Capítulo 15

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Feliz sábado, zorritos!

Es tarde, lo admito, pero mi semana incluyó correr para no perder mi tren a Bruselas y de regreso. Llevo unos cuatro días viviendo sin siquiera poder detenerme a respirar, pero por suerte ya estoy de regreso en casa y con suficiente chocolate para tener toda la energía necesaria. 

Como siempre, no se olviden de votar y comentar al final por favor!

Xoxo,

Sofi

***

No durmió la noche anterior a la votación, pero eso no era algo nuevo. Nikka no recordaba la última vez que había dormido. Y a juzgar por el aspecto de Lorcan cuando lo encontró en la cocina al día siguiente, no era la única. Oscuros círculos se encontraban debajo de sus ojos junto con arrepentimiento escrito en todo su rostro. Estuvo tentada de preguntarle qué había sucedido, su mano a su alcance, pero guardó silencio.

¿Había sido algo malo? Ella no lo había visto la noche anterior, y lucía como si se estuviera cuestionando toda su vida. Tal vez preguntarle sobre su futuro casamiento no era una buena idea. Aun así, las respuestas estaban a su alcance. Nikka solo necesitaba tocarlo. Quería hacerlo. Cal estaba murmurando detrás de su cabeza que no se contuviera. Ella se resistió.

Comió y deambuló el resto del tiempo hasta que el Comandante la llamó a la sala de reuniones. Todos los cazadores ya estaban allí, juzgándola desde las alturas. Nikka se encogió bajo sus miradas. Era inocente, pero ¿serían esas palabras suficiente para convencerlos?

Rajnik se encontraba sentada en las escaleras como la última vez, balanceando sus piernas. Lucía alegre al menos. ¿Tendría Nikka la oportunidad de disculparse? No pudo evitar preguntarse cómo la cazadora podía verse siempre tan feliz después de toda la crueldad de su infancia.

El Comandante presentó el caso. Nikka no prestó atención. No quería volver a escuchar ni revivir lo que ya sabía. En su lugar, miró a la cazadora. Lorcan estaba detrás de ella como de costumbre. ¿Había tenido tiempo de hablar con los demás?

—Por eso creo que el búho puede ser una buena herramienta para la Hermandad, por lo tanto mi voto es que viva —concluyó el Comandante.

¿Espera, qué?

Nikka se volvió incrédula. Debía haber escuchado mal, no había forma de que hubiera ganado su primer voto. Y nada más que del Comandante. Eso debía significar algo. Ningún cazador ignoraría el voto de su superior.

Lorcan asintió levemente cuando Nikka lo miró. Entonces, tal vez, podía confiar en el cazador y sus habilidades. Después de todo, era uno de los más respetables y contrario a Rajnik, al Comandante le gustaba bastante. Él habría oído. Incluso si Lorcan no hablaba demasiado, la gente siempre escuchaba.

—Haré el trabajo de mierda y no estaré de acuerdo con usted primero, Comandante —intervino una cazadora de cabello negro—. Una Vasija es demasiado peligrosa para controlarla. Esta ciudad está llena de inocentes. No correré ningún riesgo. Voto por su muerte.

Nikka se estremeció.

Joven. Todos eran tan jóvenes, excepto el jefe. Entonces, ¿cómo podían hablar tan a la ligera sobre la vida y la muerte? ¿Decidir su destino como si fuera culpable de ser otra cosa? No era un monstruo, ni quería serlo. No estaba segura de qué o cómo había sucedido, pero necesitaba vivir para decir la verdad. Para hacer que el sacrificio de Cal significase algo.

Y esos cazadores, hablando de su peligro y naturaleza, eran apenas unos años mayores que su amigo. No le daba más de treinta al mayor. Aun así, eran los únicos capaces de enfrentarse a un salvaje y sobrevivir. La adultez agotaría toda la resistencia y la fuerza que un joven nunca perdería. Era solo cuestión de tiempo antes de que pasara su época dorada y la vejez comenzara a afectar su desempeño. Y tratándose de un salvaje, el mínimo error era una sentencia de muerte.

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