IX: Problems.

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El Halazia les hizo compañía un par de días, pues al parecer los capitanes tenían asuntos pendientes, cosas de piratas se dijo Minho cuando preguntó que estaban haciendo. Seonghwa se acercó un par de veces a conversar y la nostalgia lo embargaba viendo ese rostro pero su personalidad era completamente diferente al chico que el conocía aunque de alguna manera se sentía satisfecho de ver a su mejor amigo feliz al lado de alguien que lo amaba. 

Algo que no dejó nunca sus pensamientos fue el encuentro con aquella bruja, que huyó despavorida al mencionar el collar de su abuela. Por las noches observaba la fina joya resplandeciente tratando de encontrar algún mensaje oculto que le diera la respuesta para volver a casa. Ahí tenía a su familia; Seonghwa, su madre y los pequeños felinos que siempre le acompañaron en los momentos más difíciles de su vida. La vida en el océano no es mala, los chicos por lo general le hacen compañía y las pocas misiones a las que le han permitido unirse han sido divertidas pero ese no es su lugar, él no pertenece ahí. 

Toda su vida se sintió desplazado, su madre trabajando todo el día para darle una mejor vida le impedía sentirse como los chicos de su edad. Seonghwa a pesar de vivir con sus abuelos, estos siempre le daban toda la atención y cariño que necesitaba, iban a sus presentaciones escolares, preparaban la comida favorita de Seonghwa en su cumpleaños y lo apoyaban en todo. En cambio él siempre tenía que fingir una sonrisa ante los señores Park excusando a su madre por no haberlo acompañado a la tonta feria de ciencia del colegio diciendo que probablemente estaba ocupada con el trabajo, a pesar de todo no era una mala madre solo que en ocasiones así se notaba la ausencia y echaba en falta el amor maternal. De su padre ni hablar, cuando se fue dejó a un pequeño Minho lleno de inseguridades, ¿acaso no soy suficiente?, ¿por qué papá no me quiere?, ¿se cansó de que fuera tan torpe? Por mucho tiempo resintió el rechazo y abandono de su progenitor pero con la madurez llegó a la conclusión de que tal vez él nunca estuvo preparado para ser padre.

En la tripulación encontró personas igual de rotas que él y aunque eso sonaba sumamente egoísta, podía sentir como los pedazos que le faltaron todo este tiempo se sentían completos al lado de personas que tuvieron que pasar por situaciones complicadas. Seguía sin creer que Seungmin y Yeji fueran una pareja casada, se veían tan jóvenes. Aunque ahora comprendía las muestras de afecto que en ocasiones mostraban, como las palmadas en la espalda hacía la chica cada que llegaban a las tabernas y ella se alejaba para robarle a los viejos rabo verde que se alborotaban por la presencia de una jovencita en su mesa que ignoraban como sus pertenencias desaparecían.

—¿Todo bien amigo?—preguntó una voz a su espaldas. Al no estar familiarizado con la voz volteó sorprendido de ver a Hyunjin ahí. Con su largo cabello negro recogido en una pequeña coleta, sus ojos brillantes y postura recta. No le sorprendía para nada saber que era un príncipe, la manera delicada de actuar le había dado una pista pero no se atrevía a preguntar, al menos hasta que Chris le contó una parte de la historia. 

Hwang Hyunjin es en pocas palabras; hechizante. Tiene una belleza que te atrapa, sus movimientos parecen ejecutados con precisión y todo parece más elegante cuando él realiza cualquier acción, digno de alguien con sangre real.

—Sí ya sabes, estaba pensando. Recordando mi hogar—dijo con nostalgia, observando la luz de la luna llena sintiendo un cosquilleo por su piel sin saber realmente porque. Un sentimiento recurrente en él pero nunca le dió demasiada importancia como ahora, ya que este era mucho más fuerte.

—Te entiendo. Yo también extraño el reino, pero supongo que fue el destino quien me puso en este barco. He conocido lugares maravillosos al lado de las personas que quiero, ¿qué más podría pedir?

—Tienes razón.

Conversaron tranquilamente, Minho conoció más a Hyunjin encontrándolo fascinante. Las anécdotas que le narraba sobre el palacio junto a Yeji eran divertidas, su imaginación retrataba a dos mellizos pequeños haciendo travesuras enterneciéndolo, los Hwang habían heredado buenos genes. Cuando Minho pensaba contarle sobre la vez que se escondió de sus padres en el centro comercial se sintió extraño, un ardor en el pecho lo alertó que algo andaba mal.

El collar de Minho comenzó a brillar con insistencia, volviendo su luz más brillante asustando a ambos. Este lo miró asombrado, la luz aumentaba considerablemente hasta que cegó a los presentes, Hyunjin no supo que había sucedido pero se alarmó al abrir los ojos y ver al castaño en el suelo inconsciente. 

—Hey, Minho despierta. No es gracioso—lo movía pero este no respondía, asustado comenzó a llamar a todos. La cubierta se llenó observando al cocinero desmayado, Hyunjin no sabía que hacer pero les sorprendió la reacción del capitán. Su expresión denotaba preocupación, con rapidez llamó a Wooyoung que era el más experto en temas de curación, llevándolo al camarote de Minho para revisarlo a profundidad.

Este por su parte estaba en un lugar desconocido, cuando despertó se encontró en un bosque pero el ruido de un carruaje lo alertó, escondiéndose entre los arbustos. El relinchido del caballo y sus pezuñas deteniéndose demostró que el jinete se había detenido por algo, de esta bajaron lo que el supuso era una joven pareja. El hombre vestía ropa elegante junto a la mujer de largo cabello, sus rostros no se distinguían por la lejanía hasta que el hombre de cabello tan rizado como Christopher volteó en su dirección como si supiera que estaba ahí, dejándolo congelado. Habrán pasado los años y el hombre obviamente se veía más joven pero sabía perfectamente de quien se trataba. Sentía su mirada perforarle el alma, recordando las largas noches de historias,  tardes de juegos y risas. La piel pálida, sus ojos grandes y resplandecientes.

—¿Papá?

La joya del mar MINCHANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora