Capítulo 39 A cumplir nuestros sueños

10 0 0
                                    

Ana Paula

Sentía que una gran luz alumbraba mi rostro, sabía que era esa hermosa luz de primavera que tanto se disfrutaba y anunciaba que el calor llegaría pronto, aunque siempre había preferido el otoño, era una lástima que no durara tanto.

Abrí poco a poco mis ojos, reconocí al instante la habitación de Leo, una gran sonrisa se formó en mi rostro al recordar la noche anterior, sus besos cuando recorría cada centímetro de mi cuerpo.

Su mirada lograba que me sintiera perfecta delante de él.

Mi primera vez había sido tal y como esperaba e incluso mejor y con Leo había sido perfecto, sin duda recordaría esa noche siempre.

Me gire con cuidado, Leo seguía dormido lucía tan tierno con su cabello despeinado, sin camisa, con sus largas pestañas, era hermoso y nunca me cansaría de mirarlo, estaba segura. Acerque mi mano para tocar sus labios, y pensar que anoche no me podía separar de ellos, era una adición para mí y los iba a echar mucho de menos.

Me levanté con cuidado después de unos minutos, nuestra ropa estaba tiraba por todos lados lo primero que mire fue la camisa negra de él, no lo pensé dos veces y me la puse, me quedaba por debajo de los glúteos y lo mejor era que olía a él, a su delicioso perfume.

Camine de puntillas hacia la cocina moría de hambre y mi estómago no dejaba de rugir, prepararía algo sencillo, no era tan buena cocinera como Sam, pero sabía bastante gracias a mi papá.

Huevos estrellados con tocino serían mi salvación.

Mientras los preparaba sentía una mirada, pero no le tome mucha importancia y seguí friendo el tocino, de pronto sentí dos manos alrededor de mi cintura y de inmediato supe de quien se trataba.

Me recargue en su pecho mientras seguía cocinando.

- Me hubieras despertado para ayudarte - dijo en mi oído y sentí escalofríos su voz sonaba más ronca de lo normal

- Te veías tan cómodo que no quise despertarte

- Te vez muy sexy con mi camisa - me susurró - no puedo dejar de verte

- ¿Disfrutabas de la vista? - me atreví a decir

- Demasiado - me giró para besarme

Esta vez me besaba con suavidad como si tuviéramos todo el tiempo del mundo y me agradaba esa sensación, Leo provocaba que no quisiera separarme de él jamás.

- Leo se me va a quemar la comida - dije contra sus labios

- Que se queme todo - me hizo reír, pero tenía que quitar el tocino o sería chicharrón

Por suerte no se quemó nada ya que estaba apagada la mecha....

- La apague al besarte - me guiño el ojo - pienso en todo

Se aparto de mi para ayudarme a servir mientras yo lo miraba muy atenta, como me encantaría despertar así todas las mañanas con él. Mientras comíamos reíamos de cualquier tontería que se nos ocurría. Jugábamos a lanzarnos el tocino y ganaba el que lo atrapaba con la boca, éramos dos niños en ese momento yo moría de risa viendo sus gestos al atrapar el tocino y por un instante olvide que en unas horas nos separaríamos por un largo tiempo y no podría besarlo, abrazarlo o simplemente estar con él.

- No pienses en eso - parecía que me leía la mente

- No lo hago – mentí

- Te quedo muy rico todo - se levantó con platos en mano - Gracias Paula

Hojas de otoñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora