Capitulo 6

84 15 0
                                    

"Esperaré cuanto necesites, mientras tanto floreceré en silencio. Pero una vez que mis pequeños gestos lleguen a tu corazón, ¿vendrías hacia mí?"

✿✿✿

— ¿Y qué con tu nuevo amigo ese, el cascarrabias? ¿Debo preocuparme de que le robe el lugar a Seonghwa?

El mentado miró al rojizo con mala cara antes de continuar cortando los tallos rebeldes de una enredadera. Yeosang reposaba su pierna accidentada sobre uno de los asientos del mostrador con el gatito bengalí descansando en su regazo mientras su amigo lo enfrentaba desde el otro lado.

No importó cuántas veces Seonghwa le repitiera que debía quedarse en su casa descansando, ni siquiera los retos de su propia madre surtieron efecto en él. Yeosang era demasiado testarudo cuando quería. Jamás faltaba al trabajo, podía contar con los dedos de su mano las veces que había tenido que ausentarse, contra su voluntad, en dos años. Nada iba a detenerlo, mucho menos una pequeña mordida.

Además, ese día estaba de muy buen humor. Se había despertado antes de que su alarma sonara, se había duchado y perfumado con sus aromas favoritos. Había desayunado –cosa que rara vez hacía– y las zarzamoras, la crema y el café pintaron dulcemente su lengua. Sus papilas gustativas le agradecieron el gesto, él se sintió pleno.

Hacía tanto que no sentía de esa manera, así que aprovecharía cuanto durara. Aferraría su alma a ello tanto como pudiera. Quería recuperar su corazón de una vez.

— ¿Te refieres a Mingi?— tanteó, luego de salir de su ensimismamiento. El cobrizo asintió con una sonrisa pícara en su rostro.

— Sí, sí. El abogado del Diablo, ese mismo. ¿Cómo se conocieron?

— El año pasado nos vimos por ahí mientras trabajaba, parecía perdido— hizo un ademán desdeñoso con la mano, restándole importancia. Divisó por el rabillo del ojo al mayor de los tres prestándole total atención—. No lo volví a ver hasta hace dos meses cuando apareció en la floristería para pedir ayuda con la boda de su hermano. Por alguna razón, Gaeul lo adoró desde el primer momento.

— Bueno...— uh, no— Ya sabes lo que dicen de las personas a las que se le pegan los animales.

— No empieces, Woo— demandó con fingida irritación. Wooyoung era demasiado transparente—. Ni creas que me olvidé de lo que hiciste con esa aplicación de citas espantosa.

— ¡No empecé nada! ¡Y te dije que ya la borré! Agh. Es increíble que no me dejes usar tu lógica en tu contra— protestó, dejando caer su espalda contra el respaldo de la silla—. Como sea, él da un poco de miedo, pero no parece malo. ¡Aparte, está buenísimo!

— Oh, por supuesto que empezaste— aunque Seonghwa hubiera mascullado por lo bajo, ambos amigos oyeron con claridad, desatando una nueva diatriba entre la hiena y su hyung. Lo usual de cada día.

El rubio dejó al animalito cuidadosamente sobre la encimera y se dirigió a paso lento hacia el invernadero que tenían en la parte trasera, donde criaban sus propios brotes. Contrario a lo que muchos creían, no todas sus especies disponibles provenían de otro distribuidor. La gran mayoría había nacido con el trabajo de su alma, paciencia y cuidado. Les dedicó unas pocas palabras y rio otro poco, aún si no le respondían realmente.

Recordó entonces tomar una flor en específico y disponerla en una linda maceta como era debido antes de llevársela consigo a la parte principal. Dejándola sobre una mesa de mármol a unos metros de sus amigos, rogó porque no la tiraran en medio de su juego de manos.

Taciturn devotion | MinSangWhere stories live. Discover now