Capítulo 18

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CAPÍTULO 18

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Me acerqué a la cocina, cautivada por la fragancia dulce que llenaba el aire. Thomas me lanzó una mirada de soslayo, pero permaneció concentrado en lo que estaba cocinando en la estufa: panqueques, mis favoritos.

—Toma asiento —me invitó y ocupé un lugar en la mesa.

—Huele delicioso —comenté, en tanto percibía movimiento en el pasillo.

De reojo, noté a la figura con sombrero detenerse al pie de la escalera y dirigirme una mirada fugaz.

Mientras Thomas se acercaba a la nevera, Ashton se deslizó hacia la puerta prohibida, y cuando la traspasó, no pude evitar sentir una oleada de curiosidad y escalofríos. A veces olvidaba que era un fantasma.

—¿Zarzamora?

—¿Ah? —Me volví hacia Thomas, quien me entregó un tarro de mermelada—. Gracias.

Dejó la pila de panqueques con fresas picadas delante de mí y ocupó la silla de al frente, apoyando los codos sobre la mesa para mirarme.

Me pregunté qué pudo haber impulsado a Ashton a bajar al sótano. No le conté nada al respecto.

—Todavía luces pálida. Te prepararía algo más, de no ser porque cualquier otro platillo acaba con un desagradable sabor a pescado.

—Me gusta cómo preparas estos. —Probé un bocado y visité el cielo durante un breve instante. Ya me hacía falta algo dulce.

—No olvides la mermelada. —Me acercó el recipiente y unté un poco mientras me atreví a lanzar otro vistazo a la puerta prohibida. No había señales de Ashton todavía, y empezaba a ponerme nerviosa por alguna razón.

—Verte comer de esa manera hace que sienta deseos por convertirme en chef.

—Los panqueques son lo tuyo, lo demás no. Así que no pierdas el tiempo.

Se rio, y me concentré en terminar mi comida, para después ganar posesión del plato y llevarlo al fregadero. De esta forma me hice cargo de lavar todos los trastes que ensució, y al finalizar quise ponerle al tanto de cuán agradecida me sentía, pero había desaparecido.

Salí de la cocina y recorrí el pasillo, luego revisé cada habitación del segundo piso, pero no encontré rastro alguno de Thomas. Parecía haberse desvanecido en el aire.

Bajé, y al pie de la escalera me detuve para observar la puerta prohibida. Al igual que un recuerdo vívido, la advertencia de su padre se reflejó en mi memoria. A diferencia de Thomas, siempre asocié ese lugar con algo negativo. Pero de repente la puerta se abrió tan solo un poco, como si me estuviera invitando a pasar.

Thomas pudo haber entrado mientras me encontraba lavando la vajilla, pues cuando Ashton pasó, la puerta estaba cerrada de manera correcta, y como para responder a mi pregunta, desde el interior provino un repiqueteo seguido por un estruendo que puso al suelo a temblar.

Impulsada por la preocupación, rápidamente me atrevía a cruzar el umbral.

Las luces se iluminaron de manera automática, revelando los escalones de piedra dispuestos en forma de media luna.

Acomodé mis cabellos sueltos detrás de los hombros y empecé a descender, aunque de repente sentí como si mis pies se volvieran de plomo.

Al llegar al último escalón, mis ojos fueron agredidos por las paredes claras del cuarto. La habitación era amplia, similar al primer piso, y estaba iluminada por una intensa luz blanca que se extendía por todas partes. A pesar de lo que pude imaginar alguna vez, el lugar se encontraba bien conservado.

Pero Ashton, ¿en dónde estaba?

Me dirigí a las primeras estanterías de cristal, y que formaban dos columnas extendidas como un laberinto a lo largo de la habitación.

Avancé entre los pasillos, observando los diversos objetos que se encontraban dispuestos de forma cuidadosa. Había armas antiguas, máquinas de escribir, muñecas de porcelana, cajones, libros y hasta la zapatilla de su abuela. Una reliquia.

Con cautela me acerqué a las estanterías que habían sido derribadas, observando el polvo que todavía flotaba en el aire. Aunque todo estaba ordenado en el resto de la habitación, el desorden en este rincón específico destacó.

Comencé a examinar los objetos dispersos en el suelo, tratando de encontrar pistas sobre lo que pudo haber ocurrido.

Entre los escombros, hallé libros desordenados, frascos de vidrio rotos y diversos objetos antiguos.

Mientras investigaba, mis pensamientos se llenaron de preguntas. ¿Qué pudo causar este desorden? ¿Fue un accidente o hubo algo más detrás de ello?

—¿Thomas? —lo llamé preocupada. Sin embargo, fue la voz de Ashton la que me tomó por sorpresa al pronunciar mi nombre. Sonó lejana, como si proviniera de algún sitio bajo el suelo.

Busqué con la mirada, pero la luz hacía acto de presencia en toda la sala.

—¿En dónde estás?

—¡Rápido, sal de aquí!

El particular estruendo como de un gran tronco de madera, al caer al suelo, me hizo voltear hacia el viejo cajón que, cuando pasé por al lado, me pareció verlo apoyado al muro. Era un sarcófago, y Ashton está ahí. No pude pensar en otro escondite más perfecto para él.

Mientras avanzaba al sitio en el que se escondía, mis pasos se vieron interrumpidos por un objeto. Mi pie había chocado con un retrato roto, dispersando pequeños fragmentos de cristal por el suelo. Sin embargo, mi atención se centró de inmediato en la fotografía que se encontraba en su interior, llamándome con una curiosidad irrefrenable.

Con cuidado, recogí el retrato quebrado, sintiendo cómo mis dedos rozaban los bordes rotos. Mis ojos se posaron en la imagen revelada ante mí, y me costaba creer lo que veía. La fotografía capturaba un momento del pasado, un instante congelado en el tiempo que me dejó perpleja.

—¿Zara? —Thomas emergió de detrás de una de las estanterías, su figura delineada por la tenue luz que bañaba la habitación.

Mis labios temblaron al examinar la antigua instantánea que sostenía entre mis manos una vez más. El contraste entre el pasado y el presente se volvía tangible, generando una oleada de emociones y preguntas en mi interior.

—Tu abuelo... —expuse.

Se adelantó un paso, exigiendo con un gesto que se la entregara. Me negué, y al retroceder tropecé con el sarcófago.

—Tu abuelo y el padre de Ashton se conocían. —Y a juzgar por la cercanía de ambos en la instantánea, parecían ser buenos amigos.


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¿Se imaginan encerrarse en un sarcófago como Ashton lo hizo? 🥴


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La sombra de los caídos ✓Où les histoires vivent. Découvrez maintenant