Capítulo 22 - Cara de alcohol

3.3K 181 43
                                    

Era la tercera copa

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Era la tercera copa. Aquel sabor amargo, que invitaba a la garganta a cerrarse ligeramente y no dejar al líquido pasar hacia el esófago, aquel calor en el pecho y el cosquilleo en el estómago. Todas esas sensaciones hacía tiempo que habían pasado.

Notaba la cara entumecida. La boca y la nariz como si estuvieran dormidas. Los ojos borrosos, la risa floja y las respiraciones muy profundas.

Marc brindó, chocando su copa con la mía y guiñándome un ojo. Me sentía muy rara.

—Creo que estoy un poco borracha —Le informé sin ninguna razón.

Marc se rio con ganas.

—Lo sé. Estás poniendo tu cara de alcohol.

—¿Tengo una cara de alcohol?

—Y una de hambre, de sueño, de ganas de irte a casa... Es muy fácil leer lo que piensas cuando se te conoce bien —Un comentario totalmente inocente como ese se hizo pesado en el aire, pues en voz alta había sonado mucho más relevante. Era fácil si se me conocía bien y él me conocía bien. Quizás más que ninguna otra persona—. Te sientes rara porque esté aquí contigo así, hablándote como si nada, ¿no?

En el blanco.

—¿Cómo sabías que estaba aquí? Tú nunca sales por esta zona.

Marc sonrió de medio lado y apretó los labios.

—Subiste una historia en Instagram y estoy cansado de verte con este fondo en las fotos —dijo haciendo alusión a la decoración del club.

—¿Y te acercaste?

Se rascó la nuca con incomodad y dio otro trago antes de responder.

—Te echo un poco de menos. Hablar contigo, saber que estás bien... Mi madre no para de preguntarme por ti.

Sonreí tristemente al escucharlo.

—¿Cómo está?

—Está bien. Ahora está apuntada a unos cursos en el ayuntamiento con algunas amigas. Se mantiene ocupada.

—Eso está bien.

Marc asintió y nos miramos por unos segundos.

—Pero bueno, hoy no es día de ponernos melancólicos —Me agarró del hombro y me giró hacia mi espalda. Mi cuerpo chocó contra el suyo, cadera con cadera. El gesto no pasó desapercibido para mí—. Raquel lleva llamándote un rato —Señaló a la chica de pelo negro que nos hacía señas—. Deberías ir y pasártelo bien, que es tu cumpleaños. Podemos hablar después.

Sus brazos me soltaron y sentí de pronto frío en todo el cuerpo. Di otro trago a la bebida y di un paso inseguro hacia mi amiga.

—Hola —La voz de Alexia me sorprendió desde la derecha—, ¿podemos hablar un momento?

Sería capaz de renunciar a todo - Alexia PutellasWhere stories live. Discover now