Capitulo 3

124 19 1
                                    

"Cada vez que huela un clavel, inevitablemente pensaré en ti."

✿✿✿


La siguiente vez que Mingi vio a Yeosang, este cargaba con un cachorro envuelto entre sus brazos.

Últimamente se sentía más sofocado que de costumbre. El encierro en su oficina estaba destrozándolo como una enfermedad silenciosa, por lo que su asistente le había sugerido tomar aire con más frecuencia; éste a veces le acompañaba y otras no, pero Mingi lo agradecía internamente.

Era una de las pocas personas –por no decir, la única– con la que mantenía un vínculo medianamente estrecho.

Fue entonces cuando notó al rubio aproximarse a toda velocidad mientras estaba sentado en una de las mesas de afuera en una cafetería del centro de Seúl. Por poco creyó que había presenciado un espejismo. Sólo alcanzó a ver que su mano ya no estaba vendada y la postura desgarbada a la que su espalda estaba habituada.

El florista pasó por su lado sin prestarle la más mínima atención, al igual que en esa accidentada mañana en aquel restaurante semanas atrás.

No le sorprendió, ese chico siempre parecía perdido en su mundo.

Y Mingi sólo era un intruso situado en una realidad alterna.

Lo vio reiteradas veces escabullirse por las calles con cachorros de diferentes razas, tamaños y colores, bien cobijados bajo una manta o por dentro de su chaqueta para resguardarlos del frío.

¿Acaso el tipo rescataba animales o se los robaba? A veces pensaba en si no lo vería pasar con un cordero o un becerro bajo el brazo. 

Algunos días se lo notaba más radiante, otros, tan apagado como el cielo que tronaba magno y oscuro avecinando la tormenta. En algunas oportunidades, su rostro estaba completamente tapado por un cubre bocas y la capucha de su abrigo. Otras veces, dejaba al desnudo su rostro sin una gota de maquillaje o un mísero atisbo de alegría.

La última vez que se lo encontró, hacía dos días exactamente, tenía el cabello tan corto que ya ni siquiera podía recogerlo o peinarle trencitas como solía hacer.

Se sorprendió al darse cuenta de la atención que le había prestado.

Fue peculiar notar que sólo bastó con hacerse consciente de la existencia de ese chiquillo para comenzar a coincidir en cada lugar, cuando en el pasado no se habrían cruzado ni por casualidad.

— Su padre llamó a la oficina esta mañana— habló su asistente, diplomático, cortando el hilo de sus pensamientos. Mingi frunció el entrecejo.

— Te dije que no me hables formal fuera del trabajo, Sangwon. Tenemos la misma edad, es extraño cuando no usas banmal conmigo. Me siento un puto anciano y tu pareces un maldito robot— aprovechó para destensar el cuerpo con ligeros estiramientos. El aludido puso los ojos en blanco y bufó con un atisbo jocoso.

— Como sea, dijo que no logró ubicarte por celular y que deberías dejar de ser un mocoso. También mencionó que la próxima que no atendieras se tiraría panza arriba a mitad de la ruta.

Carcajeó ante la mueca disconforme de Sangwon y consideró darle un pequeño aumento al tipo por tener que lidiar con el maldito viejo dramático que era el señor Song.

Ese hombre debería saber que era más probable que su esposa lo asesinara antes de siquiera tener la oportunidad de matarse.

Ah, su madre era una mujer tan dulce.

— ¿Y qué quería? Además de atentar contra su vida.

— Parece que los preparativos del casamiento de tu hermano están patas para arriba y necesitan de tus convenientes contactos— Sangwon acomodó mejor el marco de sus lentes sobre el tronco de su nariz—. Creo que a tu madre estaba por darle una úlcera del estrés.

Taciturn devotion | MinSangΌπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα