· c i n c u e n t a & o c h o ·

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—No sabía que la profesora de literatura tuviese tantos contactos

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—No sabía que la profesora de literatura tuviese tantos contactos. Podrías entrar en la universidad que quisieras.

Estábamos envueltos en sábanas en la cama, después de haber pasado otra noche más sin dormir. Esta vez por una buena razón.

Me encontraba entre los brazos de Kai mientras los primeros rayos de Sol se filtraban por las cortinas, sintiéndome demasiado bien para ser real.

—¿En qué universidad te gustaría estudiar a ti? —Me preguntó.

—¿Por qué lo dices?

Acarició mi hombro, dándome escalofríos, y susurró:

—Porque esa es a la que yo también quiero ir.

Me reí, ya que lo encontré muy dulce, y él me besó en la mejilla.

—Todavía tengo que elegir qué carrera quiero hacer.

—Pensé que harías literatura.

Me quedé callada, tal vez demasiados segundos, porque Kai se movió. Apoyó el codo en el colchón, inclinándose para verme mejor.

—¿Qué sucede?

Me mordí el labio inferior. Había estado toda la noche en una preciosa burbuja que por poco se me olvida el mundo real.

Los últimos meses, en general, había estado dentro de esa burbuja. Pensando que ya tendría tiempo para decidirme.

Porque a diferencia de Ben, a quien el arte se le daba increíble; de Emma, que parecía tener un talento innato en biología; de Liam, que siempre dijo que se dedicaría a la economía... yo nunca lo tuve claro del todo. Y tampoco tenía algo en lo que sobresaliese por encima de los demás. Sin importar qué carrera escogiese, debería esforzarme muchísimo y, quizás, aún así, podría fracasar.

—¿Y si lo hago mal? —Murmuré por fin.

—¿Qué quieres decir?

Me encogí de hombros y subí la sábana un poco más sobre mi cuerpo.

—Siempre me ha gustado leer y... creo que disfruto también escribiendo, pero, ¿qué pasa si lo hago mal? Jamás he escrito novelas o poemas como tú. Tal vez debiera ir a algo más seguro, como... No sé, ¿física?

Kai negó con la cabeza.

—Primero de todo, las matemáticas no son lo tuyo y lo sabes.

Arrugué la nariz y miré hacia a otro lado, ofendida. Porque era cierto.

—Odio cuando tienes razón —escuché como se reía, así que no tardé en regresar la atención a él—. ¿Y qué es lo segundo?

—Escribes muy bien, Alia. Leí tu trabajo de literatura, ¿o acaso se te olvida? Pero lo más importante, y tú misma acabas de admitirlo: lo disfrutas. El fracaso no debería ser un impedimento para dedicarte a algo que te guste.

Una Traviesa VenganzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora