Capitulo 9

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"A ti, quien tiene miedo porque todo el mundo te lastima,
¿puedo acercarme?

Hasta que florezcas hermosamente como una flor en primavera, estaré contigo"

✿✿✿

— Parecen buenos— la tenue voz del rubio llegó a sus oídos como una suave brisa cálida a sus espaldas mientras metía las cápsulas en la máquina.

No acostumbraba tomar café luego de la cena. De hecho, no era una persona a la que le corriera cafeína por las venas normalmente. Tampoco acostumbraba traer alguien a su piso, así como tampoco solía invitar a nadie a cenar con su familia, mucho menos dejarle quedarse hasta pasada la medianoche ya que él solía dormir temprano.

Pero hoy no le importaba en lo absoluto su estructurada rutina.

Mingi volteó, dando de lleno con un Yeosang perdido entre el gris y el azul marino de su cocina, delineando la encimera con sus dedos. Le gustó el contraste que hacía en su cocina con ese sweater de tonos coral.

El más alto lo observó expectante hasta que el contrario debió aclarar sus palabras cuando sintió esa mirada sobre él, bajando su brazo hacia el costado de su cuerpo y permaneciendo inmóvil. El castaño prefirió ignorar cuán tenso parecía.

— Me refiero a su cuñada y a su hermano. Ella parece estimarlo mucho— una estela de estrellas iluminó el gesto del mentado.

Obnubilado por la sublime imagen, debió apartar la mirada a regañadientes o su corazón no iba a soportarlo; ya lo sentía golpeando sus costillas a un ritmo violento.

— ¿Sería muy extraño de mi parte decir que una chica cinco años mayor actúa como una figura materna en mi vida?— no lo miraba, más por el sonido de su voz, sabía que estaba sonriendo— Hubo un punto en mi adolescencia donde ya no soporté estar en casa, necesitaba salir de ese lugar cuanto antes o iba a volverme loco. ¿Azúcar?— desvió su atención del granito para tomar la taza que su mayor le ofreció junto a un tarrito de porcelana con diseño de panda en la tapa—. Como sea, Daeun y Minseo prácticamente me adoptaron cuando se mudaron a Seúl. Era apenas una casucha en los límites de los barrios bajos y el centro, pero fue mi hogar por mucho tiempo— se calló de pronto, perdido en su ensimismamiento por unos segundos—. Ese día en que preguntaste si le confiaría a alguien mi vida... creo que ahí tienes tu respuesta. Ellos velaron por mi aún cuando no tenían por qué cargar con esa responsabilidad, les debo demasiado.

— ¿Es muy descuidado de mi parte preguntar el motivo?

— ¿De huir de mi ciudad natal?— el menor asintió, tomando un sorbo— ¿Conoces la frase: "pueblo chico, infierno grande"? Así era el lugar donde crecí.

— ¿Le hicieron daño, hyung?— el tinte lastimero en su voz reptó hasta su alma y debió hacer acopio de todas sus fuerzas por no curvar demasiado los labios.

Le gustó verlo preocupado y le gustó más aún tener su total atención sobre él. ¿Qué tan egoísta y delirante sonaba eso?

Le dio la espalda al dirigirse a la sala para tomar asiento en el confortable sofá, aguardando porque el otro, tímidamente, le siguiera.

— Mis padres siempre apoyaron mis decisiones, pero temían que la mirada del resto afectara mi comportamiento tarde o temprano.

— ¿Y pasó?

— Por el diablo que no— escupió—. Sin embargo, la situación se tornó insostenible. Era irritante lidiar con miradas displicentes a diario y comentarios que pretendían ser amigables. Al final mandé todo al carajo y di hasta la última gota de mi esfuerzo para obtener una beca en otra escuela. Cuando lo logré, pedí que me transfirieran y no volví a ese lugar, ni siquiera para visitar a mamá y a papá.

Taciturn devotion | MinSangDonde viven las historias. Descúbrelo ahora