Capítulo 18

1.6K 189 35
                                    

Eris.

Veía los fuegos artificiales en el cielo y sentí el apretón de la mano de Charlotte, estábamos en el pueblo viendo los fuegos artificiales y pensé si era buena idea besarla en ese momento. Me costaba separar la misión de lo que estaba pasando con nosotras, principalmente porque no entendía qué era lo que pasaba con nosotras.

—Feliz año, Eris. —Ella dio el primer paso y besó mi mejilla.

—Feliz año, Charlotte.

Cuando vi sus ojos pardos podía ver el reflejo de los fuegos artificiales en sus ojos, nunca creí que podría admirar tan bien algo tan simple.

Era la primera vez que sentía algo así.

Y ese era el problema.

Sabía por los libros cómo podía sentirse el amor, pero esto era muy diferente a cualquier libro que haya podido leer sobre romance. Luego del beso que Charlotte me había dado entendí que todo lo que sentía era amor, o al menos algo similar. Cuando la miraba sentía mi corazón encontrar paz, incluso cuando discutíamos, siempre había tratado de evadir las discusiones, pero con Charlotte no podía evitar prestar atención a cada cosa que hacía, no podía dejar de observarla y me encontraba en varias ocasiones pensando en ella.

Y luego del beso de anoche, empezó a aparecer en mis sueños y no de una manera pura, quería tocarla. Quería recorrer su cuerpo.

Pero esa idea me aterraba, no sólo porque este sentimiento me hacía temer, sino que cada vez que nuestras manos se tocaban algo pasaba y pensar en hacerle daño por mis sentimientos me hacía creer que era una especie de castigo divino. Poder desearla, pero sin tocarla.

En el pasado había tocado a Nancy, pero algo así no había pasado, incluso podía recordar que cuando era una niña Camille revisó mis manos junto a Norah.

—Desde ahora tendrás que llevar estos guantes. —Charlotte me mostró los guantes blancos.

—¿Para qué son?

—Es para que tus manos curen bien, aún tienes heridas que te hicieron en el campamento. —Yo miré a la mujer rubia y extendí mis manos, de todas formas, no tenía más opción que cooperar. Aunque ellos no me golpeaban como en casa, ellos me mantenían en una sala encerrada. Ella era la única que venía con la enfermera. —Te he traído una paleta. —Luego de ponerme los guantes me entregó un dulce, ella siempre traía uno. —Desde ahora no podrás quitártelos en un tiempo, ¿Bien? —Asentí aceptando la paleta.

—¡Feliz año, chicas! —Beatrice nos atrapó en un abrazo y ambas lo aceptamos. Pronto vi a Ares quien no dudo en abrazarme cuando su prometida nos soltó, luego abrazó con el mismo entusiasmo a Charlotte. Mantenía mis dudas sobre su nivel de amenaza para el mundo mágico.

—Vamos, toma Eris. —Él puso un gorro de fiesta en mi cabeza. —Tomémonos una foto grupal. —Él parecía más relajado de lo habitual y cuando sacó su teléfono nos juntamos los 4 para la foto.

—Te ves más feliz. —Comenté cuando él miraba el resultado de la foto, sus ojos grises se posaron en mí.

—Muy observadora. —Me excedí. —Veo que me estas conociendo bien, lo tomaré como una buena señal para nuestra amistad. Si, estoy feliz. Papá dijo que se quedará más tiempo en el pueblo por el tema de mi candidatura.

—Eso es genial, —Fingí una sonrisa. —¿Está por aquí?

—No, tuvo que resolver algo fuera. Por cierto, ¿Te gustan los perros? —Le miré confundida. —Necesito que me hagan un favor.

Charlotte aceptó sin preguntármelo y terminamos con un perro blanco en el departamento, lo observé con detalle, se veía algo raro, no pude observarlo demasiado porque él me gruñó.

La Guerra de ErisWhere stories live. Discover now