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–Quiero que me acompañes a decirle juntos a mi mamá –le dije a Gilbert mientras me acompañaba a mi casa ya por la tarde.

–¿Decírselo? ¿No te da miedo? –preguntó confundido.

–No Gilbert, mi madre siempre supo que te amo –dije y le tomé la mano–, dice que cuando iba moribundo y borracho a Charlottetown no dejaba de repetir tu nombre y "te amo".

Me sonrojé, Gilbert sonrió ampliamente y se mordió un poco la lengua.

–¿Y cómo lo tomó? –preguntó sin dejar de sonreír, supuse que aún tenía la imagen de mi diciendo que lo amaba.

–Ella siempre lo intuyó... Así que me apoyó en todo.

Gilbert se detuvo y me atrajo hacia él abrazándome de la espalda baja.

–Por lo que veo no dejas de pensar en mi ni en tus peores días –me susurró.

–Ni en los bueno, ni en los normales –dije tomando su cara entre mis manos.

–Bien, pues ahora en lugar de pensarme estaremos juntos casi a diario.

Me dió un suave beso y continuamos caminando. Al llegar nos recibió Hasana y Gilbert la abrazó, ya se había encariñado con ella.

Ella lo miraba extrañada pero aún así sonrió y le devolvió el abrazo.

–Que cariñoso está el día de hoy joven Gilbert –dijo.

–Es un buen día, Hasana, así que para hacerlo mejor le doy un abrazo a la mejor cocinera y mujer fuerte del mundo.

Ella se fue a la cocina riendo apenada.

–Hey, hey, esas manos –dije.

–Oye no te dejaré por Hasana –bromeó.

–Más bien no quiero que me quites a mi cocinera –dije.

Ambos nos echamos a reír. Mi madre salió de la cocina al escucharnos.

–¿Y bien? –preguntó delicadamente.

Gilbert me tomó la mano acercándome a él, mi madre sonrió y fue a abrazarlo.

–Gilbert las trae locas hoy –bromeé.

–Celoso –dijo él.

–Gilbert, de verdad que eres bienvenido a esta casa, siempre lo fuiste pero ahora mas. Gracias por hacer feliz a Nov, jamás lo vi tan sonriente.

–Tiene razón –dije.

–Gracias a usted por aceptarnos como somos, significa mucho para mí el tener a alguien que nos apoye, la quiero mucho señora Lacroix.

–Dime Genevieve, querido.

Mi madre nos invitó a tomar el té y accedimos, le contamos algunas historias y ella nos contaba cosas de mi infancia y de la suya, hasta que de pronto sacó el tema de su hermano.

–Nov me había contado un poco sobre él –dijo Gilbert con delicadeza–, ¿se querían mucho usted y él cierto?

–Si, era como mi mejor amigo, Nov se parece demasiado a él, pudiera jurar que volvió a nacer –dijo mi madre y me acarició el cabello–, tengo una foto de él, iré a buscarla.

Mi madre se levantó y fue hacia su habitación, miré a Gilbert confundido mientras él mordía una galleta, se me quedó mirando tratando de descifrar mi mirada.

–Jamás me había enseñado una foto de él, creo que confía mas en ti que en mi –le susurré.

Mi madre apareció con los ojos llorosos y una fotografía en sus manos, no dejaba de verla hasta que tomó asiento, se la pasó a Gilbert y él tragó su galleta bruscamente.

–Definitivamente son iguales –dijo sin dejar de observar la fotografía.

Me la pasó y noté que era un retrato de la familia, yo había visto fotos antes de la familia de mi madre, pero nunca me había permitido ver alguna donde estuviera Daniel, siempre supuse que no tenían.

En la foto se veía a mis dos abuelos, la abuela se parecía un poco a mi madre, luego las dos hermanas mayores de mi madre, mi madre y finalmente el único chico, Daniel. Era delgado y alto, tenía unos rizos como los míos, estaba serio y miraba con sus grandes ojos a la cámara. Por alguna razón sentí una punzada de nostalgia.

–Esa foto solo fue algunos meses antes de que le arrebataran la vida... Yo ya estaba embarazada de January cuando eso ocurrió, tendría apenas como un mes de embarazo.

–Siento mucho eso, Genevieve –dijo Gilbert tomando su mano–, sé lo que es perder a un ser amado a corta edad, pero mire el lado bueno, tiene el reflejo de su hermano aquí enfrente, es como si jamás se hubiera ido.

Mi madre sonrió y nos miró a los dos.

–Siempre intuí que sentías por Nov lo mismo que él por ti, Gilbert ¿y sabes por qué? Lo miras exactamente como Gustav miraba a mi hermano.

–Gustav ¿así se llamaba el chico? –preguntó Gilbert.

–Si... he estado viendo si hay alguna manera de contactarlo. Le prometí a Daniel que le diría que siempre lo amó...

–¿Sabe cuál era su apellido? –preguntó Gilbert.

–No, nunca lo supe... Es lo que me duele mas ¿Cómo lo contactaré?

–Pues debería buscar en su ciudad natal, supongo que fue ahí en Estados Unidos ¿no?

–No, Daniel me dijo que acababa de llegar con unos viajeros provenientes de una isla... Supongo que regresó a ella después de lo de mi hermano ya que nunca más lo volví a ver por allá.

–Madre, ¿recuerdas su rostro? Podemos ver si alguien puede dibujarlo –propuse.

–No amor, lo vi solo una vez en medio de la oscuridad, ahí fue cuando vi como se miraban, pero fue lo único que pude notar...

No sabía de que otra manera darle ánimos a mi madre, pero noté que Gilbert estaba pensativo, esperaba que él con su sabiduría por los viajes encontrara una solución para apoyar a mi madre.

Una vez que terminamos de charlar y tomar té mi madre fue a su habitación y Gilbert y yo nos quedamos en el salón.

–Hola chicos –dijo January entrando de pronto, estaba muy sonriente y supuse que había estado con Oliver.

–Señorita –saludó Gilbert.

–Engendra del mal –dije yo.

–Nada de lo que me digas va a arruinar mi buen día –dijo ella feliz.

–Créeme que el mío tampoco se arruinara con nada.

Mi hermana me sonrió e hice lo mismo, no sabía de que iba mi felicidad pero aún así ambos nos alegrábamos por el otro. Una vez que se fue a su habitación abracé a Gilbert y le robé un beso.

–¿Qué haces? Ya llegó tu hermana –dijo con nerviosismo separándose de mi.

–Ya no sale para nada de su habitación y Hasana se la pasa en la cocina –dije mirándolo tiernamente y le extendí los brazos.

Él se acercó a mi metiéndose en mis brazos y se acurrucó en mi pecho. De pronto comenzó a acariciarme el torso con un dedo y mis latidos comenzaron a aumentar, él al notarlo comenzó a reírse.

–Oye es verdad, ¿por qué tu padre no está en casa? Es sábado.

–Lo mandaron a un viaje de trabajo antier y está ahora mismo viajando de regreso de Nueva Escocia a Charlottetown mañana volverá.

–Bien, entonces supongo que nos veremos el lunes –dijo triste.

My Sweet Boy | Gilbert Blythe | EDITANDOWaar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu