13. These Days

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Cuando Alicia salió del edificio por la mañana con su bicicleta, se tomó unos minutos para pasar a la panadería a saludar a Miguel, que no veía desde hace varios días.

El mexicano le sonrió a medias desde la barra, se había tomado un tiempo para descansar desde lo ocurrido por lo que no lo había encontrado atendiendo el local.

-Te ves bien. -le dijo mientras se inclinaba para sacar un bagle ya preparado. Alicia aprovechó de ponerse el casco tratando de no levantar mucho el brazo adolorido y después recibió el pan que él le extendió.

-Gracias.

-Cortesía de la casa. ¿Segura que puedes ir en bici así? Puedo llevarte en la camioneta si quieres.

Ella negó.

-Pedro me dijo lo mismo, creo que puedo manejar perfectamente el trayecto en bici. Me hace falta.

La expresión de Miguel cambió cuando escuchó el nombre de Pedro salir de sus labios, como si fueran tan cercanos. ¿Habría estado con él esa mañana antes de salir?

Tragó amargo por los celos y casi pudo sentir como se enrojecían sus orejas.

-Qué considerado, ¿verdad? -masculló.

-Miguel...

-Que tengas buen día, Ali. -murmuró antes de desaparecer tras la cocina.

Alicia abrió la boca sorprendida mientras veía a su amigo marcharse y tensó la mandíbula después. Era un idiota, por qué no podía simplemente alegrarse por ella, después de todo lo que había pasado.

-Bien. -murmuró. -Así serán las cosas.

Alicia no era una persona temperamental, pero salió hecha una furia del lugar y dio un portazo que hizo retumbar los ventanales de la pastelería. Alertando al personal que estaba en la cocina.

Miguel escuchó el ruido desde su escritorio y supo que había sido ella marchándose. Caminó de un lado a otro en su oficina, consternado.

Le enfurecía aquella situación, le enfurecía, sobre todo por era su culpa haber aceptado que ese hombre viviera allí. Probablemente, la había engatusado con sus encantos de actor, con su dinero y sus historias de fama.

Miguel había visto sin querer algunas entrevistas de Pedro Pascal por la mañana. Estaba en todas partes, todos y todas deseando algo de él, preguntándose dónde estaría ahora que se tomó un tiempo.

Era absurdo, la gente lo idolatraba como si fuera un Dios, y sólo era un hombre cualquiera. Un viejo, pensó. Miguel podía entregarle tanto a Alicia, quería hacerlo, en el buen sentido. Consentirla y cuidarla. Estar con ella.

Le bastaría una sola llamada a los medios para quitárselo de encima. O un simple tweet, una señal y le traería problemas. Tendría que irse. Nadie sospecharía de él ¿o sí?

Se sintió mal por esos pensamientos egoístas y pensó en su madre regañándolo. Semanas atrás había empatizado con él cuando hablaron y firmó su estúpido contrato. O simplemente había sido el efecto Pascal, que manipulaba a todos. Y había caído en su absurdo juego.

La gente se había vuelto loca, incluso idolatraban sus rodillas. ¿Qué significaba eso? Miguel hizo una mueca, martirizándose.

Se dejó caer en la silla giratoria y se llevó ambas manos a la cabeza. Tal vez... tal vez no tenían que saber que Pedro Pascal estaba allí, pero sí podía hacerlo creer eso. Asustarlo.

Sacó su teléfono y buscó entre sus contactos, su mente nublada por los celos y la envidia. Suerte que conocía a mucha gente y marcó un número, nervioso, casi arrepintiéndose.

Rose Colored Boy [Pedro Pascal Fanfic] TERMINADOWhere stories live. Discover now