☯︎ ᴄᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ 7 ☯︎

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ᴛ ᴀ ᴇ
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Una semana después...
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Pensé que evitar a Jin sería difícil. Que tal vez me presionaría y se entrometería, pero no hizo nada de eso. Sólo me dejó asentarme en mi trabajo y me mostró una sonrisa ardiente de vez en cuando.

Hubo muchos días en los que quería aceptar su oferta, conducir hasta su casa y follar hasta que se nos salga el cerebro. Pero cada día, mucho después de que oscureciera, empacaba mi bolsa de mensajería llena de archivos y me llevaba mi no tan feliz trasero a casa. Casa donde aún vivo con mis padres y mi hermana. Esa es otra cosa que se mantiene en alto sobre mi cabeza.

Papá pagaría la universidad, me daría un auto y mantendría mi cuenta de cheques a buen recaudo. Todo lo que tenía que hacer era seguir su plan. Estoy tan cansado de su plan que quiero gritar. Pasé mi hora del almuerzo buscando apartamentos porque no hay manera de que pueda pasar otro minuto en casa viendo a mamá enviar mensajes de texto toda la noche con su novio secreto o a mi papá pavoneándose como si fuera el mejor padre del mundo todo el tiempo, sabiendo que ya se ha follado a la mitad de esta firma. Hasta Nayeon es falsa, mamá la tuvo de la mano en sus días de concurso de belleza, luego en sus días de porrista y ahora en sus días de modelo. Nayeon ha sido moldeada a la perfección, igual que su hijo mayor.

Necesito algo real. Como él. Maldición.

Me salté la fiesta benéfica política a la que Jin quería que fuera. Pensé que era una mala idea. Unas copas dentro de mi sistema y era seguro que acabaría en su cama otra vez. Así que en vez de eso, me senté en casa y me drogué.

—¿Tae? —Nayeon grita cuando entro en la casa. La encuentro sentada en el bar de la cocina, frunciendo el ceño al teléfono.

—¿Qué pasa?

—Está congelado. —Mi hermana, con sus grandes ojos y su pelo castaño, fue una vez dulce y curiosa. Ahora, ella siempre está tan rígida y forzada. Se convirtió en una Barbie de plástico como mamá en poco tiempo. Jodidamente triste, en realidad.

—Déjame verlo —digo buscando su precioso aparato de salvamento que nunca deja su mano.

—Estoy segura de que está colgado y volverá a funcionar. —Sus mejillas se tornan rosadas mientras aplasta algunos botones.

—¿Intentaste reiniciarlo? —Entonces sus labios hacen un puchero.

—Estoy en medio de la edición de una foto para Instagram. Perderé los cambios si lo hago. No puedo reiniciarlo.

—Reinícialo.

—No.

—Nayeon, maldición, reinicia el teléfono.

—No. No lo haré.

Al igual que cuando éramos más jóvenes, utilizo mi tamaño a mi favor. Tomo su teléfono y lo sostengo en el aire para poder reiniciarlo. Ella chilla y salta en el aire, tratando de conseguirlo; Antes de que la pantalla se oscurezca, veo un texto de Sunno.

—¿Quién es Sunno? —Pregunto cuando el teléfono se reinicia.

Sus mejillas arden de rojo. —No es asunto tuyo, idiota.

Me río y le pongo el teléfono en la palma de la mano.

—¿Dónde está mamá?

—De compras —dice distraídamente mientras mira fijamente a su pantalla.

—Hmmm —retumbo—. Me voy a mudar. —Ella no me mira hacia arriba solo sonríe para su cámara.

Mi hermana extiende su brazo y hace una foto. Jesús, los chicos de hoy en día están obsesionados con sus teléfonos.

진태- ᴍᴀʟᴅɪᴛᴏ ᴀʙᴏɢᴀᴅᴏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora