Etérea y eterna divina Lilith. (Lucifer, capítulo V)

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ㅤ ㅤㅤ𝐄𝐥 𝐩𝐫𝐨𝐛𝐥𝐞𝐦𝐚 𝐝𝐞 𝐣𝐮𝐠𝐚𝐫 𝐜𝐨𝐧 𝐜𝐨𝐬𝐚𝐬 𝐪𝐮𝐞 𝐞𝐬𝐭𝐚𝐧 𝐟𝐮𝐞𝐫𝐚 𝐝𝐞 𝐧𝐮𝐞𝐬𝐭𝐫𝐨 𝐚𝐥𝐜𝐚𝐧𝐜𝐞. ㅤ ㅤㅤ ㅤ ㅤㅤ ㅤㅤㅤ ;

ㅤ ㅤㅤㅤ ㅤㅤT h e L o v e r s

Capítulo 𝐕.

Lucifer y Lilith.
En algún lugar del infierno.
Atemporal.
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Estaba en su cuarto con el cuerpo envenenado de droga, desinhibido de los demonios que cada noche salían de las paredes para rasgar su cráneo, todavía podía escucharlos a pesar de la dosis alta en su sistema. El viento soplaba incesante, una brisa el mistral, húmeda y violenta que azotaba los árboles, compactando aire frío de la tormenta que habían advertido en las noticias.

Así llevaba días, desde que la última vez que la había visto. Destrozaba sus nervios la magnitud de los sentimientos que le dejaban los encuentros con ella, siempre con la ambición de buscar más. ¿Por qué buscar más, cuando antes no había querido nada?

Los hilos de la vida tienden a moverse de manera extraña, la idea de drogarse había sido con el fin de apagar sus sentimientos y pensamientos, de darle pausa a la pasión de sus impulsos de tomar el teléfono y preguntarle si pensaba en él. La hora que marcaba el reloj en el móvil le daba la idea de lo que podía estar haciendo; borracha en su bar favorito buscando una víctima para cobrar los crímenes contra las mujeres hechas por los hombres, los cuales eran objetos y alimento para su famelica reina Lilith, ¿motivo de celebración? Era día de castigos, de infiernos en la tierra.

¿Cómo definir a la reina de lo caído? No se podía. Pero ella era una géminis, las dos caras de la moneda. Un día podía ser la mujer que lo quisiera ciegamente y otros días podía ser la misma mujer en otro vestido que también buscaba la destrucción tuya.

El filo del viento volvió a azotar las hojas regadas en el suelo, había olvidado cerrar la ventana y ahora el aire revoloteaba con páginas garabateadas sobre ella, ella; su obra de arte y su auténtico caos. A pesar del desastre, se sentía más vivo y satisfecho que nunca. Cuando la conoció, todos sus sentidos se habían puesto en alerta, como un susurro en su oído que le decía que se alejara de esa mujer, ¿Pero cómo iba a huir el propio rey del infierno de aquella reina? No había puesto para temores humanos, estaban lejos de la mortalidad en este punto.

En vez de alejarse, apresuró su paso hacia el abismo, ignoró las advertencias, no se tambaleó ante la fuerza con la que lo miró la primera vez con toda la intención de ahuyentarlo, sin saber que aquello había sido la firma a la sentencia de muerte de ambos.

No fue un momento en cámara lenta como lo muestran en las películas, ni un poema como lo describen los libros. Se conocieron en un lugar atiborrado de personas de todo tipo, dónde él fue incapaz de despegar los ojos de su belleza, ella eclipsaba cada cuadro del museo y las piernas largas con caderas anchas caminaban por el espacio con la confianza que te hace detenerte, que te hace no sólo mirar sino observar con detenimiento. De inmediato quiso saber su nombre, no hay nada peor que la lujuria mezclada con la curiosidad de un ente que lleva esa mirada con la intención de propinar muerte y placer por varias horas.

Ladeo su cabeza de un lado a otro como si eso fuera suficiente para ahuyentar los recuerdos vivos de la mujer, los dedos acariciaron sus propias letras plasmadas en el papiro, una mueca bailó en sus labios mientras se descubría así mismo en el escrito, parecía que lo hubiera escrito ayer y no hace tanto tiempo, una nueva calada al cigarrillo le llenó la garganta del sabor a la menta con nicotina, el humo espeso se escapó por sus fosas nasales y boca en una gran cortina de veneno, en aquel momento estático de placebo leyó el parafraseo de sus propias letras escritas a ella:

Duivel: La cara nunca vista del Diablo. (Primer libro completo)Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt