Capítulo 03

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CAPÍTULO 03

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Su rostro se acercó despacio al mío mientras, sobre la cama, descendió hasta devolverla a su posición original. Parecía sumergido en sus pensamientos, y yo todavía continué sin creer que estaba ahí, en frente de mí.

—Por fin —murmuró. Su voz era ronca, aunque dulce y armoniosa. Se trataba de una melodía exótica que acabó por confirmarme que era extranjero. Pero también estuve segura de haber sentido su aliento acariciar mi frente. Eso lo volvió real, más de lo que pensé que podría ser un fantasma.

Asomó la mano detrás del colchón. Sus dedos rozaron mi cabello, algo que, al parecer, ocasionó mayor reacción de asombro en él que en mí. Como si apenas hubiera notado que también me encontraba presente, a tan solo algunos centímetros de distancia.

Cuando su mano tembló, fui consciente de su nerviosismo. Pero al final acabó por alcanzar un objeto en el suelo.

Entorné la mirada cuando, con agilidad, el medallón empezó a jugar sobre sus dedos. Ya no brillaba, pero saltando del índice al corazón, dio un giro encima del anular, y del meñique regresó por el mismo camino. ¿Cómo lo hacía? Estaba segura de que esa cosa tenía un peso importante.

Se impulsó, y sin presentar ningún tipo de problema, aterrizó lejos de la cama.

Creí que me había visto, pero él giró sobre sus talones, y ya tan solo escuché el eco de sus pasos, llevarlo fuera de la habitación.

Aun después de abandonar mi alcoba, sus zapatos de charol resonaron como tacones contra las tablas del piso y que, a mi parecer, no delataron ninguna prisa.

Cada movimiento ejecutado por él fue eso en particular: refinado.

¿Podía ser posible?

Era un fantasma que emanaba elegancia al caminar sobre el suelo, y como solo podría hacerlo cualquier persona viva.

Medité, pero eso tampoco cambió el hecho de que lo vi volar sobre mi cama.

Mientras me desinflaba como una bolsa, mantuve los ojos muy abiertos, mirando hacia el techo sin hacerlo en realidad.

¿Qué había sido todo ese espectáculo? Todavía tenía la piel erizada, y mi boca era incapaz de gesticular cualquier sonido.

Después de algunos minutos, y de contar con pensamientos sin ningún tipo de lógica, por fin me levanté.

Mi habitación era un completo desastre, producto de la visita de un huracán llamado Ashton. Había objetos no identificados esparcidos por el suelo, y mi aparador tirado de boca en el piso.

La sombra de los caídos ✓Where stories live. Discover now