15

12 7 0
                                    

Ha pasado una semana desde mi cumpleaños, desde que Eric me contó que dejaba Bora Bora en quince días. Ahora mismo, únicamente me queda una semana con él. Todos nuestros problemas se han evaporado, simplemente disfrutamos de cada segundo juntos. No puedo arrepentirme de nada con él. Pero el tiempo está pasando muy rápido. Intento no pensar en ello, pero es difícil. Como cada viernes, tengo el día libre, aunque esta semana no he podido coincidir los dos días con ella. Por suerte Victor también libra hoy. Así que intentaré pasar el mayor tiempo del día con él para evitar pensar en la marcha de Eric.

Como cada mañana, Charles llega a nuestro bungaló a las nueve con un plato lleno de croissants. Parece ser que este habito no lo hace únicamente cuando libro, sino que lo hace todos los días. Lo que pasa es que cinco días de siete, a esta hora yo estoy en el Motu. Hoy se nos ha unido al desayuno Victor.

- A partir de ahora me voy a pedir más viernes libres para desayunar aquí con vosotros, comenta Victor.

- Esto es todo cosa de Charles que nos cuida muy bien, dice entre risas Léna.

- De hecho, Charles, cuando se vaya Eric, seré tu compañero de habitación ya me han dicho que preparé la maleta para mudarme a tu habitación.

Nada más hablar del tema de la vuelta a Francia de Eric, se me hace un nudo en el estómago. Es inevitable. No me quiero ni imaginar ver a Eric subiéndose en el barco con rumbo al aeropuerto. Me niego. Solo de pensarlo me entran ganas de llorar. Tengo que mentalizarme cuanto antes. Tendré que vivir tres meses y medio en Bora Bora sin Eric.

- Victor, ¿Qué te parece si esta mañana nos quedamos en la playa del hotel con Léna y por la tarde ya pensamos en hacer algo los dos?, le comento.

- Me gusta la idea, de relax, vamos viendo sobre la marcha.

- Id vosotros dos a vuestro rollo, esta mañana tengo Skype con mi novio a las once y media, así que no tendré mucho tiempo para ir a la playa. Además, como muy tarde tengo que comer a las doce y medía si quiero estar a las dos en el Motu.

- Nosotros nos quedamos en la playa del hotel y si te da tiempo de venir te vienes y si no pues nada, otro día será.

Después de desayunar, me pongo mi bikini, cojo mi pareo que me regaló Raina y mi toalla con la bandera de España. Así se ha enterado todo el mundo que no soy francesa. En cuanto estoy listas, nos vamos Victor y yo a la playa. Hace tiempo que no me quedo a solas con él. Creo que la última vez fue en la fiesta de despedida del antiguo director del departamento de F&B. En verdad, me lo paso muy bien con Victor, no sé por qué no pasamos más tiempo juntos. Creo que inconscientemente, tras la conversación con Eric sobre Victor, lo he ido evitando para no tener problemas con Eric.

Nos tumbamos en una de las hamacas de la playa para tomar el sol. Cierro lo ojos, para relajarme y disfrutar del calor y del sonido de las olas del mar. No sé en que momento, pero me quedo dormida porque me asusto cuando me dan unos golpecitos en el brazo.

- Laurie, ¿nos metemos en el agua? Empiezo a tener calor.

- No es mala idea, como me quede aquí un poco más pareceré un conguito.

- Si ya estas negra, pasas completamente desapercibida entres las chicas polinesias.

- Soy de piel bastante morena. En Alicante, consigo mantener el moreno incluso en invierno, es una ventaja de vivir en una ciudad costera. Victor, se me acaba de ocurrir una idea.

- Me das miedo cuando pones esa cara.

- No exageres hombre, ni que estuviera loca.

Le doy un empujón para intentar tirarlo de su hamaca, pero debido a un error de cálculos, la que termina en la arena soy yo.

No hay amor en Bora BoraWhere stories live. Discover now