18. Llueve sobre la ciudad

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Alicia suspiró largamente cuando Miguel detuvo la camioneta en el estacionamiento del centro de salud en el que había conseguido una cita con su terapeuta. De nuevo.

Todavía faltaban 15 minutos para su hora y miró por la ventana sin ganas de bajar del vehículo.

-Sé que estás pensando en una excusa para que volvamos a casa. -dijo el mexicano. -Con lo que me costó convencerte de que vinieras.

-No lo hago.

-Qué mentira.

Ella se rió.

Miguel la observó con detenimiento mientras buscaba algo en su bolso. No la veía reír muy seguido después de que Pedro se había ido. Habían pasado ya un par de semanas y tenía un mejor aspecto y ánimo que días atrás. Sin embargo, había perdido peso, se le notaba en sus facciones, que ahora parecían más finas.

Durante los últimos días Miguel había estado preocupándose de que comiera bien, pero un poco antes estaba seguro de que sus hábitos alimenticios habían sido pésimos.

Alicia encontró una bolsa de M&M's entre sus cosas y la compartió con Miguel mientras pasaban los 15 minutos que aún le quedaban.

-¿Qué le vas a decir a la terapeuta?

-No lo sé. No puedo decirle que me involucré con Pedro Pascal y esas cosas.

Miguel suspiró.

-Podrías partir por lo del disparo.

-Supongo. -ella se encogió de hombros. Parecía desinteresada, pero por dentro estaba nerviosa. Su psiquiatra probablemente la regañaría por haberse dado de alta ella misma, sin más.

Además, odiaba hablar de sus sentimientos. Aunque en el fondo, sabía que lo necesitaba. Desde que él se había ido todo se sentía incómodo en ella, como si las cosas estuvieran fuera de lugar.

Más allá de sentir que la había dejado, sentía... que no debería estar allí, o en ningún lugar. Y no solo era Pedro, era el conjunto de cosas. Mucho que procesar en tan poco tiempo, sabía que era mala en eso.

-Ali... -Miguel la trajo de vuelta de sus pensamientos. -Te quedan 5 minutos, ve, estaré aquí cuando salgas.

Alicia le sonrió antes de salir y suspiró mientras caminaba bajo el sol de la mañana. Cruzó las puertas conteniendo el aliento y en cuando pasó por la recepción y entró al despacho de su terapeuta, recibió una mirada juzgadora.

-¿Qué tenemos aquí? -Megan la observó por encima de sus gafas. Alicia le sonrió antes de sentarse frente a ella en un sofá.

Era una mujer mayor con la que había estado en terapia por poco más de un año. Alicia decía que cumplía el estereotipo de mujer gringa, con sus ojos azules, el cabello rubio y piel rosácea, pero hablaba un perfecto español por haber pasado algunos años de su vida en España.

-Me alegra verte. -mintió Alicia, no era como que estuviera feliz de estar allí, pero el haber entrado a su consulta ya era un paso gigantesco.

-Let's see. -dijo Megan mientras volvía varias hojas atrás en su libreta para encontrar la última vez que Alicia había estado allí. Hace meses. -Déjame advertirte que cuando mis pacientes se toman el alta ellos mismos y desaparecen, sólo les vuelvo a dar una oportunidad.

Alicia asintió.

-Si te vuelves a ir tendrás que buscar a otra terapeuta, ¿entiendes?

-Claro.

La pelinegra se llevó las manos a las rodillas y repasó la habitación ignorando la mirada curiosa de Megan, que estaba esperando que hablara.

-¿Y bien? ¿Qué te hizo volver?

Rose Colored Boy [Pedro Pascal Fanfic] TERMINADOWhere stories live. Discover now