Capítulo 8: El regalo.

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Al llegar a la casa, Asmodeo cubrió mis ojos con sus manos en la entrada.

No quise molestarlo diciendo algo, ya sabia que ahí dentro estaba repleto de personas, podía oír sus pensamientos, todos estaban confundidos y no comprendían la situación.

—Espero que esa niña no sea un mal augurio en esta casa

—¿Cuántos años el señor estuvo solo aquí? Es bueno que ahora tenga compañía

—¿Una mujer? La mataré si me roba a mi hombre.

—¿Estás lista conejita? Primero iremos directo a tu cuarto, te vestirás y luego bajaremos para tener una fiesta de cumpleaños.

Asiento. —Creí que habías dicho que solo seriamos nosotros.

—Sí, luego recordé que necesito que todos te conozcan para que no decidan dañar lo que me pertenece.

¿Pertenecer? ¿Soy un objeto que la gente puede robar?

—Entiendo —él es mi sol, me sería imposible no hacer lo que él desea.

—Sé que seguro estás aturdida con los pensamientos de toda esa gente odiosa, pero solo concéntrate en la mía.

Asiento. Es verdad, él estaba tocándome y concentrarme solo en sus pensamientos, me ayuda a apagar el resto de mentes.

—Dime Juliette, ¿de verdad no sabes quién eres?

—No, no lo sé

—¿Entonces que es lo que quieres a partir de ahora? ¿Quién quieres ser?

Levante mi mano buscando tocar la suya. Él se tensó. —Quiero ser Juliette el pequeño conejo que rescataste de la carretera que vive junto a su dueño y es muy feliz comiendo cosas ricas y protegiendo a quien lo rescató.

—De verdad que dices cosas que... Espera ¿entraste en mi mente? ¿Cómo es que escucho lo que piensas?

—¿Cosas que qué...? Me escuchas porque lo quise así As.

Dejo de tocar su mano

—Di-disculpen, ¿Si piensan entrar? —El conductor nos interrumpe.

Intento disimular la risa, es verdad nos quedamos parados como tontos frente a la puerta.

Asmodeo aclara su garganta y abre la puerta.

Subimos las escaleras hasta mi cuarto y quita sus manos de mis ojos.

—Este es el vestido que debes ponerte.

—¿me ayudas?

—¿Aún no sabes como vestirte?

—Si sé, pero me gusta que me ayudes

—Te estás convirtiendo en una malcriada.

—¿Qué es ser una malcriada?

—Esto

—Si ser una malcriada es que me mimen, pues me gusta —sonrío y levanto los brazos para que As me quite la ropa.

Él niega con la cabeza y sonríe.

—Estoy Hechizado —agrega mientras me quita la ropa. —Pero bueno, no sería la primera vez que te veo sin ropa.

Al terminar de colocarme el vestido, me coloca algo sobre el rostro.

El atuendo era pesado y tenía algo en la barriga que apretaba, era muy incómodo.

—¿Qué tipo de vestido es este?

—Uno antiguo, hoy tendremos un baile de máscaras con ropa antigua.

—¿Un baile de máscaras? ¿Así como es que verán quien soy?

—No te preocupes, ten —me da una cajita pequeña.

—¿Qué es?

—Ábrelo, es tu regalo de cumpleaños —sonríe.

Al abrirlo veo un collar con un conejo blanco y una piedra roja simulando su ojo.

—Un conejo blanco de ojos rojos, se ve algo demoniaco. Pero me gusta porque me lo diste tú —sonrío— Lo atesoraré.

—Que bueno que te guste. Déjame que te ayudo a ponértelo.

Me doy vuelta y levanto mi cabello.

—Este es solo uno de los regalos que tengo para ti — acaricia mis hombros luego de abrochar el collar.

—Es más que suficiente el colgante —explico.

—Para mí no

—¿Eh? Puedo escucharte y no me estás tocando —lo miro sorprendida.

—¡Lo sabía!

—¿Los sabías?

—El ojo del conejo es una piedra de sangre, de mi sangre al hacer contacto con tu piel logras escucharme, lo noté cuando me hirieron.

—Creo que es algo tétrico tener una piedra hecha con tu sangre colgando de mi cuello, pero eres un asesino, así que no debería sorprenderme.

Asmodeo estalló en una carcajada —No soy asesino, Juliette.

—Mmm como digas.

—Ven —toma mi mano y me acerca a él. —Hoy eres la princesa de este lugar —Me coloca algo en la cabeza.

—¿Es una corona? —Sonrío

—Es una tiara, las coronas son re las reinas.

—Para mí es igual —me encojo de hombros y sonrío.

—Es hora de bajar a la fiesta —besa mi frente y me toma de la mano para ir a la fiesta.

Pude notar como el colgante se movía en mi pecho y cada vez que dejaba de tocar mi piel, por ese milisegundo sus pensamientos se cortaban, no era muy efectivo, tenía que tocarlo a cada momento, igual así me parecía muy intrusivo estar en la mente de una persona a toda hora, no sé que es lo que busca As al darme una piedra de sangre como regalo.



JulietteWhere stories live. Discover now