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El veintiuno de junio se celebra la fiesta de la música. Como cae martes, la dirección del hotel ha decidido hacer una fiesta especial en el Motu aprovechando las cenas románticas. Va a ser un evento por todo lo alto, con música tradicional y danza en directo en la playa de la isla privada. Aunque parezca que el departamento de housekeeping no pinta nada en la organización de esta cena temática no es así.

Empiezo a trabajar como de costumbre a las seis de la mañana. A las siete voy rumbo al Motu para organizar y supervisar la limpieza de habitaciones y zonas comunes del día. El día transcurre sin ningún percance particular. Sobre las tres y media de la tarde vuelvo a la isla principal para finalizar todo el papeleo y así poder terminar cuanto antes. Estoy empezando a coger la mala costumbre de trabajar jornadas de más de diez horas al día. Hay días en que se nota bastante el cansancio, pero todo sea por mi aprendizaje para mi futuro profesional. Algún día llegaré a cumplir mi sueño de ser directora de hotel.

Raina lleva todo el día bastante nerviosa por la cena de esta noche en el Motu, pero todavía sigo sin entender muy bien el porqué de esa presión. ¿Qué tiene que ver la limpieza de las habitaciones con la organización de una cena? Llego a la oficina de housekeeping para intentar ayudar a mi supervisora con lo que le quede todavía pendiente. Raina va de un lado a otro hablando por teléfono. Se la ve muy alterada. Sentada en la mesa de uno de los escritorios se encuentra Rai. Esta mujer cada vez me cae mejor, pero es una pena que apenas coincida con ella ya que suele trabajar de extra y las veces que viene forma parte del equipo de la isla principal.

- Buenas tardes, Rai, ¿Qué tal estás? Hace tiempo que no te veía por aquí.

- ia ora na Laurie, aquí estamos. Raina está un poco estresada hoy. Así que estoy intentado ayudarla un poco. ¿Sabes una cosa? A lo mejor, Raina consigue que me hagan un contrato fijo en el hotel.

- ¡Eso es genial Rai! Enhorabuena. Me alegro muchísimo por ti. A ver si en cuanto te hagas fija, Raina te manda un día al Motu conmigo.

- Eso va a ser difícil. No soy muy bien vista entre el equipo del Motu, ya sabes.

- Pues no entiendo la razón. Hasta donde yo sé lo único que importa es cómo realizas tu trabajo y si este está bien hecho, que más da el resto de cosas.

- Ya, pero como no soy realmente una mujer... No quieren que vaya a trabajar con ellas.

- Eso es una tontería Rai, y más hoy en día. Por el momento preocúpate en hacer tu trabajo impecable. Cuando alcances el nivel de exigencia para el Motu, me avisas y hablamos con Raina para que te de permiso para venir algún día. Te vendrá bien para seguir mejorando en tu trabajo.

- Laurie, eres un encanto. Porque me gustan los hombres que sino me casaba contigo.

- Rai, no me asustes a la pobre Laurie, interviene Raina tras colgar el teléfono.

- Buenas tardes Raina, ¿Qué más puedo hacer por ti?, le pregunto.

- Laurie, nos vamos al Four Seasons, venga rápido vamos al embarcadero que vienen a recogernos en cinco minutos.

Sin darme ninguna explicación más, Raina sale por la puerta y yo la sigo un poco rezagada. En el embarcadero del hotel nos espera un barco con el logo del Four Seasons en los laterales. Si que han llegado pronto hasta aquí. Raina y yo subimos al barco. Raina empieza a hablar con el capitán en tahitiano. No cojo ni una palabra de lo que dicen. Además, hablan tan rápido que, aunque conozca una de las palabras, es imposible saber que la han dicho.

- Raina, no es por cortar el rollo, pero ¿Qué hacemos aquí? ¿Por qué vamos al Four Seasons?

- Perdona Laurie, Madame me lleva loca todo el día con lo de la fiesta de la música. Resulta que lo le gusta ninguno de los manteles que tenemos para la cena. Llevo todo el día llamando a otros hoteles para saber si tienen otro tipo de manteles. Al final he conseguido que la gobernanta del Four Seasons nos deje unos cuantos para esta noche.

No hay amor en Bora BoraWhere stories live. Discover now