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Chan abrió sus ojos mientras sus manos se dirigían a la cintura del chico que tenía encima

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Chan abrió sus ojos mientras sus manos se dirigían a la cintura del chico que tenía encima. Sus manos apretaron ésta dejando sus dedos marcados mientras pequeños gruñidos y jadeos salían de su propia boca al tener a un chiquillo saltando sobre él.

Dirigió su mirada al rostro del pálido y no pudo evitar morder su labio ante la imagen que se mostraba. Era el chico que ahora vivía con él, con los ojos cerrados, su boca abierta, por dónde obscenos sonidos salían, el sudor cubriendo su cuerpo, todo eso hacía de esa escena algo majestuoso y que jamás querría borrar de su memoria.

Agarró nuevamente las caderas del chico e hizo que parara sus saltos para luego cambiar de posiciones, ingresó su miembro en la entrada del menor nuevamente de una sola estocada e inmediatamente empezó a moverse en su interior.

Todo iba perfecto hasta ese entonces hasta que sintió que ladraban, esperen... ¿Un ladrido?

Abrió sus ojos y se sentó en la cama, bastante agitado, su mirada se dirigió a su cachorra que le ladraba desde el piso, pues es donde su cama se encontraba, y frunció el ceño, dirigiendo su vista a la erección que tenía. ¿Todo había sido un sueño? Bufó algo para nada contento y pasó sus manos por su rostro.

Anoche, luego de que, junto a Jeongin, terminara de revisar los cuadros, le había preparado la habitación que tenía libre en su hogar y lo había dejado dormir para luego él hacer lo mismo.

Se levantó algo molesto consigo mismo por despertar con una erección y haber tenido un sueño erótico con el pálido que tenía ahora como compañero de hogar y caminó hacia el baño. Salió de su habitación y sintió el olor a comida, por lo que, instintivamente, caminó hacia la cocina viendo a Jeongin servir algo en platos para luego llevarlos a la mesa.

—Oh, buenos días —saludó el demonio al ver a Chan ahí parado y, luego de inspeccionarlo con la mirada, sonreír burlonamente—. Creo que deberías seguir con tu camino a la ducha, debe ser incómodo tener esa erección.

Chan sintió su rostro arder y sin responderle siguió su camino hacia la ducha sin muchas ganas, le hubiera gustado admirar el cuerpo del demonio unos segundos. Se adentró al baño y empezó a regular la temperatura antes de meterse bajo el chorro de agua.

Ladeó su cabeza hacia un lado, dejando que el agua tibia cayera sobre sus hombros y cuello. Agarró el jabón para luego empezar a lavar su propio cuerpo, evitando todo lo posible tocar su miembro que aún se encontraba erecto, frunció su ceño pues una ducha siempre servía cuando despertaba con erecciones mañaneras. Suspirando y algo avergonzado empezó a tocarse lentamente, cerrando sus ojos y mordiendo su labio para no hacer mucho ruido, volviéndose esto más difícil con el pasar de los minutos hasta que finalmente acabó.

Luego de limpiar el desastre que había armado, terminó de bañarse y salió del baño con una toalla envolviendo su cintura y cubriendo sus partes mientras que tenía otra en su cabello, secándolo vagamente.

Había pedido el día libre para poder hacer lo que le había dicho al demonio, el hecho de comprarle ropa y ayudarle a conseguir trabajo.

Caminó hacia su habitación y luego de ponerse un jean ajustado negro y una camiseta azul con manchas celestes y grises, caminó hacia la cocina con una pequeña sonrisa y frunció su ceño al ver al demonio haciéndose cortes en las manos por mera diversión. ¿Cómo sabía que era diversión? Pues Jeongin se reía cada que un nuevo corte aparecía.

—Hey, hey, si ven eso lo más probable es que te lleven inmediatamente al psicólogo —murmuró Chan quitándole el cuchillo al pálido, quien hizo un puchero—. Recién veo bien tu rostro, ¿tienes hoyuelos? —preguntó estirando su mano para acariciar la mejilla del demonio, quien se alejó un poco.

—Si es esa la mano con la que te masturbaste en la ducha, no me toques —Chan se puso rojo de la vergüenza y el menor rio tiernamente mientras asentía—. Número uno, sí, tengo hoyuelos. Número dos, las paredes son muy finas, te escuché.

—Es incómodo que lo digas como si nada —murmuró Chan mientras se sentaba en una silla y agarraba el plato que tenía comida—. ¿Entonces saldremos a comprar ropa hoy?

Jeongin asintió y se levantó, amarrándose bien los pantalones, pues le quedaban algo grandes, caminó hacia la cocina y fue recién que Chan notó la descubierta espalda del menor y dos marcas paralelas en los omóplatos, frunció su ceño y agarrando su desayuno se levantó para seguir a Yang.

—¿Qué son esas marcas en tus omóplatos? —preguntó mientras se apoyaba en el marco de la puerta y con una mano agarraba el plato mientras que con la otra comía.

—Uhm, de ahí salen mis alas cuando estoy en mi hogar —respondió tranquilo Jeongin mientras llevaba una de sus manos hacia una de las marcas—. Puedo ocultarlas en el mundo humano para no asustar a las personas, es decir, ¿quién querría ver a un demonio alado en su mundo? Creerían que es algo como el juicio final, no lo sé.

Chan rio asintiendo mientras seguía comiendo de aquella forma tan extraña.

—Ya veo, ¿y puedes sacar tus alas? Es decir, ¿no les pasarán nada si las muestras?

—No, pero no tengo planeada mostrarlas en mucho tiempo —respondió Jeongin mientras terminaba de lavar los platos y utensilios que había utilizado para preparar el desayuno.

—¿Ni para qué yo las vea? —Chan hizo un puchero mientras se acercaba a lavar su plato, plato que fue inmediatamente arrebatado por el menor que empezó a lavar nuevamente mientras negaba con la cabeza—. ¿Ni una sola vez? —murmuró con su voz algo aguda para intentar convencer al demonio, quien solamente le miró mal—. Bien, bien, ya entendí.

Jeongin iba a responder cuando Berry, la cachorra de Chan, llegó hasta ellos exigiendo comida. Bang se iba a agachar a levantarlo cuando Jeongin colocó un pequeño plato con algo de carne en el piso. Berry dejó una pequeña lamida en la mano del demonio antes de empezar a comer.

Chan vio indignado a su propia cachorra y, como buen dramático, se llevó una mano a su pecho viendo mal al pálido que se encontraba frente suyo.

—¡¿Cómo te ganaste el amor de Berry tan rápido?! —preguntó con un tono herido mientras se apoyaba en la pared—. ¡Yo lo tengo hace cinco años y siempre estoy renegando para que coma! No come a menos que le dé yo en la boca —bufó Chan viendo a la cachorra comer del plato que se encontraba en el piso.

—¿Uh? Pero si esta pequeña es una ternura —murmuró Yang mientras acariciaba con ternura el pelaje del pequeño animal.

—¿Sabes qué? Renuncio, mi propia perra elige a alguien más antes que a mí.

Cómo todo un dramático Chan fingió un sollozo antes de salir de la cocina y caminar a su habitación, haciéndole recordar a Jeongin cuando estaba vivo y los dramas del chico eran exactamente iguales, no había cambiado en lo absoluto.

Cómo todo un dramático Chan fingió un sollozo antes de salir de la cocina y caminar a su habitación, haciéndole recordar a Jeongin cuando estaba vivo y los dramas del chico eran exactamente iguales, no había cambiado en lo absoluto

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Sex Demon ☘ ChanInWhere stories live. Discover now