2

2.4K 221 13
                                    

Desperté a las seis de la mañana, no tenía las mínimas ganas de empezar el día, pero debía ir a correr como le dije a mi padre.

Me vestí rápidamente, me puse mis lentes y bajé a la cocina. Me preparé algunas cosas para llevar a clase y las puse en mi mochila.

El clima estaba fresco y húmedo, se podía respirar la lluvia que había caído durante la noche y las nubes amenazaban con estallar de nuevo en cualquier momento. Mis lentes se empañaron así que los guardé.

Emprendí camino por los grandes senderos, ya podía escuchar a mi hermana chillar al ver todo este lodo, estaba peor que el día anterior. Me sumergí en mis pensamientos con una melodía de fondo que había estado aprendiendo en el piano. No podía ver más allá de unos metros por mi falta de visión, así que miraba mis pies todo el tiempo.

Imaginé que ya había pasado al menos una hora desde que salí de casa, así que me dispuse a ir a la escuela aunque llegara mas temprano. Así que me di la vuelta. Luego di la vuelta nuevamente y miré hacia todas direcciones. Recordé que no pregunté hacía donde estaba la escuela. No sabía hacía donde ir.

Decidí preguntar a alguien pero tampoco es que estuviese en un lugar lleno de gente, ya que había optado por caminar por las afueras de los terrenos y no dentro del pueblo. Saqué mis lentes solo para ver un poco a lo lejos y distinguí unos árboles hacia la derecha de donde estaba.

"La escuela estaba cerca de un bosque" eso había dicho mi abuela cuando me platicó todo sobre este pueblo. Así que seguí caminando hacía los árboles y cuando estuve cerca me di cuenta que no había llegado a un bosque.

Los árboles estaban todos sembrados de forma recta uno tras otro, los tamaños eran casi iguales, así que debía ser un cultivo, me acerqué a un árbol a ver que tipo de árbol eran y sonreí al encontrarme con un montón de manzanas rojas arriba de mi cabeza. Resistí la tentación de tomar una, ya que eso sería robar. Me quedé un buen rato admirando el color rojo entre los árboles cuando un sonido me sobresaltó.

–¿Si sabes que estás en propiedad privada, no? –me dijo la voz de un hombre joven que aún no lograba ver entre tantos árboles.

–Discúlpame, no era mi intención –respondí con temor mientras buscaba el dueño de la voz.

–Discúlpame a mi, no era mi intención asustarte –dijo al momento que pude verlo salir de entre los árboles cercanos.

Era un joven como de mi edad o un poco mas grande. Tenía una gran sonrisa y aspecto muy noble. El corazón me latió con mas fuerza.

–Lo siento, vi los árboles de lejos y creí que era el bosque, busco la escuela –dije con nerviosismo.

–Bueno, tienes suerte de que hoy decidí venir a revisar las manzanas y te encontré, sino quien sabe si te hubieses dado cuenta que vas en dirección contraria.

–Oh –es todo lo que pude decir al respecto –, por cierto, son muy hermosas.

–¿Quiénes? –preguntó el muchacho ladeando la cabeza.

–Tus manzanas, quiero decir, jamás había visto un manzano.

–Y te encontraste con muchos para inaugurar tu primera vez, la vida nos lleva por caminos distintos pero nos muestra cosas nuevas.

Sonreí ante su respuesta. Me señaló el camino y empezamos a andar, al momento me ensimismé en mis pensamientos.

Me encontraba ante una persona muy cálida para ser hombre y joven, en el pasado todos los de sexo masculino de mi misma edad habían sido groseros conmigo. Solía solo hacer amistad con chicas de mi edad, solo si es que había alguna que no deseara la presencia de los chicos, también tenía amigos muy mayores, amigos de mis abuelos quienes siempre estaban felices de verme.

–¿En que piensas? –preguntó el chico.

–Oh, es que nunca había conocido a alguien que me tratara tan bien como tú a pesar de que invadí tus cultivos.

–Me halagas, pero solo estoy siendo decente.

–A mi vida le ha faltado decencia humana –respondí.

–Siento mucho eso, no te preocupes, aquí en Avonlea hay algunas personas decentes, como Anne, Diana, Moody y unos cuantos mas, el resto es... bueno, supongo que no son tan malos.

–Con que tú estés cerca me basta –dije eso último con sinceridad, pero hubiera deseado no decirlo, ya que era un deseo que se me había clavado apenas hace unos minutos cuando lo conocí.

–Entonces te va a bastar y sobrar si estoy yo y los demás... por cierto me llamo Gilbert Blythe.

–Oh, yo soy Nov Lacroix.

–¿De dónde viene tu nombre?

–De November –dije apenado.

–Increíble, nunca había conocido que alguien se llamara como un mes.

–Ahora conocerás dos, mi hermana se llama January.

–¿De verdad? –preguntó incrédulo. Asentí –, ¿Pero por qué?

–Mi hermana se suponía nacería en Abril así que se llamaría April, que es más común, supongo. Pero hubo un contratiempo y nació en Enero, mis padres no tenían tiempo de pensar en un nombre ya que debían bautizarla porque podía morir. Así que se guiaron por la lógica de April. En noviembre del mismo año nací yo y mi madre dijo que lo hice en su mes favorito así que decidieron llamarme November. A veces pienso que eso de su mes favorito es una excusa y sólo querían que acompañara a mi hermana en su dolor –me reí.

–Pues el dolor de tu hermana te sienta bien, November –dijo mi nombre con delicadeza para poder analizarlo– te queda mucho.

Ahora que había escuchado mi nombre en su voz me gustaba mucho mas.

My Sweet Boy | Gilbert Blythe | EDITANDOWhere stories live. Discover now