𝕮𝖍𝖆𝖕𝖙𝖊𝖗 𝕹𝖎𝖓𝖊

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࣪ ˖ ∿ 𑁍 ˓ ⊹ ָ࣪ ˓˓ℑ𝔯 𝔬 𝔫𝔬 𝔦𝔯࣪ ˖ ∿ 𑁍 ˓ ⊹ ָ࣪ ˓˓

Subí corriendo las escaleras de concreto hacia nuestro apretado espacio de vivienda, sin siquiera molestarme en cerrar la puerta detrás de mí. ¿La habrían capturado los demonios? Yeji estaba sentada en el sofá, y se volvió cuando me oyó entrar. Sus ojos estaban inyectados en sangre. Fui directo hacia ella, agachándome a sus pies y poniendo una mano sobre su brazo.

—¿Qué sucede? —pregunté.

—Los frenos del auto se echaron a perder hoy. Lo siento, cariño. Tendré que usar todo el dinero que había comenzado a ahorrar para nuestro viaje.—Soltó otro sollozo, limpiándose los ojos con la manga.

¿Eso era todo? Oh, gracias a Dios. Dejé escapar un suspiro de alivio y dejé caer mi cabeza hacia atrás.

Con mi visión periférica vi un movimiento en el corredor y recordé que no había cerrado la puerta, pero cuando me puse de pie para cerrarla, Jungkook estaba de pie en la entrada, frotándose la parte trasera del cuello.

Oh, mierda. ¡Mierda, mierda, mierda! ¡No esperaba que me siguiera! Me moví para cerrar la puerta antes de que Yeji lo notara, pero era demasiado tarde. Ya lo estaba mirando. Luego me miró a mí.

—¿Yoongi? —Yeji y yo nos miramos con los ojos bien abiertos antes de que ella dijera—. Es él, ¿verdad?

—Yeji... Lo siento.

Ella miró a Jungkook como si esperara que él hiciera algo amenazador, pero él sólo cambió su posición de un pie al otro. Lucía como si pudiera girar y huir. Yeji se puso de pie y fue hacia la puerta.

—Bueno, bien podrías entrar —dijo con actitud. Él lo hizo y ella cerró la puerta, luego puso las manos en las caderas y lo estudió.

Él parecía casi tan nervioso frente a Yeji como yo había estado frente a su padre. Lo hacía verse más joven. ¿Qué pensaría él que ella lo forzaría a hacer... cantar himnos con nosotros? Lo absurdo de todo, además de la consciencia de que yo estaba en graves problemas, hizo que las esquinas de mis labios se elevaran, una reacción nerviosa. Yeji entrecerró los ojos en dirección a mí y yo apreté los labios. El silencio se extendió y me vi en la necesidad de llenarlo.

—Yeji, éste es Jungkook. Jungkook, Yeji.

Se observaron con incertidumbre, y luego para mi sorpresa ella extendió la mano y él la estrechó.

—Debes ser un joven bastante especial para que Yoongi esté dispuesto a romper una promesa para verte.

Él me miró, y yo bajé la mirada.

Yeji volvió su escrutinio sobre mí. Tenía una expresión graciosa en el rostro mientras me miraba. Recordé la camisa roja de Jungkook que colgaba de mi cuerpo y mis orejas se calentaron. Comencé a balbucear una excusa.

—¡Oh, esto! —dije—. No es nada. Mi camisa se rompió accidentalmente, así que Jungkook me prestó una de las suyas. Sé que luce mal, pero es la verdad... lo prometo. —Mi corazón se hundió cuando me di cuenta de que mis promesas nunca más tendrían el peso que habían tenido una vez.

Yeji se aclaró la garganta y se cruzó de brazos.

—¿Puedo hablar contigo a solas por un segundo? —le pregunté.

—Puedes sentarte —le dijo ella a Jungkook, la voz apretada—. ¿Puedo ofrecerte algo de beber? —Por supuesto que su hospitalidad sureña saldríaca relucir, incluso en un momento como éste.

—No, gracias, señora. —Jungkook se sentó en medio del sofá. Lucía fuera de lugar en nuestra sala de estar. Lo fulminé con la mirada mientras nosotros nos volvíamos hacia el pasillo, señalando mi oreja y sacudiendo la cabeza. Le convenía no escuchar. Sí, claro.

𝖘𝖜𝖊𝖊𝖙 𝖊𝖛𝖎𝖑  ; ᵏᵒᵒᵏᵍⁱWhere stories live. Discover now