29

1.5K 142 39
                                    

No había dormido casi nada, así que en cuanto los primeros rayos de sol entraron por mi ventana me levanté de un salto, me di un baño a pesar del clima, me puse mi mejor ropa y bajé a desayunar.

–¿Tan temprano, joven? –preguntó Hasana sorprendida.

–Hoy es un gran día, no hay que desperdiciarlo durmiendo –dije alegremente.

Me terminé mi desayuno, fui a avisarle a mi madre que saldría, tomé mi carta para Gilbert y salí.

Primero fui al centro del pueblo, en donde me acerqué a un puesto donde vendían flores, no había mucha variedad así que decidí tomar una rosa blanca. Sólo una para que fuera mas especial.

–Le va a encantar a su chica –dijo el señor que me atendió. Me limité a sonreír y darle las gracias.

Después de eso caminé hacía su casa, el corazón me latía demasiado fuerte, antes de entrar a sus terrenos vi a Mary, Bash y Delphine salir, me acerqué a saludarlos.

–Hola Nov, que gusto –dijo Mary–, ¿vas a ver a Gilbert? Por alguna razón desde ayer que llegó no sale de su habitación, quizás le haga bien verte.

–A Gilbert siempre le hace bien verlo, sonríe mucho cuando está con él –dijo Bash, eso me conmovió–, nosotros vamos a desayunar con los Cuthbert y después pasaremos a comprar algunas cosas para Delphine, ya nos vamos que llegaremos tarde.

–Que tengan una buena mañana, disfruten de su día y de su vida –respondí con demasiada felicidad y euforia, ellos me miraron confundidos pero después asintieron con una sonrisa y me desearon lo mismo.

Seguí caminando dejándolos atrás, cuando estuve en la puerta cerré los ojos y suspiré "tranquilo, todo está bien" pensé. Pasé la carta por debajo de la puerta y toqué.

No hubo respuesta. Toqué de nuevo. Escuché pasos y enseguida la voz de Gilbert.

–¿Olvidaste algo como siempre, Bash? Oh, que es esto –escuché que tomó la carta y la abrió. Un suspiro después la puerta estaba abierta.

Gilbert llevaba el cabello despeinado, estaba en pijama y tenía unas grandes ojeras. Me miró por unos segundos sin poder creerlo y yo seguía plantado con la rosa frente a mi. Finalmente sonrió ampliamente y se lanzó a mis brazos.

Correspondí a su abrazo, era tan cálido y olía demasiado bien, de pronto sentí como dió varios pasos atrás sin despegarse de mí y me jaló dentro de la casa. Cerró la puerta a mis espaldas.

Unos segundos después me soltó y vi que estaba llorando, me acerqué a él y comencé a limpiar las lágrimas con mi camisa.

–Si viniste... –dijo con un susurro.

–Es lo que mas deseaba desde anoche que leí las notas...

–¿Y por qué no lo hiciste? –preguntó ladeando su cabeza.

–Porque me dijiste que viniera hoy...

–Nov, lo dije por si necesitabas tiempo para pensarlo, pero si ya estabas seguro pudiste haberlo hecho desde anoche. Eres demasiado obediente, me gusta.

Me sonrojé.

–Me hubiera evitado una noche sin dormir de la felicidad.

–Me hubieras evitado una noche sin dormir de la dolorosa e impredecible espera.

Ambos nos reímos y las ojeras se nos notaron mas. De pronto me di cuenta de algo.

–¿No leíste mi carta? Me abriste enseguida.

–Solo la primera frase me bastó para saberlo, lo dijiste sin darle vueltas al asunto, pero dame chance para leerlo ahora mismo.

Gilbert se sentó en una silla de su comedor y sacó la carta, comenzó a leerla y yo daba vueltas en el lugar del nerviosismo que me provocaba tenerlo enfrente leyendo mis palabras.

Después de un minuto Gilbert soltó la hoja y se levantó, se acercó a mi rápidamente y me tomó de la cintura y me jaló hacía él, el corazón se me aceleró.

–Creo que en estos momentos tengo 105 pulsaciones por minuto –dije para aminorar la tensión.

–Entonces si era verdad que te pongo nervioso –río–, pero necesito hacerlo, debo hacer eso porque sino voy a explotar de amor por ti.

Me juntó aún mas a su cuerpo y puso una mano en mi mejilla, sus labios se fueron acercando poco a poco, cerré los ojos instintivamente y me dejé llevar en cuanto nuestros labios se encontraron.

La respiración se me entrecortó, sentía fuego en mi interior, mi tacto estaba alerta, mis venas parecían llevar lava líquida en lugar de sangre, mis piernas temblaban y sólo podía respirar su aroma y exhalaciones. Era un sentimiento totalmente diferente a los que experimenté antes besando a otras personas, esto era lo que siempre había buscado en un beso.

Cuando Gilbert se separó le sonreí enseguida con la felicidad mas genuina que jamás había experimentado. Él me devolvió una sonrisa de lado.

–Esos ojos –me dijo mordiéndose un labio–, ese color verde me hace sentir la cálida primavera, Nov nunca dejes de mirarme.

–Jamás, lo prometo.

Ahora yo lo acerqué a mi, quería mas de él y nos besamos suavemente, la sensación anterior volvía con cada beso y yo sentía ser un adicto a eso.

Después de un rato de besos y mirarnos, bostecé, Gilbert hizo lo mismo al verme.

–Necesitamos dormir, ¿quieres...? –me señaló su habitación con la cabeza.

Asentí y nos fuimos hacía su habitación, él acomodó las sábanas y le dió unas palmadas a la almohada que era para mi, me prestó un pijama y me indicó que me acostara. Se acostó después de mi, estábamos cara a cara y él me abrazó.

Yo acariciaba de su cabello a su rostro con una mano, él cerró los ojos y al cabo de unos minutos se durmió, yo hice lo mismo.

Después de un par de horas me desperté por unas risas. Moví a Gilbert y él despertó desconcertado, pero al verme a su lado sonrió y me jaló uno de mis rizos.

–Creí que había sido un sueño... –dijo con la voz ronca.

–Gilbert creo que Mary y Bash llegaron, ¿qué les diremos?

–Oh, no te preocupes, deja me cambio.

Se levantó y fue a buscar un cambio de ropa, comenzó a desvestirse enfrente de mi y me tapé los ojos con las manos.

Gilbert se rió por mi reacción, una vez que se cambió se acercó a mi y me dió un pequeño beso.

Salió de la habitación y me quedé sentado esperando.

–Buenos días, familia –saludó felizmente.

–Hey buen día dormilón, creímos que estarías en la clínica –respondió Mary.

–Decidí darme el día libre, quiero decirles algo. Ahí dentro está la persona que amo, le confesé mis sentimientos ayer y hoy vino a decirme que siente lo mismo.

–No nos habías dicho nada –dijo Bash con tono ofendido.

–No estaba seguro de lo que sentía, porque... Véanlo ustedes mismos.

El corazón se me detuvo, Gilbert se asomó y me indicó salir. Me levanté y me acomodé la ropa, el cabello y salí tomado de la mano de Gilbert.

–Hola Nov –saludó Mary–, con razón te veías muy feliz.

–Ahora lo entiendo, a decir verdad se les notaba mucho, pero no creí que fuera eso –respondió Bash.

Me sorprendí de la reacción desenfadada de ambos, pero entendí que Gilbert había sido la primera persona blanca que los aceptó y los hizo parte de su familia, él jamás los juzgó y ellos estaban agradecidos, además de haberme demostrado ser personas increíbles.

Mary se ofreció a hacernos algo de comer, yo le ayudé un poco para que terminara más rápido y nos sentamos todos en la mesa. Tuvimos una plática muy agradable mientras les contábamos nuestras anécdotas juntos y entre los tres me contaron también como se conocieron y lo desastroso que fue la pedida de mano de Bash para Mary.

My Sweet Boy | Gilbert Blythe | EDITANDOWhere stories live. Discover now