cuando la vida te da limones...

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Viernes, 17 de marzo

—Entonces tuviste que llevar a tu novio a Urgencias, y según lo que me has contado, deberías llevar ya dos semanas sin verle... ¿Cómo lo llevas?

Sentado en la pequeña pero cómoda silla de la consulta de mi psicóloga, tras haberle contado el evento más surrealista y traumático que me había ocurrido nunca, me reí.

—Bueno, debería.

Pero lo cierto era que sí había visto a Jeno, demasiadas veces.

Y lo que en un principio deberían haber sido dos semanas que me ayudaran a recordar cómo era mi vida antes de que él llegara a ella, se convirtieron en dos semanas en las que mi vida se terminó de poner patas arriba.

—Por dónde empezar...


Domingo, 5 de marzo

(un día después de aquella fatídica noche, una hora desde la última vez que hablé con Jeno por teléfono)

Tirado en mi cama, una llamada entrante en mi móvil me despertó de una siesta que no recordaba haber decidido tomar. La cabeza me estallaba y tenía los ojos hinchadísimos, y solo tardé cinco segundos de puro aturdimiento en recordar, con un mini ataque cardíaco, que Jeno y yo lo habíamos "dejado" durante cuatro semanas, y que me había quedado dormido de tanto llorar.

Debería haberme muerto mientras dormía.

El número desconocido en pantalla me desilusionó, no era quien esperaba ver.

—¿Quién es?

¡Hey, hola Jaemin! —era la voz de un hombre.

—Hola, ¿quién es? —volví a preguntar.

Soy yo, ¡el amigo de tu madre! —¿amigo?—. Oye, ¿te pillo en mal momento? ¿Tienes algo que hacer?

Parpadeé sentándome despacio en la cama. Todavía estaba agarrando señal.

—Perdón, ¿quién?

Tu madre no te ha dado mi número aún por lo que veo... ¡Pero a mí ella me ha dado el tuyo! Soy yo, el pesado aquel que a veces se queda a dormir en tu casa y con el que nunca quieres hablar y lo entiendo perfectamente, ¿me recuerdas?

—Oh, oh. Ya sé —el último follamigo de mi madre. Mi padrastro:— Mi extorsionador.

¡Ese! —Soltó una risa forzada que murió con un silencio incómodo—. Eehh, bueno. Me preguntaba si, ya que tu madre se ha ido unos días de viaje con tu familia, ¿te gustaría salir a tomar algo?

¿...Qué demonios?

—Eh... —Me levanté para mirar por la ventana, fuera ya había oscurecido. El reloj de mi escritorio marcaba las 8 de la tarde—. ¿A-Ahora?

Y si quieres podemos ir a cenar también, ¡yo te invito!

—Oh —eso ya me interesaba más—. Vale.

¡Me encanta lo fácil que eres de convencer!

—¡No lo soy! Solo tengo hambre —refunfuñé con cabezonería. Parecía un niño de cinco años. Me di un poco de vergüenza.

—Te recogeré dentro de un rato, ¿vale?

—...Vale.

Su gritito emocionado al despedirse me hizo reír a mí también.

My First And Last | NominWhere stories live. Discover now