El Diablo lo quiso así.

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Capítulo 21.


Paso casi una semana desde que me dieron el "descanso". Jay no hablo conmigo, Max sí. La rabia y desilusión era palpable incluso a través del teléfono. Estaba molesto por lo que hice, decepcionado porque no confié en él y también por lo lejos que llevé todo. Y aunque intente excusarme diciéndole que eso era lo que le trate de contarle antes de que toda la locura pasara, el decidido ignorarlo.

Lo que me sentó aún peor fue que note que ahora se sentía más culpable. Él me había mostrado este caso para ayudarme a superar lo de Theo, en su mente me entrego en bandeja, directa a las manos del Diablo.

Max colgó y lo único que me impulso a levantarme y salir a correr fue la esperanza de quemar un poco de la rabia e impotencia. No sabía cuándo hablaría con Jay, no sabía si regresaría a trabajar. Y lo peor era que cada día pensaba en el Diablo, cada día me preguntaba porque me había dejado viva.

Sospechaba cuál era otra de las razones de la rabia de Jay y Max, ellos no me habían salvado, estaba viva porque el Diablo así lo quiso y gracias a la conciencia que todos pensábamos que no tenía... Y eso era un golpe de realidad.

Mientras corría y el golpe del aire fresco azotaba mi cara me enfrente a mis propios demonios. Lo que más me dolía de todo era la ausencia de mis amigos, extrañaba la cotidianidad del trabajo y que me mantuviera ocupada, pero no extrañaba al FBI. No extrañaba las órdenes y las reglas y este distanciamiento terminaba de confirmar que no encajaba en ese lugar.

Mis piernas temblaron y mi tobillo protesto, pare de correr para recuperar el aliento apoye mis manos en las rodillas y espere que todo pasara, que las ideas se fueran. Saque mi teléfono y aumente el volumen rogando porque la música callara todo. No tenía otro lugar al cual ir y me gustaba ayudar. Si no encajaba, debía obligarme a hacerlo.

***

Las noches eran peores, varias ideas volaban por mi mente, las preguntas eran las mismas. Estiré mi mano buscando el teléfono y vi la hora. Once de la noche en viernes y Phoebe siquiera insistió esta vez en hacer nada.

Pase mi dedo sobre la pantalla y busque entre los números. Max me había pedido espacio, Jay seguía sin contestar y cuando le di a marcar sabía que muy probablemente sería ignorada. Los segundos pasaron y fue obvio que sería otro día más de penitencia estuve bastante cerca de perder la calma. Entendía la molestia, pero el que siquiera buscara hablar lo hacía cada día peor.

Repasé nuevamente los contactos hasta que encontré un número que me había estado tentando desde hace varios días. No llame a Chris, a pesar de que le dije que lo haría. El ya conocido debate se formó en mi cabeza, pero no me di tiempo de meditarlo porque sabía lo que elegiría así que solo lo llame.

—¿Ais? —no tardó en contestar y cerré los ojos sin saber que decir ahora.

—Si... te dije que llamaría.

—Claro ¿Estas bien?

—Sí, estoy bien —no pensaba soltar nada sentimental, no con él. Solo quería relajarme un poco.

—¿Te gustaría salir a comer?

Se tardó en responder y sospeche que lo había tomado por sorpresa.

—Estoy saliendo del trabajo ¿Quieres que pase a traerte?

—Te paso mi dirección.

—¿Qué tan lejos está de las oficinas? —por el ruido del fondo supe que estaba entrando a su camioneta.

La Amante Del DiabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora