La desarmada Sarah Fortune- Ligera como una pluma

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 Jinx madrugó temprano para molestia de casi toda la tripulación, especialmente para Brade y Rein, y por supuesto para mí. Tenía un sueño de mi infancia, en el cual jugaba con Yone y de repente mi madre comenzaba a gritarnos desde la ventana de la cocina "¡A comer Yone! ¡Yasuo!".

--¡Yasuo!... despierta ¡he terminado los planos de los nuevos lanzacohetes! Hora de trabajar, despertaré a Brade y Rein—Jinx no podía despertarme en peor momento, la resaca esta vez si me había afectado y lo poco que había dormido las cuatro noches anteriores gracias a ella y su nuevo proyecto, ya me habían hecho círculos bajo los ojos.

No sabía de donde sacaba ella tanta energía, la peliazul se quedó dibujando planos toda la noche en medio de risitas y murmullos, por suerte dejó de soldar cuando le hice saber que era hora de dormir. Era muy hábil con todo lo que hacía, armaba, cortaba, ajustaba, daba martillazos y soldaba. Gritó de gloria en medio de la noche cuando probó uno de los cristales en un dispositivo creado para generar energía y funcionó, el cuarto brillaba en luminiscencia morada. Incluso yo mismo me emocioné y olvidé lo mucho que quería estar con la tripulación mientras todos cantaban canciones de piratas ebrios por el ron y sonaban sus estridentes risas cuando alguien decía un chiste de adultos. Yo solo la observaba en silencio y de vez en cuando metía mis narices en uno de los tantos libros que compré en una librería piltoviana.

El primer día después de terminar la cocina fue memorable por la cara de los aprendices ya que no solo estaban malhumorados y claramente sufriendo las instrucciones de Jinx lo mas temprano por la mañana.

--Hice estos planos especialmente para ustedes, se encargarán de que salga perfecto ¿verdad?—les dijo poniendoles cinco rollos gigantes en los brazos con una mirada y sonrisa siniestra.

--Claro que si Jinx, la cocina no tuvo fallas supongo que esto será igual—dijo Brade temeroso de mirarla a los ojos.

--Que bien, porqué morirán si no lo hacen bien... puede explotar si no ensamblan bien las cosas, pero no le digan a nadie los riesgos.

Se vieron entre ellos y se fueron callados y atemorizados.

Todo transcurría con una extraña normalidad, aunque yo casi padecía la calidad de encierro en el camarote, salvo por las veces que recorrimos el barco, sus interiores, el sistema de energía, defensa y navegación para que ella pudiera medir y darse una idea de la estructura del barco y construir lo pactado con Sarah. La cocina había cambiado mucho la dinámica de trabajo en algunos por lo que hubo mas apoyo en la herrería.

Fuera de eso, para Jinx era normal encerrarse en su trabajo y aislarse de los demás, realmente disfrutaba trabajar en los planos del proyecto mayor solicitado por Sarah. Le llevaba la comida y me ponía a leer sobre la litera, afuera del camarote hacía ejercicio y había que llamar directamente a Rafen si tenía que relevarme unos minutos. Terminé dos libros en esos tres días. No hablábamos mucho, aunque le platicara del libro que leía, ella se distraía y no me podía poner atención durante mucho tiempo, pero no la podía culpar.

--...y el sr Wallabitz era en realidad el asesino de madame Lanslade, aunque en el primer capítulo expone que—

--el generador A, debe intercambiar con el B. Pero las runas del A definitivamente no son compatibles con B, sino con C pero aun no está completo. ¡Carapescado! Dime por favor si el plano F del proyecto 62 servirá... ¡Perfecto! Yasuo acompañame a la bodega.

Ese día descubrimos que Jinx había sustituido un cargamento completo de telas por una tonelada de materiales, tanto suministros como herramientas indispensables para la fabricación de sus inventos. Cuando bajé con Jinx a la bodega por el plano que buscaba, aprovechó y sacó tres tubos de ensayo con Brillo estrictamente prohíbido en la nave.

Viaje al Festival de la Flor EspiritualWhere stories live. Discover now