Final Alternativo / Capítulo Extra

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Este capítulo es para quienes queremos un poco de esperanza.

Para los que la buscamos en los libros, porque la vida ya nos resulta a veces demasiado triste.

A petición popular, espero que os guste:


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Cinco años después...


Biiip. Biiip. Biiip.

Saqué la mano de debajo de las sábanas en busca de aquel horrible sonido y la forma de apagarlo. Tenía un dolor de cabeza horrible, el peor de mi vida, y la mente totalmente borrosa, como si alguien hubiese echado un frasco de lejía en mis recuerdos.

Biiip. Biiip. Biiip.

Como el sonido no cesaba saqué la cabeza de debajo de las sábanas. La claridad de la habitación me invadió, cegándome durante unos segundos. Paredes blancas, sábanas impolutas, y mucha luz que provenía de unas ventanas que iban desde el techo al suelo.

Biiip. Biiip. Biiip.

Por fin logré reconocer de dónde venía el dichoso sonido: mi teléfono móvil. Conseguí tomarlo de la mesita y apagar la maldita alarma antes de que el volumen subiera. La había configurado hacía unos días para ser la peor de todas, la más ruidosa, con el fin de lograr levantarme, ya que siempre llegaba tarde al trabajo.

En aquel momento me arrepentía horrores. Sobre todo por no haberla apagado el día anterior.

Pero... ¿qué demonios había hecho anoche?

—No me acuerdo de nada —gemí mientras rodaba sobre al almohada y cerraba los ojos.

Breves flashbacks llegaron a mi cabeza, pero no fueron de la noche anterior, sino del sueño que había tenido. Sentí cómo un escalofrío me recorría. Había sido tan real... Que daba miedo.

Tan real que sentía ganas de llorar en aquel mismo momento.

Me llevé las manos a la cabeza y apreté por encima de los ojos para tratar de calmar el dolor. Ni siquiera recordaba cómo había llegado a casa. Había asistido a... ¿una cena de empresa?

Mierda, ¿y cómo es que se descontroló tanto para que acabase así?

Unos golpes fuertes hicieron que mi cabeza volviese a martillear. O quizás no fuesen tan fuertes, pero tenía el sentido de la escucha sensible. Y el cerebro también.

Necesitaba con urgencia un paracetamol.

La puerta se deslizó unos segundos y un rostro conocido apareció tras ella.

—¿Estás despierta?

—Sí —gemí.

Preferiría seguir dormida, aunque no dentro de aquella pesadilla.

Una Traviesa VenganzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora