☯︎ ᴄᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ 8 ☯︎

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ᴊ ɪ ɴ
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Navidad, papá.

—Bien. Estaré allí.

Por cierto. Mamá va a traer una cita —dice en voz baja—. ¿Vas a estar bien?

Asfixiando un bostezo, me encojo de hombros.

—Honestamente cariño, nunca he estado mejor. ¿Cómo están tú y Dane?

Lo estamos haciendo bien. Es una de las razones por las que quería que vinieras en Navidad —dice con voz suave e insegura.

Dane es un buen tipo. Un poco nerd. Mi niña podría conseguir a alguien mejor pero, por alguna razón, le gusta este tipo. Llevan saliendo unos años. Se conocieron en la universidad y ahora viven juntos.

—Estaré allí. Sabes que lo haré, princesa.

Ella suspira.

Lo sé papá. Sé que siempre puedo contar contigo. Es mamá quien... —se calla un momento—. El chico nuevo de mamá es un poco imbécil. No le digas que dije eso.

—Soy difícil de vencer —bromeo.

Sí. Eres irremplazable —está de acuerdo conmigo—. Nos vemos pronto. Te quiero, papá.

—Yo también te quiero, Aerin.

Colgamos y no puedo borrar la estúpida sonrisa de mi cara. Aerin y yo estamos ocupados con nuestras vidas, pero cada vez que hablamos, siento que volvemos a cuando ella tenía nueve años, sentada en mi regazo mientras veíamos su serie favorita. Aerin siempre ha sido mi pequeña compañera y cómplice. Sin embargo, cuando se fue a la universidad, ella creció. Ahora tiene su propia vida. Fue realmente el momento en que Jessika y yo empezamos a distanciarnos por completo. Sin Aerin uniéndonos realmente no éramos nada.

Me paro en el estacionamiento de un bar y salgo. El viento es demasiado frío y me apresuro a entrar tan rápido como puedo para evitarlo. El canal del tiempo dice que estamos a punto de ser golpeados por una tormenta de nieve. Dentro del bar, huele a humo y queso frito. La rockola está tocando una vieja melodía de Los Beatles. Este lugar es para viejos como yo. No jóvenes borrachos de mierda. Especialmente no los que roncan.

—¡Hey! ¡Detente ya! —dice la camarera de pelo rosado, golpeando a un tipo sentado junto a Tae.

Qué imbécil. Me acerco a ellos y en el momento en que el cliente del bar me ve, se desliza de su taburete y se tropieza, llevándose su copa con él.

—Tú debes de ser la polla —dice la camarera, saludando.

Frunzo el ceño y me presento.

—Soy Jin.

—Exacto. Eres tú —canta ella—. Soy Bea.

—Genial, Bea. ¿Cuánto te debo por su cuenta?

Ella le da una palmada a la cuenta y yo la pago con un fajo de billetes asegurándome de darle una buena propina por haberme mandado un mensaje de texto desde el celular de este encantador borracho.

—Oye —digo pasando la punta de mis dedos por su pelo—. Despierta.

Él murmura algo ininteligible sentándose y me mira fijamente. Incluso con los ojos inyectados de sangre, con ojeras, baba en la barbilla y el labio hinchado y partido, está muy caliente.

—¿Qué demonios te ha pasado? —le pregunto.

Se encoge de hombros y casi se cae de la banca. Le pongo un brazo alrededor y le ayudo a ponerse de pie. Su cuerpo se desploma contra el mío y sus dedos agarran mi abrigo. Hablando de abrigos...

진태- ᴍᴀʟᴅɪᴛᴏ ᴀʙᴏɢᴀᴅᴏWhere stories live. Discover now