—He dicho que no. —repuso Chris.

—¿Te niegas por Minho o por el hijo de Artemisa?

Paralizado, Chris guardó silencio, evaluando la pregunta.

—¿Qué?

—¿Tienes algo con Seungmin? – prosiguió Poseidón.

—¡No! —exclamó el menor, airadamente— Pero, si lo tuviera, ¿acaso habría un problema?

—¡Por supuesto que sí! —gritó el contrario— No quiero ninguna alianza con él.

—¿Por qué? —preguntó Chris con amargura.

—Porque mi tarea es asegurarte un buen matrimonio, algo conveniente para tu futuro.

—¿Mi futuro? —rio el menor— ¿O el tuyo?

—Más te vale recordar tu lugar. —increpó Poseidón— No olvides con quién estás hablando.

Chris se apoyó a una mesa, sin dejar de mirar con repulsión a su padre.

—¿No te bastó con arruinar la vida de mi hermana? —preguntó— ¿Necesitas destrozar la mía también?

—¿Arruiné su vida? —interrumpió Poseidón con risas— Rodo está con uno de los dioses más poderosos del Olimpo.

—Un dios que no la ama. —sonrió Chris con frialdad— Pero estás tan absorto en tu propia existencia que no ves la de tu hija.

—Cierra la boca. —masculló Poseidón.

—Rodo es consumida por la amargura de cumplir con su nefasto deber. —añadió el menor, con una voz impregnada de determinación— Pero yo no caeré en la misma trampa.

—¡Lo harás! —exclamó Poseidón con vehemencia.

—¿Qué pasa si me niego? —replicó Chris con una mirada penetrante.

—¡Te marcharás del palacio y renunciarás a todas tus riquezas! —gritó el mayor, con furia desatada— Puedes llevar tu vida con quien te plazca, pero me aseguraré de dejarte sin nada. Incluso podría arrebatarte tus poderes.

—Padre... —susurró Chris con voz temblorosa por el daño infligido.

—No permitiré que te conviertas en la deshonra de nuestra familia, te lo aseguro.

Chris se vio obligado a guardar silencio, mientras observaba los ojos enfurecidos de su padre. El peso de la desaprobación paterna se posaba sobre sus hombros, llevando consigo un dolor profundo que lo había dejado sin palabras.

Hyunjin se encontraba sentado en un prado bañado por los rayos dorados del sol, contemplando extasiado a Félix, que corría en el inmenso campo

Deze afbeelding leeft onze inhoudsrichtlijnen niet na. Verwijder de afbeelding of upload een andere om verder te gaan met publiceren.

Hyunjin se encontraba sentado en un prado bañado por los rayos dorados del sol, contemplando extasiado a Félix, que corría en el inmenso campo. La brisa jugueteaba con su largo cabello amarillo, haciendo que se moviera como ondas inquietas. La perfecta imagen del rubio persiguiendo a su caballo blanco, gritándole que le obedeciera, mientras el animal se negaba con terquedad, mantenía a Hyunjin embobado.

Luna del inframundo | Hyunlix Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu