Capítulo 14

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—Hija, debes despertar

—¿Quién eres?

—No puedes dejar que lo lastimen, lo prometimos a su madre.

—De que estás hablando, ¿a quién no deben lastimar?

—Asmodeo, recuérdalo. Tú estabas ahí cuando su madre imploró por su vida.

—¿Yo estaba ahí?

—¡Debes recordar quien eres!

Empecé a sentir un gran dolor y recordé que Romina me disparó, abro los ojos asustada y veo a As tomándome de la mano mientras le gritaba a un señor.

—Has lo que sea sácale la bala, debes salvarle la vida.

De golpe un recuerdo vino a mi mente.

—¡Sácalo de aquí! —Le ordeno asustada a As.

—De que hablas Juliette, recuéstate, él quiere ayudarte.

—No, no lo necesito, créeme, ¡Qué se vaya ya!

En mi recuerdo era sometida a experimentos como si fuese un conejo de laboratorio, muchos hombres, en bata blanca, como él, estaban fascinados porque ¡puedo curarme sola! Tengo la habilidad de sanarme y ellos lo veían como algo que tenía que ser explicado científicamente, ¡si o sí!. Pero yo no soy de aquí, eso ya lo tengo en claro.

As lo echo del cuarto apurado y volvió a mi lado.

—¿Qué es lo que sucede?

—No confío en él. Cuando lo hice se aprovecharon de mí. Me usaron, me encerraron y lastimaron.

—Toma esto —le doy unas pinzas de la maleta del doctor. —Quítame la bala, tú puedes.

—Tengo miedo de lastimarte más.

—No tengas miedo, confía en mí ¡Puedes hacerlo As! Necesito que lo hagas y salvarás mi vida.

Con las manos temblorosas y los ojos cansados de llorar se dispone a quitarme la bala. Se acerca lentamente y duda.

—Hazlo —. Tomo su otra mano para intentar darle confianza. —Creo que puedes hacerlo. Así que hazlo.

Veo pasar las pinzas dentro de mi piel y siento como escarba buscándola, duele, no voy a mentir, duele mucho. Agarro con más fuerza su mano intentando no gritar.

—¡La tengo!

—¡Sácala! ¡Rápido!

—Aquí está —la pone delante de mí donde puedo verla.

—Lo lograste —Suspiro y sonrió.

Veo como mi herida comienza a sanar y caigo sobre el colchón.

—¿Qué está pasando? ¡Te has curado!

—No se lo cuentes a nadie, es nuestro secreto.

Siento el cuarto frío, ¿siempre estuvo así? Miro detrás de Asmodeo y veo sombras, como fantasmas. No, son algo oscuro, lo acechan. Quieren deshacerse de mí. A esto se refería esa mujer con salvarlo. ¿Quién soy yo? Más bien, ¿Qué es lo que soy? ¿Por qué la madre de As rogaría por nuestra ayuda?

Veo a la mujer de mi sueño atrás de Él sonriéndome.

—Hija, es un alivio que hayas podido recuperar parte de tu poder. No podría vivir con la idea de que estuvieses muerta.

—¿Mamá? —Susurro.

Asmodeo mira hacia atrás y luego voltea a verme confundido. —No hay nadie allí, Juliette.

—Me gusta tu nuevo nombre terrestre, Juliette digno de una princesa. Adiós, hija, cuida a tu prometido.

—¿Qué? ¡Que!

La mujer desaparece.

—¿Qué es lo que sucede Juliette?, no entiendo, ¿Qué miras? ¿A quién le hablas?

—No es nada, no te preocupes As.

Él mira mi alrededor y suspira.

—Deberías cambiarte de ropa, y cambiar las sabanas, está lleno de sangre. Me pone muy nervioso, verte manchada con ella, siento que puede pasarte algo malo en cualquier segundo.

—¿Me ayudas? —sonrió.

—No hay nada en este momento que no haría por ti.

JulietteWhere stories live. Discover now