La desarmada Sarah Fortune- Los primeros tres días

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Tres días apenas habían pasado, en momentos fueron largos y en otros parecía que se pasaban como una brisa. La "encarnación del peligro" como la llamaban algunos marineros se quedó casi todo ese tiempo en el camarote haciendo planos y partes pequeñas pero sustanciosas en el proyecto.

El primer día fue encierro y paz absoluta, tuve la oportunidad de terminar uno de los libros que compré cuando llegué a Piltóver (que estuvieran en Jonio me hizo feliz, pues se encontraban libros en lenguas diferentes). Solía acomodarme en una silla debajo de la ventanilla del camarote a donde la luz alcanzaba a llegar. También observaba de vez en cuando a Jinx, aunque desde su perfil derecho lo único que le veía de la cara era la punta de su nariz y el mechón rebelde azul que siempre la acompañaba mecerse al ritmo de su viejo fonógrafo.

Brade y Rein eran mandados por Sarah para traernos comida y la peliazul aprovechaba para darles planos e instrucciones sobre lo que debían hacer.

--¡Tú! ¡Número 1! ¿Ves esto que está aquí? Debe estar hecho de tungseno, o si no se derretirá como vela.

--Dudo mucho que tengamos este material ¿quizá titanio?

--¡Oh! ¡Lo olvidaba! No es como si pudiéramos volver para saquear un poco a Piltóver.

--Quizá si bajamos los límites estándares de la temperatura del soporte del núcleo se puede utilizar otro material, y con un moderado potenciador se podría...

--¡Ya me aburriste!—lo interrumpió -- Titanio será, has lo que tengas que hacer. solo no lo eches a perder. Y... ¡tubos! Ocupo delgados tubos ensamblables de un cuarto y ocho emparedados mas para mañana, hombre fuerte es voraz.—dijo con un tono un poco molesto, aun estaba resentida porque me había comido casi todo esta mañana, y por su delgadez no tenía idea que comiera tanto.

Me miraron y yo solo resoplé en silencio. Brade sonrió, parecía feliz de estar haciendo esto a pesar de lo difícil que sería tratar con ella.

Jinx solía ser cortante con ellos, pues no soportaba más de dos minutos hablar sobre lo que hacían. Trataba de hacerse entender solo a través de los planos y las instrucciones exactas allí dispuestas (algunas veces dibujadas). Brade era quien parecía tener más confianza con ella y era capaz de entender su lenguaje carente de tecnicismos. Por otro lado, Rein, se quedaba callado con la aparente motivación de ir solo para cuidar a su hermano, me llamó la atención la forma en como miraba a Pulpito. Eso sí, ambos me rehuían la mirada, saben que no olvido fácilmente.

No me despegué de ella o de su camarote. Cuando no resistía estar tanto tiempo encerrado, me salía a estirar y hacer un poco de actividad física gracias a que el camarote no estaba por el estrecho pasillo que recorrían los cuartos de los demás, sino delante de las escaleras que une el resto de los pisos y la cubierta. Alguna que otra persona de la tripulación me saludaba mientras yo usaba la parte posterior de las escaleras para atarme pesas a la cintura y hacer dominadas. Rando, un hombre joven con el que más solía hablar cuando lograban sacarme conversación, pasó con un par de pastelillos, parecía venir de la cocina. Me dio ambos.

--¡Cortesía de la cocina! ¡Hey! Yasuo cuando me enteré que serías tu quien escoltaría a Jinx no dudé de ti... bueno, casi nos hace pedacitos cuando vino a robar, pero es lo de menos si puede hacer que los malditos que emboscaron el barco donde iba mi padre, exploten.

--Haremos lo posible porque sea justa la siguiente batalla—dije refiriéndome a los trucos que guardaban los barcos enemigos dentro de sus cascos—no fue fácil convencerla.

--Mucho mejor augurio entonces, confío en ustedes, ¡no lo olvides! ... --bostezó--Me hace falta una larga siesta—dijo Rando con una sonrisa y se retiró a su camarote después de ser vigía después de ocho horas nocturnas.

Viaje al Festival de la Flor EspiritualWhere stories live. Discover now