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Ni-ki había hecho lo posible por enviarle señales a su hyung de que le gustaba mucho desde hace mil años pero éste último simplemente pasaba por alto sus comportamientos, acciones, palabras y gestos y los atribuía al hecho de que su menor lo quería pero no sabía que tanto y tampoco era consciente del daño que sufrió su corazón cuando llego a la casa del chico un día, se encerraron en su cuarto y una vez se aseguraron de que nadie los escucharía, le dijo entre gritos eufóricos lo mucho que le gustaba Park Sunghoon, el vecino de Ni-ki.

Eso pasó cuando tenía casi trece años y ahora tenía quince y las ganas de descuartizar a Sunghoon no disminuían peeeero ¡Sorpresa! Ni-ki es un falso que sabe disimular su rencor.

Ese día iba caminando con ojeras debajo de sus ojos porque apenas logró dormir tres horas por motivos que hasta él mismo desconocía, se fue a dormir a la una de la madrugada y a las cuatro ya andaba caminando como momia por la cocina.

Sunoo llegó entre carreras a su lado una vez lo divisó entrar por la entrada del pasillo. Su hyung era un año mayor que él y ese año su Crush se iría a la universidad por lo que Sunoo esperaba poder llamar su atención finalmente pero no sabía que hacer.

- Buenos días, bebé.- lo abrazó y dejó un tierno beso en su mejilla.

Apretó los tirantes de su mochila antes de darle una de sus mejores sonrisas porque sin importar que el mundo y su sueño fueran algo serio, su sunshine merecía seguir brillando y no tener que preocuparse por él.

- Buen día, Sunoo hyung.- murmuró entre dientes.

El mayor se detuvo por un momento para tomar su rostro entre sus manos, inspeccionado cada fracción y frunció su ceño levemente al notar lo cansado que lucía el rubio.

- ¿Dormiste bien?

- De maravilla.

Podía ganarse un Óscar con su actuación algún día por que al parecer Sunoo le creyó. Caminaron hasta el salón del menor, el cual estaba antes que él del otro y se despidieron para verse más tarde en la salida.

Ni-ki suspiro con pesadez al mirar a Sunoo alejarse a paso lento junto a unos de sus compañeros de clase que se acercaron hasta él. Una sonrisa inconsciente se dibujó en su rostro al ver como el chico reía divertido por algo que uno de los chicos dijo, su corazón se sentía calentito ante cualquier gesto que hiciese el mayor.

Por otra parte, Sunghoon una vez le había dicho a Ni-ki cosas bonitas de su amigo y por lo que le quedó en claro, habían posibilidades de que si Sunoo se le confesaba, fuera correspondido y la pregunta de mala muerte para el rubio era ¿Como no?

El pelirosa era un destello de luz en la secundaria, participaba en la mayoría de las actividades voluntarias, era presidente de su clase, estaba en el club de música y obviamente era el mejor de todas y cada una de sus clases. Como si fuera poco, era tierno, lindo, amigable, cariñoso y tenía muchos talentos a parte de su don para cantar como los ángeles.

Suspiró como el tonto e iluso enamorado solo, que era. Se giró sobre sus talones para entrar a su próxima clase pero en ningún momento dejó de pensar en su Crush.

Recordando el como se ponía cuando veía a su vecino a metros de distancia y le decía al oído el como se sentía.

Qué lástima que él no sería el causante de ese revoloteó de mariposas en su estómago como Sunghoon lo era para él.

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En la tarde estaban caminando al lado del otro, iban camino a sus hogares mientras comían un helado en un cómodo silencio para ambos, hablando del cómo fue su día en clases.

Sunoo llevaba consigo el abrigo de Ni-ki porque le gustaba el olor que éste desprendía y el como le quedaba un poco grande debido a la diferencia de estatura entre los dos.

Parecía mentira el como pasaba el tiempo, todavía recordaba a ese pequeño niño que jugaba con él en el parque, ese con el que regresaba un día a casa y se dieron cuenta de que vivían a tres cuadras de diferencia.

Ese chico que una vez lo ayudó a aprender a manejar su bicicleta y terminó lastimando sus rodillas sin querer pero que lloró al sentirse culpable.

- ¿Por qué ríes, hyung?- ladea levemente su cabeza con una sonrisa ladina.

- Recordaba ese día en el que me caí de la bici.

- Por terco.- le recrimina.

- Cállate, te asustaste y tuve que dejar de llorar para consolarte.- golpeó su hombro con burla.

El pelirosa siguió hablando como un loro sin parar hasta que llegaron a la casa del chico, por lo que casi perdió el equilibrio en sus piernas al ver a Sunghoon en la puerta de su casa para dejar pasar a una chica que era como su mejor amiga. Los saludó con una sonrisa introvertida a lo que Sunoo le devolvió el gesto con un leve sonrojo a lo que el chico a su lado tuvo que aferrarse a uno de sus brazos para que no se terminará cayendo en medio de la calle por culpa del tonto de Sunghoon.

- Ah~ Viste, Nini. Me saludó.- se dejó caer en el sofá una vez llegaron a la casa del menor.

El chico rió por lo bajo, regresando con un vaso de agua para el pelirosa ya que sabía que cada vez que llegaba de la calle le gustaba tomar agua ni tan fría pero tampoco tan tibia.

- Si, lo noté porque casi te caíste a la calle.

Sunoo escupió el agua y comenzó a toser en demasía con un sonrojo, Ni-ki dejó las risas de lado y comenzó a dejar palmadas en su espalda con sus pequeños ojos abiertos a causa de la preocupación por que el chico casi se ahogó.

- ¿Enserio? Oh nooo.- cubrió su rostro avergonzado- Seguramente me vi como un tonto.

- Kim Sunoo, ¿Enserio casi te ahogas, mojaste el piso y mi abrigo solo por eso?- murmuró con sus ojos entrecerrados, cruzándose de brazos claramente indignado.

- ¿Siiii?- forzó una sonrisita.

- No puede ser.- se levantó para dirigirse a la cocina de nueva cuenta- ¡Yo que de verdad me preocupe, hyung!

- Mocoso.- espetó, aventando un cojín en su cabeza- No puedes deshacerte de mí tan fácil.

- Pero Sunghoon si.- murmuró en un tono inentendible, dejando el vaso en el lavado.

- ¿Qué dijiste, Nishimura?

- Nada importante.- hace un ademán, restándole importancia.

El pelirosa se dirigió a la habitación del chico para cambiarse de ropa antes de que el japonés subiera para hacer lo mismo. Ese día era viernes y se quedaría en la casa de Ni-ki hasta la tarde ya que no le gustaba que el chico estuviera solo y se aburriera con su propio silencio.

Entonces el chico subió al rato por lo que se fue abajo para darle su espacio, conociendo el hecho de que a Ni-ki no le gustaba que lo vieran cambiarse.

Entonces recordó algo que tenía planeado hacer y quería pedirle ese favorcito a su amigo porque sabía que sí hacía un trato en caso de que se negara, quizás Ni-ki aceptaría.

Una vez lo vio bajar a la sala, se apresuró en tomar sus manos siendo ajeno al colapso del menor, cerró la puerta tras ellos aún cuando la madre del chico llegaría en la tarde y se sentó frente a él en la cama, entrelazó sus manos y dijo en tono bajo:

- Nini, ¿Puedo pedirte un favor?

𝐋𝐞𝐭𝐭𝐞𝐫𝐬 『ˢᵘⁿᵏⁱ』Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora