II: Pendant.

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Después de pasar todo un fin de semana sintiendo que se iba a morir decidió hacer lo que cualquier persona con sentido común e instinto de supervivencia hace cuando se siente mal; buscar los síntomas en Google. Mientras leía y comenzaba a preocuparse al creer que podría ser cáncer de garganta, una voz dentro de su cabeza le dijo algo realmente importante «Minho, estas estudiando medicina». Y así pudo maldecir al internet por toda la desinformación que había entre tantas páginas que alegaban ser genuinas. Analizando el malestar llegó a la conclusión de que tenía un resfriado. Con cansancio se acercó al botiquín en su baño y tomó unas píldoras que le ayudarían a sentirse mejor. «Estúpido Seonghwa con sus duchas heladas»

El tiempo pasó demasiado rápido, pensaba el castaño mirando su calendario indicando que ya estaban en el segundo parcial, agradecía haberse enfermado justo en la semana de descanso. Odiaba la época de exámenes pues sentía que su cabeza explotaría de tanta información y aunque afirmaba que iba a reprobar, terminaba sacando la nota máxima. Los profesores reconocían el gran potencial de Minho pero no podían negar que los problemas lo perseguían por eso nunca resaltaba como un buen estudiante sino como el problemático Minho al cual le ocurrían cosas desastrosas.

El trabajo de medio tiempo que tenía no era exactamente agradable pero la paga valía la pena, aunque eso no le impedía quejarse por morir del aburrimiento. Incluso en temporada de exámenes su jefe se apiada de él y le permite faltar para que se concentrara en sus clases, Jackson es un buen hombre. Aunque a veces lo hacía transportar cosas a una isla cercana y solo se lo pedía cuando había mucho trabajo que hacer, como en esta ocasión.

—Por favor, el viejo Choi me hizo un pedido y tengo que llevárselo hoy pero no puedo porque tengo junta con los proveedores. ¿Puedes llevárselo? Te pagaré extra.

Planeaba negarse pero la expresión desesperada de su jefe le ablandó el corazón y terminó aceptando. No es como si fuera la primera vez que hacía algo así, Jackson le prestaba su lancha a motor e incluso le enseñó a conducirla para casos de emergencia. La razón por la cual evitaba hacer estos encargos es porque no sabía nadar, algo muy tonto para alguien que ha pasado toda su vida en la playa pero no podía evitarlo, por alguna razón huía del mar desde que tiene memoria, el psicólogo dijo que probablemente su mente lo había bloqueado por un suceso traumático.

De camino a la isla no pasó nada raro, mantuvo cerca de sí el chaleco salvavidas ya que al no saber nadar, la paranoia lo consumía imaginando escenarios catastróficos donde terminaba fuera del bote ahogándose sin la salvación del plástico naranja, curiosamente el mar se encontraba demasiado tranquilo aunque su sexto sentido le alertaba que alguien lo estaba siguiendo pero al voltear no había nada. Descargó toda la mercancía con ayuda del nieto del señor Choi.

—Y con esto terminamos, es la última caja. Lamento que tuvieras que venir hasta acá, normalmente Jackson trae todo pero al parecer hoy estaba demasiado ocupado.

Beomgyu es un chico muy agradable, siendo el único nieto del viejo Choi vivía con él en ese lugar alejado aunque más que isla era otra playa enorme, por eso mucha gente iba y venía con facilidad desde Haeundae hacía Oryukdo. Después de que este le ayudara a bajar todo se despidió, el chico de gafas le deseó un viaje seguro y emprendió la vuelta hacía su hogar. De nueva cuenta sintió que lo estaban siguiendo pero antes de que pudiera cerciorarse llegó un fuerte golpe a un costado de la lancha. Este volteó sorprendido y vió como algo se movía a gran velocidad, de nueva cuenta sintió el impacto pero mucho más fuerte. Hubo un tercer golpe y con eso terminó por desarmar la lancha dejándole un gran agujero. Minho trató de tomar el chaleco salvavidas pero no estaba por ningún lugar, asustado lo buscó y no encontró el inflable naranja que literalmente le podía salvar la vida. Su transporte se terminó hundiendo y la desesperación lo embargó, el no sabía nadar. Gritaba y pedía auxilio pero el muelle se encontraba alejado por lo que nadie sería capaz de oírlo.

El agua comenzaba a colarse en su boca y aunque trataba de escupirla sentía como sus pulmones se llenaban cada vez más del líquido salado dando manotazos al aire mientras pensaba como escapar de ahí sintió que algo lo jalaba, ahora también se movía para quitarse a lo que sea que estaba arrastrándolo pero solo era su propio peso que lo hundía hacía el fondo del océano. Con la perdida del oxigeno vino el arrepentimiento sabiendo que ese era su final. Ya no volvería a ver a su mamá, no escucharía los malos chistes de Yeonjun ni sería despertado brutalmente por agua fría gracias a Seonghwa. Nunca más aprendería inglés con Jackson. Adiós a su sueño de ser un gran médico, tal vez no estaba hecho para eso ya que ni siquiera era capaz de salvar su propia vida. Se rumora que al momento de morir vemos una luz brillante que nos guía hacía nuestro destino pero el todo lo veía azul, también se piensa que vemos nuestra vida pasar como si de una película se tratase y a pesar del rencor que le tenía no pudo evitar pensar en su padre. Las historias que usaba para que se quedara dormido.

"La abuela antes de morir me contó sobre este colgante, le perteneció a Bae Joohyun y ella lo heredó a sus descendientes. Es una piedra mágica que le concede deseos a aquel que lo necesite pero toda magia siempre viene con un precio. Cualquier persona desesperada podrá pedir su ayuda, pero solo aquellos con el alma pura será capaces de obtener lo que necesitan."

Genial, su último recuerdo era una tonta historia de fantasía que le contó su padre antes de huir como un cobarde y dejarlos solos. Por supuesto que sabía cual colgante era, desde que se fue lo único que dejó como recuerdo jamás se lo quitó. No por nostalgia ni mucho menos por cariño, sino para recordar el juramento que hizo de no convertirse en esa clase de persona. El collar era demasiado bonito realmente, tenía un zafiro y una cadena fina de plata que nunca se oxidaba, ni siquiera se lo retiraba para bañarse. Parece que esta será la última ducha que tome, pensó con ironía mientras su cuerpo seguía cayendo.

Sus ojos se cerraban por la falta de oxigeno, ardían por la sal del agua y soltó con las pocas fuerzas que le quedaban sus últimas palabras antes de perderse entre la oscuridad.

No quiero morir.

La joya del mar MINCHANWhere stories live. Discover now