Capítulo 10 - Raquel, Celia, Miguel, Irene y los demás

3.2K 199 13
                                    

—Por ti, tía —Irene me guiñó un ojo e instó a todas las personas sentadas alrededor de mi mesa de café, en el suelo y repartidos entre los sofás a hacer lo mismo que ella y alzar la cerveza

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Por ti, tía —Irene me guiñó un ojo e instó a todas las personas sentadas alrededor de mi mesa de café, en el suelo y repartidos entre los sofás a hacer lo mismo que ella y alzar la cerveza.

Yo los acompañé, con un poco de vergüenza.

Estábamos de celebración. Aquella noche con Alexia me había dejado reflexionando sobre la dirección que estaba tomando mi vida y los sueños sin cumplir que guardamos en un cajón esperando que un día cualquiera que nunca llega se convierta en el indicado para rescatarlos.

En el día siguiente de aquella noche que todavía me resultaba tan extraña, no tenía que trabajar. Me levanté con un horrible dolor de cabeza y una rara sensación en el cuerpo, pero al mismo tiempo, mientras las conversaciones de la noche anterior se aparecían por mi mente, empecé a sentirme lo más decidida que me había sentido nunca.

Pasé el día entero, desde la mañana a la noche, buscando clínicas y enviando mi currículum vitae y todo lo que me pidieran a cada una de las que encontré. Se había terminado el esperar a que la oportunidad se me presentara delante de las narices, iba a agarrala con fuerza.

Había querido que Alexia fuera la primera en conocer la noticia. Le mandé un mensaje directo nada más recibí el correo electrónico que confirmaba mi entrevista, pero no había respondido, ni siquiera lo había visto.

Me sentía un poco tonta al haber pensado que me habría contestado. Le llegarían miles de mensajes cada día que irían a pasar a solicitudes junto al mío y se perdería ahí para siempre. Además, incluso de haberlo visto, no tengo ninguna seguridad de que lo hubiera contestado.

En este último mes había vuelto a ver a Alexia unas dos veces. Había venido a tomar algo al bar y divertirse en la noche pirata del jueves de hacía dos semanas. Yo me había acercado a atender a las jugadoras y Mapi incluso me había saludado con energía y una enorme sonrisa. Recibí un "Hola" de parte de Alexia la primera vez, sin ni siquiera volver a mirarme después y la segunda, tan solo me saludó con un gesto y un amago de sonrisa, que se quedó en una cara un poco rara. No me extrañaba nada que se hubiera espantado de mí desde la noche que pasamos juntas y la forma totalmente ilógica en la que me había comportado. Aún así, no podía evitar que me pusiera un poco triste.

—Ya os he dicho que no quiero hacerme ilusiones...

Varios pares de ojos sarcásticos se posaron sobre mí. Irene bufó con ganas y Raquel me dio un empujón.

—¿Tú eres tonta? —Se quejó la pelinegra—. Estamos aquí para celebrar que por fin le has echado huevos.

—Exactamente —Celia asintió convencida y se estiró a por otro cacho de pizza—Una vez has dado ese paso, si no es en esta clínica será en otra; pero estarás ahí antes de que te des cuenta.

Sonreí enormemente.

No solíamos juntarnos mucho. Sobre todo los cinco al completo. Miguel, Irene, Celia, Raquel y yo nos habíamos conocido en el primer año de universidad, en las jornadas de acogida de la residencia de estudiantes y no nos habíamos separado desde entonces. Sin embargo, con el tiempo, la vida y sus fases nos habían alejado mucho más de lo que hubiéramos pensado.

Sería capaz de renunciar a todo - Alexia PutellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora