todos iban a querer una explicación. Yo no quería enfrentarme a eso —si quería que Jay me dejara tranquila por hoy, tendría que decir algo de las cosas que sentía—. Y no quería ver a Theo.

—Te lastimo.

—No.

Respondí más rápido de lo que debía y él no me creyó ni un poco. Me sentía como en uno de sus interrogatorios que tantas veces me había tocado presenciar.

—No fue una pregunta.

—No lo hizo, Jay —mi tono subió, odiaba que me viera así. No necesitaba su lastima ni la de nadie.

—Que algo te lastime no te hace dedil.

Sus palabras fueron tan contundentes que tuve que cerrar los ojos un momento para recuperarme.

La Amante Del DiabloWhere stories live. Discover now