Capítulo 21 - ¿Cómo ves a Alexia?

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—Algo tranquilo, ¿me lo prometes? Estoy agotada

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—Algo tranquilo, ¿me lo prometes? Estoy agotada.

Irene abrió la puerta de su piso girando las llaves con fuerza.

—Te lo prometo. Algo tranquilo —Las luces estaban apagadas. Irene venía cargada con un par de bolsas de la compra. Algunos chetos y porquerías que meternos al cuerpo mientras veíamos películas ya clásicas para nosotras como 'El diablo viste de Prada' o 'Princesa por sorpresa' —. ¿Puedes encender la luz, por favor?

Asentí aunque no podía verme mientras ella serpenteaba entre los muebles que conocía de memoria hasta la cocina. Busqué el interruptor cerca de la puerta, acariciando la pared con mis manos hasta que di con él y lo encendí.

—¡¡¡Sorpresa!!!

De detrás del sofá surgieron tres figuras, sobresaltándome. Miguel, Celia y Raquel se aproximaron a mí felices y con ganas de juerga.

—Feliz cumpleaños, cielo.

Raquel tomó mi rostro dejando un sonoro beso en mi mejilla. Después fui abrazada por Miguel y Celia. No pude evitar fijarme en sus atuendos. Sugerentes, brillantes y oscuros. Los miré con recelo.

—¿Por qué vais vestidos así?

Irene volvió al salón después de haber guardado los aperitivos con una caja de cartón en la mano, que dejó sobre la mesa de café de su salón.

—Nos vamos de fiesta. Y tú también —Me advirtió con el dedo en alto—. Así que más te vale comer algo.

Ella señaló la caja de pizza y descubrí una entera, guardada para mí en el interior. Tomé un trozo sin rechistar.

—¿Y vosotros?

—Ya hemos comido —Me respondió Celia.

Los miré a cada uno por unos segundos. Sopesando las consecuencias de decir claramente que no. Asentí tranquila, terminando de devorar mi el primer trozo y pasando a tomar el segundo.

No me destacaba por ser la más fiestera del grupo. Las salidas nocturnas solían hacérseme bastante bola. Elegir la ropa, sufrir por los tacones, que te tiren copas encima, que el pelo se te enrede y volver a casa apestando a colonia, sudor y tabaco.

Realmente, no parecía tener demasiada opción si no quería buscarme más de un problema con aquella gente. Me limité a resignarme y afrontarlo de la mejor manera posible. Quizás podía ser una buena noche.

—Espera —Miré mi cuerpo de arriba a abajo. Una camiseta y unos pantalones de vestir simples. No había sido mi día más elegante en el trabajo a decir verdad—. Vosotros vais a ir así vestidos y yo... ¿con esto?

Miguel tomó una bolsa de detrás del sofá.

—Tranquila —dijo dándome la bolsa—. Hemos pensado en todo.

En el interior de la bolsa encontré un pequeño vestido blanco ajustado y unos zapatos de mi talla a juego. Les di las gracias efusivamente por el regalo y supe que, efectivamente, no tenía otra opción.

Sería capaz de renunciar a todo - Alexia PutellasWhere stories live. Discover now