Taciturn devotion | MinSang

Capitulo 10

"Desde que te conocí, brindar suspiros al cielo fue el florecer más hermoso de mi amor"

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Una semana atrás, el aire caliente que golpeaba su rostro sin un poco de piedad le hubiera molestado, odiando en demasía el sofoco del verano; hoy no era el caso. El instantáneo regocijo que revoloteó su pecho una vez puso un pie en la calle se sintió como el mejor de los elixires para su persistente dolor de cabeza.

Le hubiera gustado haber tenido el tiempo de correr a su departamento para cambiar el asfixiante traje que debió de utilizar en aquel inesperado almuerzo con sus jefes por una vestimenta más casual, pero no quería hacer esperar más a Yeosang, quien parecía realmente emocionado por llevarle a quién-sabe-dónde.

Tan tierno como siempre.

Envió el último mensaje indicando que estaba en camino, dispuesto a guardar el dispositivo en su bolsillo cuando una nueva notificación captó su atención asomándose por la parte superior de la pantalla.

— ¿No tenías prisa? ¿Qué te sucede ahora?— Sangwon a su lado se mostró preocupado por la repentina quietud del abogado.

Su amigo había estado la última hora de un humor que podía fácilmente competirle a los temibles agujeros negros, contestando con fingida cortesía a sus superiores y otorgándoles miradas afiladas a sus pares antes de, finalmente, poder abandonar el restaurante a la velocidad de un parpadeo. Y, aunque había refunfuñado tal que un infante, prometió dejarlo en su casa como agradecimiento por acompañarlo a la dichosa comida que ni siquiera le correspondía.

Sin embargo, el castaño se había quedado petrificado en el asiento del conductor de un segundo a otro con los ojos fijos en su celular y un ceño profundamente fruncido. Se veía confundido, casi hasta mortificado, lo cual era inusual en quien no solía darle importancia a nada en particular.

— ¿Acaso tu Julieta te canceló, Romeo?— bromeó, para variar, pero solo recibió una negación de cabeza— ¿Min?

— Que apodo tan cursi, Sangwon— reaccionó de una vez, burlándose. Guardó el aparato en el bolsillo de su pantalón, ajustándose el cinturón mientras hablaba—. Me sorprendió recibir el mensaje de un viejo amigo, es todo.

La idea era, por mucho, descabellada. Lo que hizo a su interlocutor resoplar incrédulo.

— ¿Tienes amigos?

— Serás imbécil— gruño, encendiendo el auto— No hemos hablado en un tiempo... años, de hecho. No comprendo qué expectativas podría tener sobre mi al invitarme a beber.

— ¿Cómo es lo que decía tu madre?— comentó rascando su mentón, fingiendo pensar— Eso de que cuando personas de tu pasado aparecen de la nada es porque estás a punto de morir.

— Si sigues hablando te juro que te dejo en medio de la avenida.

El azabache soltó una risotada, más no volvió a hablarle en lo que duró el viaje.

Algo sobre ese "viejo amigo" no le daba buena espina y no entendía por qué. Tal vez era la notable tensión acumulada en los hombros de Mingi o puede que solo estuviera sufriendo de unos celos estúpidos por no ser el único amigo del castaño, pero Sangwon se creía un poco más sensato. Decidió mantener la guardia arriba ante cualquier novedad que pudiera obtener sobre el asunto.

El abogado, por su parte, sacudió cualquier pensamiento de su ser para encontrarse con los ánimos renovados. Aparcó, a la espera del niño que le robaba sus más vergonzosos y furtivos suspiros, y cuando lo tuvo en frente lo detalló de pies a cabeza. Ese jardinero púrpura que le quedaba holgado y el sombrerito blanco que protegía su cara de los feroces rayos del sol hacían ver a Yeosang tan aniñado que incluso se sintió un pervertido.