Capitulo 7

82 11 0
                                    

"Todas las flores pueden florecer. A algunas les toma un poco más de tiempo, pero no significa que no vayan a hacerlo."

✿✿✿

Cuanto más observaba la versión satirizada de su departamento, menos lo creía. Los intrusos acaparando su espacio personal hacían mella en su cordura, impidiéndole pensar con claridad.

No recordaba cuándo fue la última vez que alguien que no fuera su familia –o Sangwon, en su defecto– pisó su casa. Se sentía extraño.

Sobretodo cuando uno de los invasores resultaba ser un animalito peludo de cuatro patas y los otros dos eran prácticamente unos desconocidos. ¿Será que tenía ya un par de tornillos flojos?

Los polizones admiraban el espacio con total atención desde la sala, parecían analizarlo todo una, dos y tres veces. Cada adorno, cada rincón, cada mueble. Estaban maravillados por el lujo, pero impactados por la frialdad y la soledad que cubrían el aroma del "hogar".

Yeosang divisó algunos portarretratos de pinturas hechas a mano en la mesa de entrada, allí donde Mingi dejaba sus llaves, así como otras pocas fotografías de –quienes imaginaba era– su familia regadas por las paredes. Además de eso, no habían más que diplomas y maestrías. Aparentemente, no tenía fotos con sus amigos, tampoco una mascota, solo se repetían los mismos tres rostros. Mucho menos encontró indicios de algún amor. Todo era prácticamente impersonal, vago, pretencioso... vacío.

En realidad, era algo que venía deduciendo por las pocas charlas que mantuvieron y el lenguaje corporal del mayor, pero no parecía contar con una vida muy animada. ¿Mingi estaba realmente bien con eso? Sintió feo en su estómago, pues no sabía si era peor que el mayor se sintiera acongojado por su situación o que estuviera bien siendo un cero a la izquierda rodeado de lujos innecesarios.

— Creí que...—  Yeosang soltó de repente. Hablaba más para sí mismo, aunque el dueño de la casa logró escucharlo. El rubio sacudió su cabeza, preso de una duda que, sin querer, dejó escapar:— Señor Mingi, ¿usted no tiene pareja?

La risa mal disimulada de Sangwon a sus espaldas casi hace que lo estrangule allí mismo.

El ceño fruncido, hombros cuadrados y una mueca disgustada en la boca, sobrecogieron al chico cuando volteó a ver al abogado, arrepintiéndose en el acto por la pregunta.

Lo sabía. Su intromisión de por sí lo había puesto ansioso. Podía intuir que aquel no era del tipo que invitara personas a la ligera a pasar. Se lo notaba incómodo, tenso, hasta disgustado en cierta medida. No quiso sentir pena, de verdad que no, pero no pudo evitar la desazón amarga que se instauró en la boca de su estómago. Ni él mismo entendía sus pretextos, no obstante, algo en su alma torpe y quejumbrosa le aseguraba que un hombre como Song Mingi no había nacido para ser tan huraño.

— ¿No te parece descortés preguntar eso?— replicó, tajante. Yeosang tragó duro, agachando la cabeza.

— Pensé que se trataba de una acepción personal mía— comenzó Wooyoung. Él ya estaba preparándose para lanzarle un golpe—, pero tal parece que Mangi es un verdadero sicario de querubines. Cupido debe odiarte por clavarle sus propias flechas en el- ¡Ouch! ¡Eres un ordinario, Yeosang!— chilló mientras sobaba su nuca que, probablemente, se pondría del mismo color de su cabello.

¿Mangi?

Esto se estaba poniendo cada vez más humillante.

— ¿Cuándo te di vía libre a tratarme con esa confianza, incorregible?

El pelirrojo hubiera estado totalmente predispuesto a rebatir, sin embargo, su amigo fue más rápido en taparle la boca a la par que le recordaba que estaban en casa ajena y que deberían de mantener un grado de decoro. Mingi contuvo una risa al ver al rubio actuar como una madre histérica mientras lo empujaba hacia la salida.

Taciturn devotion | MinSangWhere stories live. Discover now