· v e i n t i t r é s ·

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"Soy inocente, y si pretenden culparme de algo primero quiero un abogado", repetí en mi cabeza mientras me sentaba en la silla del despacho del director, frente a su escritorio

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"Soy inocente, y si pretenden culparme de algo primero quiero un abogado", repetí en mi cabeza mientras me sentaba en la silla del despacho del director, frente a su escritorio.

Maldición, Alia. ¿Acaso puedes contratar un abogado para esto? Simplemente me expulsarían. Y eso sería el principio de todo.

El director cerró la puerta y bordeó la habitación hasta sentarse en su enorme silla de imitación a cuero a negra. Se rascó un borde de la cabeza, carraspeó y luego juntó ambas manos sobre el escritorio antes de clavar los ojos en mí. Y esperó, como si estuviese tratando de saber cómo enfocarlo todo.

Lo entendía, yo nunca daba problemas. Al contrario, era una alumna de comportamiento ejemplar... si no mencionábamos nada sobre el vestuario quemado y todo el asunto del coche...

Oh, dios mío, ¿y si enlazaban los dos sucesos y se daban cuenta de que fui yo?

Tenía ganas de vomitar.

—Lo siento mucho, no pretendía... —comencé a decir.

—Quiero decirle que Ben Yoshida recibirá un castigo —habló él a la vez.

Parpadeé en cuanto sus palabras tuvieron sentido dentro de mi cabeza. ¿Él un castigo porque yo rompiese su coche?

—¿Cómo? —Pregunté.

El director volvió a carraspear y se sentó un poco más erguido en la silla.

Acto seguido me di cuenta de la verdadera razón por la que yo estaba allí. No porque me hubiesen pillado con el coche, sino porque...

—Ha llegado a mis oídos el incidente en el campo de fútbol ayer por la tarde, tras el entrenamiento. ¿Es cierto que Ben Yoshida enseñó sus... prendas íntimas a los demás compañeros?

Abrí la boca totalmente atónita mientras el director me miraba bastante incómodo. Sin embargo solamente podía pensar, ¿quién había sido? ¿Algún profesor nos vio? ¿Quizás Kai?

No, me lo hubiese dicho.

En realidad todo sucedió delante de muchos compañeros del equipo, y a juzgar por cómo se comportaban con Ben durante el almuerzo, sin dirigirle la palabra, no estaban del todo contentos con lo que había sucedido. Al menos no una buena parte de ellos.

En realidad era de esperar que, con tantos espectadores, uno de ellos lo hubiese contando.

—Señorita Smith —continuó el director ante mi silencio—. Nos hemos puesto en contacto con la familia del señor Yoshida y será expulsado una semana del instituto por su infracción. También llamaremos a...

—¡No! —Le interrumpí con un grito, sabiendo lo que venía ahora—. No llame a mi padre, por favor. No quiero que se entere...

El director me observó unos largos segundos antes de continuar con la conversación. Estaba analizando mis palabras, porque acababa de admitir que era cierto.

Una Traviesa VenganzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora