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Querido diario:

La fiesta estuvo increíble, recibí muchos regalos, bailamos y dijeron cosas muy lindas de mi. Sentí increíble por estar rodeado de amigos y amigas que me aprecian.

Lo malo fue que Gilbert se le declaró a mi hermana, eso me partió el corazón y lloré demasiado. Cole me consoló, de hecho es un buen chico y si es demasiado delicado y bueno.

Pero lo más raro de todo y el pensamiento que tengo repetidas veces en la mente es que dormí con Gilbert, dormí abrazado de él, no sé si se dió cuenta o no, pero fue increíble, aun no puedo saber si fue un sueño o fue real, pero él creer que fue real me detiene el corazón cada que lo recuerdo.

Por cierto, voy a comenzar a salir con Diana, quizás ella pueda hacerme olvidar a Gilbert, ya lo veremos.

Mi cumpleaños también llegó, los chicos volvieron a abrazarme y me felicitaron, pero no fue tanto como el día de la fiesta.

–Ya te di tu regalo, quizás debía esperar para hacerlo mas exclusivo –dijo Gilbert.

–Eso es lo de menos, lo importante es que te esmeraste y en verdad me encantó –extendí el brazo para mostrarle que lo tenía puesto.

–Te lo mereces. Eso y más –soltó y se fue a un lado de January.

La cosa era así últimamente, Gilbert decía algo demasiado lindo hacía mi y desaparecía para irse con mi hermana, casi enseguida de eso, le daba un beso.

–Nov –dijo Diana mirándome –, vamos junto al lago hoy, ¿te parece?

–Genial, acepto.

Al terminar salí rápidamente sin despedirme de Gilbert, le abrí la puerta a Diana y salimos. Fuimos hacia el lago y Diana señaló debajo de un sauce llorón. Al acercarme pude ver una manta de picnic y una canasta, también había un frasco con lo que parecía vino y dos copas. Diana me invitó a sentarme.

–Esto es increíble ¿cómo lo hiciste para tenerlo listo? –pregunté.

–El ama de llaves de mi casa es mi cómplice, le di unas monedas para que no le cuente a mis padres.

Me sirvió una copa.

–¿Esto es vino?

–No, es jugo de frambuesa, no puedo tomar vino, la última vez que tomé no sabía lo que era y terminé ebria y perdí la amistad de Anne por unos días.

–¿Cómo pasó todo eso? –pregunté y di un sorbo al jugo, estaba delicioso.

–Tuvimos una fiesta de té, Anne se equivocó de botella y me sirvió vino, era tan delicioso que tomé varias copas y para cuando recordé estaba en la habitación de Anne bailando y cantando. Mi madre se horrorizó y nos prohibió ser amigas.

–Eres una rebelde –dije.

Ella me sonrió y me dió de comer. Su compañía era agradable, también ella era muy bonita a la vista. Sólo tenía que comprobar una cosa para saberlo...

Me acerqué a ella, la miré a los ojos y pregunté "¿puedo?" ella asintió con un suspiro. Entonces la besé, un beso suave y rápido, no sentí nada...

Volví a intentarlo, esta vez la tomé de la mejilla y la acerqué mas a mi, le di un beso mas largo, pero después de unos segundos me rendí, no sentía nada.

Claro que era mejor que besar a Josie, pero no me hacía sentir mariposas, felicidad o calor dentro de mis venas, solo eran besos vacíos.

Al parecer para ella no lo fueron, porque esta vez ella tomó mi rostro, se arrodilló para acercarse mas y me besó con mas fuerza. No quería apartarla, pero sentí demasiadas ganas de llorar así que me tiré al piso como si hubiera sido accidente.

My Sweet Boy | Gilbert Blythe | EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora