V: Flying ship.

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La noche pasó rápido, toda la tripulación volvió al barco cayéndose por la excesiva cantidad de alcohol ingerido excepto por Minho que solo bebió un vaso de agua en aquel bar. Terminaron dormidos en estribor sin preocuparse por volver a sus habitaciones, Minho pasó la noche en vela admirando el cielo y oyendo las relajantes olas del mar chocar contra las rocas o la superficie. Siempre trataba de evitar la playa pues al no saber nadar le daba miedo terminar ahogándose, irónicamente así fue y terminó en otro universo donde los piratas son reales. Por estar sumergido en sus pensamientos no notó cuando alguien se poso a su lado hasta que le dirigió la palabra.

—Es lindo ¿no?

Se sobresaltó porque no sintió a nadie venir pero se calmó al ver que solo era el capitán, este miraba al cielo estrellado mientras recargaba sus brazos en el borde de madera, la luna alumbraba su rostro acentuando sus facciones. Esa mandíbula marcada, su nariz grande y aquellos ojos tan penetrantes que se veían demasiado bien con el contorno negro. Su cabello oscuro con rizos le daban un aura elegante, su piel pálida brillaba con la luz plateada. Tenía que admitirlo, el hombre es demasiado atractivo. Cuando se percató de sus pensamientos volteó la mirada sonrojándose. Esperaba no haber sido demasiado obvio, recordando que el mayor le preguntó algo decidió responderle para no quedar como un idiota.

—Sí, es lindo. Aunque algo aterrador— confesó con timidez, la compañia de Christopher seguía volviéndolo más torpe de lo que ya es.

Chan asintió quedamente, admirando el panorama que le ofrecía el mar. Al contrario de Minho, su presencia le ponía algo ansioso, seguía sin saber de donde viene o quien lo mandó, bien podría tratarse de algún enemigo y ellos lo recibieron en su barco con los brazos abiertos. Además le parece extraño, tiene esa forma de hablar muy peculiar y en ocasiones parecía un gatito perdido con esos ojos marrones tan brillantes. Su rostro se veía lo suficientemente maduro para ser un niño así que probablemente rondaba en la misma edad que Felix.

—¿Aterrador? ¿Te da miedo el agua?—comentó con una pequeña sonrisa burlona sin esperar que fuera cierto.

—Sí. No sé nadar, cuando volvía a mi hogar algo se estampó contra mi...barco y caí, por eso pensé que había muerto— comentó recordando su accidente como si hubiera sido ayer.

Interesante, tal parece que el pequeño es buen mentiroso o realmente no sabe como llegó hasta ellos pero esperaba conocerlo antes de que las cosas se complicaran y pusiera en riesgo a la tripulación. Aun no sabe si estaba lidiando con el enemigo, incluso podría ser una bruja haciéndose pasar por un vagabundo para infiltrarse en su barco. Con la misión de investigar más sobre el pasado de ese chico se atrevió a preguntarle más cosas sobre él.

—Y bien Minho ¿tienes familia que te espere?

Los ojitos brillantes se opacaron ante esa pregunta del mayor haciendo que un pequeño hueco se formara en su corazón, el azul que normalmente resplandecía como si de un zafiro se tratase se apagó de repente. Mierda, debería de tener más tacto al hablar se recriminó mentalmente el pelinegro. Cuando quiso cambiar de tema este se le adelantó.

—Sí...mi madre y tres gatos, me pregunto como estarán.

El mayor soltó una carcajada por la manera en que se preocupaba por unas simples mascotas haciendo al menor fruncir su ceño ¿qué era tan gracioso? Chris seguía riéndose de él y eso lo desconcertaba. Su risa es linda pensó Minho. Tratando de regular su respiración tomó una boncada de aire y cuando se calmó se dirigió hacia él.

—Lo siento chico, es que me resulta muy gracioso que hables sobre unos gatos de esa manera—se limpió las pequeñas lágrimas que soltó por la fuerte carcajada, tenía tiempo sin reírse así.

— ¡Por supuesto! Soongie, Doongie y Dori son mi familia también. No lo comprendería capitán, se ve que no es bueno con los animales— comentó ofendido, cruzando los brazos dejando ver un tierno puchero. «¿Sus labios siempre han sido así de rojos?» Pensó mientras sus ojos admiraban la mueca de Minho.

—Claro que podría contra unas temibles bestias peludas, nada es impedimento contra el capitán Bang— dijo con orgullo, alzando su mentón para reafirmar sus palabras.

—Le tiene miedo a los gatos ¿cierto?— preguntó con gracia, descubriendo la verdad.

—Cállate mocoso.

Con esa agradable charla ambos sintieron que algo cambió en sus corazones, el mayor pensó que no era tan malo después de todo tener al castaño en su barco y Minho comprobó su teoría de que el capitán solo tiene una apariencia temible pero es alguien con quien se podía convivir tranquilamente. Sus ojos comenzaban a cerrarse debido al sueño siendo reprendido por el azabache que lo mandó directo a dormir como si de un niño se tratase, sin mucha objeción se tiró a su cama soñando con el sonido de las olas y unos ojos verdes brillantes.

Al despertar todos parecían zombies pero el capitán les gritaba ordenes desde temprano para tener todo listo pues comenzaría su nuevo viaje a otra tierra a la que se dirigían antes de que adoptaran al nuevo integrante. Todos movían las cuerdas, ajustaban las velas y cuando estaban listos este dió la orden de despegar. Minho no entendió a que se refería hasta que un sonido le alertó, todo vibró pero nadie parecía preocupado por este hecho más que él. Sus ojos se abrieron al notar que el barco comenzaba a elevarse por encima del mar, se asomó viendo como el mar se alejaba cada vez más volviéndose una diminuta mancha azul entre tanta nube.

Minho no podía creerlo, el aire acariciaba su piel y las nubes rozaban su rostro sintiendo su textura parecida al humo de los cigarrillos pero mucho más espesa. La única vez que viajó en avión su lugar daba hacía el cielo mientras imaginaba como se sentiría tocar una nube, ahora por fin había experimentado esa sensación tan extraña. Nadie le tomaba importancia a que estaban literalmente volando en un barco pirata, ¿acaso esa cosa tenía alas? ¿qué clase de magia negra es esto?

—Supongo que nunca habías visto una nave así ¿cierto?

El rubio que hoy llevaba una linda coleta alta le preguntó sacándolo de su estupefacción. El pecoso lo miraba con una sonrisa llena de orgullo, la primera vez que vió al Black Swan volar también tuvo esa reacción. Minho seguía sin creer que la magia era real pero cada vez se convencía más que todos aquellos cuentos que le contaban a la hora de dormir no eran del todo ficticios.



La joya del mar MINCHANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora