Capítulo 4: Telepatía

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Cuando termino de cubrirme con la frazada me acerco a él para abrazarlo.

—No te muevas, escoria —en un segundo él estaba sobre mí y sentía como el arma fría tocaba mi frente.

—Y-yo lo siento —tartamudeo asustada.

—Juliette ¡Estás loca! ¿Quieres que te mate?

—Como el lacayo de hoy no pudo terminar el trabajo, creí que venían a terminarlo por él, en cualquier minuto alguien vendrá por mí.—piensa.

—Tranquilo, nadie en esta casa quiere hacerte daño y si hay alguien lo descubriré para ti.

—Siempre sabe qué decir

Él está sobre mí y logro oír sus pensamientos, entonces con él solo puedo oírlo cuando me toca de alguna forma.

—Yo quería abrazarte, solo esta noche —murmuro. —Intenté, despertarte, pero no me oíste.

Suspira—Solo esta noche.

Se quita de arriba mío y afín puedo moverme, guarda el arma debajo de la almohada y se acuesta. —Ven —extiende sus brazos.

Me acurruco en su pecho y me abraza.

—Esta chica hará que me denuncien por acoso sexual. Contrólate Asmodeo ni sabemos si es mayor de edad.

—¿Qué es acoso sexual?

—Sh... Vamos a dormir.

Al cerrar los ojos para dormir otra vez, vi a ese niño pequeño, en el suelo, llorando.

Me acerco y toco su hombro.

—¿Estás bien? —pregunto

—Tienes que cuidarme, me dejaste solo. Tu madre dijo que me cuidarías y desapareciste.

—¿Mi madre? —murmuré —¿Cómo te llamas?

—Mi nombre es...

—Está durmiendo en el cuarto del jefe, ¿qué se cree que es?

—¿En qué lo ayudo amo?

—Abre las cortinas y tráenos el desayuno.

—¿A ella también? ¿No es un nuevo sirviente?

—Si vuelves a decir que ella es un sirviente, te corto la lengua.

—Buen día —bostezo y refriego mis ojos —¿Por qué quieres cortarle la lengua a todos?

Asmodeo mira a la empleada y le dice que se vaya.

—¿Cómo dormiste? ¿Te asustaste ayer cuando te apunte con el arma?

—Chi, me asusté. Dormir, dormí bien, creo.

—Lo lamento, es que

—No tienes que explicarme, yo me escabullí en la cama, es mi culpa. —lo interrumpo.

—Hoy, luego del desayuno, me liberé para que vayamos juntos a comprar algo de ropa para ti.

—¿Pueden ser vestidos?

—Si claro, lo que tú quieras y los colores que quieras.

—No se los colores, te lo dije ayer —refunfuño.

—Entonces en el auto de camino te mostraré los colores.

—¿Serás mi profesor?

—Por hoy sí.

La imagen del pequeño niño cruzó mi mente.

—¿Podría intentar algo? —pregunto.

—¿Algo como qué?

JulietteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora