Jungkook no podía perderlo. No a manos de esa perra.

—Suelten las armas —gritó Agnes por encima del hombro de Yoongi, con la voz tensa como un cable a punto de romperse—. Todos ustedes.

Ella apenas podía mantener la cordura. Si Jungkook no hacía algo, ella iba a estallar y Yoongi iba a morir.

Yoongi dejó caer su arma al suelo.

—Eso no va a pasar, Agnes. Estos tipos no son mis amigos. Están dispuestos a sacrificarme para llegar a ti. Solamente baja el arma y vete. No te seguiremos.

—Maldita seeaaa. Necesito que mi puto blanco sea más grande —gruñó Jungkook, la frustración filtrándose en su tono.

Jungkook observó cómo se levantaban los hombros de Yoongi, lo escuchó tomar un gran respiro, le escuchó soltarlo, sus hombros cayendo. Eso había sido para Jungkook. De alguna manera, Jungkook sabía que eso era Yoongi calmándolo.

—¿Pero si tienes un blanco? —preguntó Junseop.

Jungkook negó con la cabeza.

—A duras penas. Yoongi, ¿Hay alguna manera de que puedas desplazarte a tu izquierda como Jungwon?

Yoongi negó con la cabeza.

Mierda. Mierda. Mierda. Podía ver la parte superior de su cabeza justo por encima del hombro de Yoongi, pero si fallaba por un pelo, le dispararía a Yoongi en el hombro o en la garganta. Uno podría dejarle secuelas de por vida, el otro podría matarlo. Jungkook no podría vivir consigo mismo si él fuera la razón de la muerte de Yoongi.

—¿Puedes hacer el disparo o no? —Junhui preguntó.

—Sabes que no es un buen tirador —murmuró Junhoe.

—Cállense los dos —espetó Jooheon—. Puedes hacerlo, Jungkook. Aunque sólo la roces, será suficiente para que Yoongi pueda tomar ventaja.

Jungkook se tragó el nudo en la garganta.

—Pero si fallo, lo mataré.

—Entonces, no falles —dijo Jooheon, con la voz tan tranquila y racional como siempre.

Claro. No falles. Eso sonaba bastante fácil.

Jungkook, el tipo que la había cagado en la mitad de sus asesinatos, sólo tenía que hacer un disparo casi imposible que podría matar a la única persona que lo amaba.

—No puedo hacerlo.

—Si puedes —Jungkook giró la cabeza hacia donde estaba Junseop—. No fallarás — reiteró Junseop—. Puedes hacerlo.

Jungkook no podía recordar ni una sola vez en la que Junseop hubiera insinuado que Jungkook fuera algo más que un incompetente. Tal vez Junseop creía que Jungkook golpearía y mataría a Yoongi y luego no tendría que preocuparse en cómo lidiar con él. Eso parecía demasiado extremo incluso para Junseop. Pero la alternativa era que Junseop dijera algo bueno sobre Jungkook, lo cual parecía igualmente absurdo.

Jungkook volvió a centrarse en Yoongi, estrechando su visión hasta que lo único que vio fue la parte superior de esa cabeza rubia. Respiró profundamente y lo dejó salir.

—No fallarás —dijo Yoongi, desplazando el peso de su cuerpo lo suficiente como para dar a Jungkook un blanco—. Ahora.

Agnes apenas tuvo tiempo de registrar sus palabras.

—¿Qu...?

Jungkook apretó el gatillo, ojos abriéndose de par en par mientras se formaba un agujero perfecto entre las cejas de Agnes. Ella quedó suspendida como una marioneta en una cuerda antes de desplomarse fuera de vista.

M.N. (1-7)Where stories live. Discover now