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Sunoo soltó un grito agudo en cuanto el menor lo atrapó y lo subió en uno de sus hombros, comenzó a patalear y a golpear su espalda y entonces ambos llegaron al arroyo y obviamente Ni-ki lo mojó al acostarlo en el agua y se alejó de él entre risas.

- ¡Ni-ki!- se quejó, persiguiendo al chico que huía de él.

- Eso por empujarme, hyung.

- Empujar un..- le lanzó agua en la cara, a lo que el chico se quejó y comenzó a perseguirlo.

Estuvieron allí un rato hasta que Sunoo se cansó de tragar agua y se sentó encima de la hierba por un momento solo para estar con la mirada perdida en el agua cristalina que iba de un lado a otro mientras Ni-ki se lanzaba el líquido cristalino a sí mismo y hundía su cabeza.

Después de unos minutos regresó y se sentó junto a él con una sonrisa, le mostró una piedrita blanca que tenía una forma de corazón y casi se la arrancó para mirarla con cierto asombro.

- Que peculiar pero es bonita.

- Si, también encontré está.- le muestra una de color negro.

- Me quedaré con esta entonces.

- Oye, yo quería esa.- se quejó.

Entonces una idea le llegó a la mente al chico pelirosa, quien se puso de pie ante la mirada del otro y se apresuró en decir:

- Una carrera hasta donde estábamos y te la regresaré.

- Okey, pero en un momento.- dijo, dirigiéndose al arroyo nuevamente para lanzar piedras en el agua a lo que el mayor se le unió.

- Olvidé como tenía que lanzarlas para que no se sumerjan.

- Así..- le explicó , moviendo su mano con lentitud para que el chico imitará su acción y después la lanzó y está rebotó en el agua unas tres veces.

Hizo lo mismo y en comparación con antes, al menos no se hundió a la primera pero fue a la segunda.

- Ya, no entiendo.- se dió vuelta ya rendido.

Ni-ki se apresuró en tomar sus hombros y después de explicarle por alrededor de media hora, el chico volvió a aprender y celebró junto a él algo tan simple como eso pero eso estaba lejos de importarles. Así que saltaron dando vueltas entre risas para luego apartarse con un leve sonrojo al percatarse de lo cerca que estaban del otro y Ni-ki se sentó cerca del arroyo junto a él para seguir lanzando piedritas.

El pelirosa observó lo concentrado que se veía antes de lanzar una y el como sus brazos se tensaban al ejercer una fuerza precisa.

- Me siento como si tuviera once años otra vez.- confesó, abrazando sus piernas para desviar la mirada al agua una vez sintió los ojos felinos del chico posados en él.

- Yo también.

- ¿Cuando fue la última vez que vinimos aquí?

- Cuando tenías catorce y te quedaste en mi casa por el fin de semana.

- Cierto.- asintió con detenimiento, cerrando sus ojos para disfrutar del aire que chocaba contra su cuerpo, moviendo las hojas de los árboles y el sonido de los pájaros y del agua moverse delante de ellos- Gracias por aceptar venir conmigo.- murmuró en un tono bajo.

El castaño sonrió y dejó que apoyará su cabeza encima de su hombro y cerró los ojos de igual forma.

- Siempre lo haré.

Se removió un poco para sentir más la calidez del cuerpo contrario, a lo que el otro paso su brazo por encima de sus hombros y se quedaron en un cómodo silencio. En el que sus corazones latían a la par con los sentimientos a flor de piel, pero ninguno lo diría así lo desearan.

Entonces el más bajo se tomó el tiempo de procesar todo al estar junto a Ni-ki.

Se sentía seguro, en paz, cálido y sobretodo cómodo estando así con su menor. En cambio al estar con su novio era casi lo mismo pero no sentía esa calidez fresca en su corazón y eso lo hizo sentirse mal porque estaba comenzando a dudar de sus sentimientos.

- Será mejor que nos cambiemos antes de que nos dé más frío y flojera.- murmuró una voz extremadamente cerca de su rostro.

Aún así se atrevió a mirar al japonés, luego sus miradas chocaron y sentían que se sumergían en el otro con solo ver sus ojos.

- S-si..- se levantó, siendo seguido por Ni-ki quien estaba un poco más atrás de él.

Después de que se cambiaron, comieron un par de sándwiches de queso, refresco, ensalada de frutas y unos bocadillos que Ni-ki había traído consigo. Luego recostaron sus espaldas en la corteza del árbol en el que estaban y rato después, Ni-ki comenzó a treparlo como si fuera quien sabe que.

- Ni-ki, te vas a caer.

- Ven conmigo.- le ofreció su mano.

Menos mal habían unas ramas que no eran tan altas y fue por eso que Sunoo aceptó su mano y trepó con él entre risas y advertencias.

- Hyung, vamos.

- No quiero.- se aferró con más fuerza a la rama del árbol pero Ni-ki estaba más arriba y él ya estaba comenzando a asustarse por que sus pies estaban más arriba del suelo.

- Sunnie~

- ¡No! Vete por-... ¡Ni-ki!- se quejó cuando tiraron de su brazo, por lo que tuvo que hacer lo posible por equilibrarse y subir hasta que estuvieron a tres metros del suelo- O-oh por... Dios..- abrazó de nueva cuenta la rama con sus ojos cerrados, los cuales fue abriendo de a poco y tenía que admitir que todo se veía aún más hermoso desde allí.

- ¿Verdad que es bonito?- menciona al notar el como sus ojos miel brillaban con asombro.

- Odio tener que admitirlo delante de tí pero... S-si.

Fue soltando el agarre en el árbol de a poco solo para disfrutar del hermoso paisaje del campo floreado delante de ellos. Era algo digno de admirar y esperaba poder venir más a menudo allí..

Cuando el sol bajo un poco más, Ni-ki fue bajando y lo ayudaba ya que seguía con sus suposiciones de que se iba a caer y cerró la boca en cuanto llegaron a la tierra.

- ¿Ves? Sigues con vida.

- Si, pero igualmente eres un inventador.- le acusa.

El castaño rodó los ojos con diversión, lo subió a su espalda y lo sujetó por detrás de sus rodillas para correr hasta las flores y dar vueltas con él en el lugar con un Sunoo gritándole en la punta del oído.

- ¡Ni-ki!

Sin duda, Nishimura Ni-ki sería la causa de uno de sus infartos algún día.

Lo dejó bajar una vez ya estuvo lo suficientemente mareado –también sordo– como para continuar, se dejó caer entre la hierba y Sunoo le siguió para reír a su lado.

Dieron vuelta en el suelo porque fue Sunoo el que comenzó y dejaron de hacerlo una vez estuvieron cubiertos de pétalos de flores y Ni-ki comenzó a estornudar porque inhaló tierra.

- No puede ser.- jadeo, llevándose ambas manos a sus muslos estando sentado delante del chico.

- Pues si lo es.

Ni-ki no pudo evitar sentir con más insistencia el revoloteó que se apoderó de su estómago al ver al chico sonreír con el cabello revuelto y envuelto en flores cuando el paisaje natural y las mariposas a su alrededor lo hacían verse sin duda alguna irreal.

Sunoo parecía un ángel y él solo era un simple mortal que intentaba hacerse la idea de que verlo ser feliz con alguien más no lo dañaba.

𝐋𝐞𝐭𝐭𝐞𝐫𝐬 『ˢᵘⁿᵏⁱ』Where stories live. Discover now