(23) Lauder rompe el silencio.

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En algún momento de la noche el cansancio la había vencido, y siguió llorando en sueños. Lloraba tanto por su propio dolor como por el que debería estar sufriendo Alejo en ese momento, creyéndose una situación que no era. No, el señor Heist y ella no eran amantes, pero eso debía estar pensando Alé. Y aunque tarde o temprano podría explicárselo, sentía que algo se había roto en esa amistad. Una esquirla en la confianza que jamás podría ser reparada.

También lloraba porque se sentía traicionada y tonta. Tontamente traicionada. El señor Heist se burló de ella, una vez más. Llegó a creer que su visita al hipódromo era simplemente para ver a su hermana. ¿Por qué había olvidado que él no daba puntada sin hilo? Jamás se detendría hasta verla alejada de todos sus seres queridos, sola y humillada. ¿Por qué se había ensañado tanto con ella?

Cuando despertó sintió la cabeza pesada y el rostro hinchado. No estaba segura de la hora que era, pues la habitación estaba completamente cerrada, pero por debajo de la puerta divisaba una delgada línea de luz que no era artificial.

En uno de los sillones estaba Lauder, quien visiblemente también había pasado la noche allí, custodiándola. Estaba vestido igual y tenía el cabello despeinado.

Ambos se miraron durante unos segundos, sin decirse nada. Uno podía leer en el rostro de aquel hombre lo que quisiera, pues siempre era el mismo. Podía ser el carcelero que apretaba las llaves del calabozo en un bolsillo, o el compañero que era testigo silencioso del dolor ajeno.

-¿Ahora eres mi perro guardián, Lauder? –le preguntó Julia. Él no respondió.

Ella se revolvió en la cama. Sintió la incomodidad en la cintura tras haber pasado la noche atravesada en un colchón, con las piernas colgando. Logró sentarse y se acomodó el pelo enmarañado con los dedos.

-¿Tú lo sabías, Lauder? –indagó-. Puedo entenderlo de Kail. Es una persona sin escrúpulos. Pero quiero creer que tú..., que tú no lo sabías, o que por lo menos, hiciste algo para impedirlo.

Resopló, sabiendo que por suerte no tenía más lágrimas que derramar, aunque todavía tenía la voz quebrada y el pecho adolorido.

-Sé que fue él...quien movió los hilos para que mi hermana se vaya  del pueblo. Me quiere quitar todo. No va a parar hasta dejarme sin nada –se quejó-. Sara siempre insistió para que nos presentáramos juntas en el hipódromo, pues siempre quiso trabajar aquí. Y siempre encontró las puertas cerradas. Heist decía que ella era una basura, y una puta de taberna. La única vez que logró entrar, regresó a casa con el labio partido y el cuerpo lleno de contusiones. Y ahora, de pronto, me dice que la han recibido con la alfombra roja, que es bienvenida en este lugar acogedor y seguro... -se rió con ironía-, y hasta ha recibido una propuesta para trabajar en una fábrica, lejos del pueblo, quien sabe dónde... Heist no me lo dirá, y Sara no lo sabrá hasta llegar allí. Conozco sus manipulaciones.

En ese segundo de silencio tras el punto y aparte, Julia pudo escuchar el leve suspiro de resignación de Lauder. Aquella era toda su respuesta.

-Alejo debe estar destrozado. Peor que eso... decepcionado. Arrepentido, furioso... ¡Dios, debe estar sufriendo tanto! Pues porque aunque hubiera sido cierto, él se merecía que yo se lo dijera, y no enterarse de esa manera tan cruel. Kail ha sabido clavarle un puñal por la espalda. Sé que no va a morir, sé que tarde o temprano su herida cicatrizará y tal vez algún día me entienda y me perdone. Pero nada podrá borrar el recuerdo de este momento. Alejo es un muchacho sano y puro. Confiaba en mí ciegamente. Kail me ha quitado su lealtad, y le ha robado la inocencia. Ahora siento que no volverá a mirar el mundo de la misma manera.

No pudo evitar un quejido lastimero, un aliento seco y duro.

-¿Porqué ha tenido que hacerle eso a Alejo? El no es nadie, es solo un soñador, un niño..., un ser insignificante para Kail. ¿Qué placer puede haber en derribar a alguien que ni siquiera está de pie? –Miró a Lauder, pero sus ojos seguían vacíos- ¡Dime que tú no sabías nada de esta tramoya, Lauder! Dímelo....

Las Runas de JuliaNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ